CAPÍTULO X

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-Será mejor que nos vayamos -dijo, poniéndose bruscamente en pie.

Louis agradeció al cocinero la comida y siguió a Harry hacia los caballos.

Cabalgaron hacia los pastos más lejanos sin decir palabra. El se preguntó qué habría hecho para enfadar a Harry, pero no quería decir nada, si lo hacía, probablemente empeoraría las cosas.
Tal vez no le había gustado que quisiera volver a estudiar.

Dejaron el campamento atrás y avanzaron en tenso silencio. Los ojos de Louis no dejaban de volar hacia el alto y poderoso cuerpo de Harry.

Parecía formar parte del caballo que montaba, tan cómodo y despreocupado que podría haber nacido en la silla, tenía hombros anchos y poderosos, caderas estrechas y largas y fuertes piernas, sensualmente contorneadas por los vaqueros y las perneras.

Louis había visto muchos vaqueros durante su vida, pero ninguno habría resistido la comparación con Harry.

Llevara la ropa que llevase, siempre parecía elegante. Harry volvió repentinamente la cabeza y atrapó a Louis mirándolo. El se ruborizó.

-¿Has participado alguna vez en los rodeos? -preguntó, para ocultar su confusión.

Harry negó con la cabeza.

-Nunca me ha interesado demasiado -contestó con sinceridad-. No necesitaba el dinero y siempre tenía mucho que hacer aquí, o en alguno de los otros ranchos.

-Papá no parecía capaz de permanecer en el mismo sitio mucho tiempo -murmuró Louis, pensativo-. Le encantaba el circuito de los rodeos, pero no ganaba muy a menudo.

-No debió ser una vida fácil para ti -dijo Harry-, Supongo que apenas pudiste ir a la escuela.

Louis sonrió.

-La verdad es que mi educación tuvo muchos a trabajos. Pero pude acabar mis estudios en el colegio siguiendo unos cursos a distancia -volviendo a ruborizarse, añadió-: Sé que no estoy muy educado.

Harry detuvo su caballo junto a un riachuelo, bajo la sombra de un gran roble. Dejó que el animal bebiera.

-No pretendía criticarte -dijo-. A veces soy demasiado franco, pero la gente sabe a qué atenerse conmigo.

-Ya me he fijado.

Harry sonrió burlonamente.

-Veo que no te cuesta expresar tu opinión -murmuró-. Resulta refrescante.

-Aprendí a hacerlo siendo muy joven -dijo Louis-. El ambiente del rodeo es bastante duro, y algunos de los niños con los que me encontraba eran bastante rudos cuando se enfadaban.

Puede que no sea fuerte, pero puedo dar patadas como una mula.

-No lo dudo, pero a pesar de toda esa compañía masculina no sabes mucho de hombres.

-Eso dijiste cuando fuimos a la tienda -de pronto, Louis recordó el contacto de los duros dedos de Harry sobre su piel y su corazón empezó a latir más deprisa.

Él entrecerró los ojos.

-¿No salías nunca con chicos?

Louis se movió sobre la silla, inquieto.

-En esta época, la mayoría de las chicas y chicos hacen lo que les da la gana y saben cómo cuidar de sí mismos -miró a Harry y enseguida apartó la vista-. Resulta duro para los pocos que no consideramos decente comportarse así. Todos los hombres parecen esperar que su pareja se entregue en su primera cita, y se enfadan si no es así.

-Así que dejaste de salir con chicos.

Louis asintió.

-Me parecia lo mejor. Además... -añadió, incómodo. -Ya te lo dije. No me gusta... eso.

-¿Eso? -preguntó Harry, alzando las cejas.

-Ya sabes... que un hombre te agarre y trate de meterte la lengua hasta la garganta...

Harry no pudo evitar romper a reír.

-¡No comprendes nada! -protestó Louis.

-Claro que comprendo -replicó Harry, sonriendo indulgentemente-. Fue una suerte para ti que tus pretendientes no supieran más que tú al respecto.

Louis frunció el ceño, porque no comprendió.

Harry lo miró fijamente.

-Un hombre con experiencia no «agarra», Louis. No necesita hacerlo. Y el beso francés necesita una lenta elaboración previa.

Louis sentía que el corazón se le iba a salir del pecho. Miró las manos de Louis y volvió a recordar su contacto.

-¿Avergonzado? -preguntó él con suavidad.

Louis dudó. Luego asintió.

El corazón de Harry latió locamente mientras lo miraba.

-¿Y curioso? -añadió con voz ronca.

Tras unos segundos, el volvió a asentir, sin atreverse a mirarlo a los ojos.

Harry apretó una mano en torno al pomo de la silla mientras luchaba contra el deseo de enseñarle aquellas cosas, de satisfacer su curiosidad. Su mirada se detuvo en la suave curva de la boca de Louis, deseándolo.
Lo que estaba pensando era una locura, no podía permitirse perder el control. Louis era casi un niño y trabajaba para él...
Louis oyó el crujido del cuero cuando Harry desmontó su caballo.
Un instante después sintió sus fuertes manos en torno a su cintura. La bajó del caballo y dejó que los dos animales bebieran.

El sol penetraba entre las hojas del árbol, dibujando un luminoso encaje en el suelo. El viento susurraba entre las ramas y el riachuelo sonaba dulcemente a su paso... pero Louis sólo oía su corazón.

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A STAR IN THE NIGHTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora