CAPITULO XIII

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Hacía un hermoso día de verano cuando comenzó la época de la siega en el rancho.

El calor no era excesivo, pero sí suficiente como para ir en pantalón corto.

Louis llevaba unos gastados vaqueros a los que había cortado las perneras, calcetines, zapatillas de deportes y una camiseta sin mangas gris. Parecía joven, vital y lleno de energía mientras caminaba por el campo de heno con una pequeña nevera portátil en la mano.
No había tenido intención de ir a buscar a Harry, pero Niall lo había persuadido de que su hermano mayor se estaría muriendo de sed bajo el ardiente sol sin nada que beber.

Envió a un reacio Louis a buscarlo con la nevera bien surtida para la situación.

Harry, que estaba conduciendo el tractor que amontonaba el heno en grandes fardos, dejó el motor en punto muerto al ver que Louis se acercaba.

El sol caía de lleno sobre él, a pesar del ancho sombrero de paja que llevaba puesto. Estaba desnudo de cintura para arriba y su torso brillaba a causa del sudor. Había olvidado llevar algo de beber, y no esperaba que nadie se hubiera acordado de enviarle bebida.

Sonrió para sí seguro de que no habría sido idea de Louis. Aún lo ponía demasiado nervioso como para que se acercara voluntariamente; y no era de extrañar, teniendo en cuenta cómo lo había tratado desde aquel desafortunado beso en los pastos.

No era que Louis no le gustase, Lo que sucedía era que le gustaba demasiado.

Louis era muchos años más joven que él, pertenecía a otra generación.

Pronto aparecería algún muchacho agradable del que se enamoraría locamente. Debía recordar eso y no permitir que unos escasos minutos de placer lo cegaran.

Apagó el tractor y bajó de un salto. Los ojos de Louis parecieron destellar mientras contemplaban su sudoroso pecho y el oscuro bello que se deslizaba en forma triangular hacia la cintura de sus ceñidos vaqueros.

Harry se secó las manos en un trapo.

—¿Has traído material de supervivencia? —preguntó.

—Sólo un par de latas de cerveza y dos sándwiches —dijo Louis, tensa—. Niall me ha pedido que lo hiciera.

—Naturalmente —replicó Harry en tono sarcástico—. Suponía que no habría sido idea tuya.

Louis se mordió el labio inferior para evitar discutir con él. Le ofreció la nevera portátil.

Harry lo tomó, notando cómo evitaba Louis que sus manos se rozaran.

—Vuelve por el sendero —dijo, irritado por preocuparse por el—. He visto dos serpientes de cascabel desde que he empezado a trabajar. No les gusta el sol, así que estarán en algún lugar fresco. Y esa... —añadió señalando los pantalones cortos de Louis —... es una vestimenta estúpida en este lugar. Deberías llevar unos gruesos vaqueros y botas. Mientras venías ni siquiera mirabas por dónde pisabas.

—Estaba mirando los cuervos —dijo Louis, a la defensiva, señalando dos que sobrevolaban el prado.

—Buscan ratones de campo —los entrecerrados ojos verdes de Harry parecieron cortar el ruborizado rostro de Louis—. Parece que estás temblando. ¿Qué diablos te pasa hoy?

Louis lo miró a los ojos y dio un paso atrás.

—Nada. Será mejor que me vaya.

Harry se dio cuenta de que verlo sin camisa la estaba afectando. No necesitaba preguntar por qué. Ya lo sabía. El día que lo besó, Louis le acarició el pecho a través de la camisa y quiso desabrochársela.
Pero desde entonces se había comportado como si no pudiera soportar estar cerca de él. Lo evitaba y eso lo ponía furioso.

A STAR IN THE NIGHTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora