CAPÍTULO 1

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Danny y Michael han sido compañeros desde que comenzaron la primaria

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Danny y Michael han sido compañeros desde que comenzaron la primaria. Eran niños caprichosos y traviesos, perfectos cómplices de sus fechorías. Lastimaban a todo aquel que se les interponían de por medio, elegían a sus víctimas por placer.

Danny tuvo una vida dura.

Michael era un gillipollas, pero era el compañero más cercano en su vida.

Y por ello se divertían, se comprendían, era el fino hilo que los unían.

— No, por favor. —introdujeron la cabeza dentro del inodoro.

Amaba las súplicas, eran parte de su rutina. Tenía una nueva víctima cada cierto tiempo, una más débil que la anterior. ¿Cómo las elegían? Fácil, Michael y él se fijaban en su alrededor. El más vulnerable no siempre era el elegido, a veces, en medio de sus molestias, se las ingeniaban para elegir a quien se les atravesara en el camino.

La vida no podía ser tan brillante, al ofendido que defienden, el defensor es ofendido.

Ésa era una regla general, por eso nadie se interponía y todos colaboraban: no querían ser más que espectadores en un acto macabro.

¿Les remordían la consciencia? No sabía qué era de la vida de Michael, pero de la suya la consciencia era el menor de sus problemas. Se la vivía ocultando su espalda, sus omóplatos eran los lugares favoritos de su padre para descargar su ira a base de cuero.

A veces, se sentía tan ajeno a lo que le pasaba, que creía estar viviendo una vida que no le correspondía. Una vida pasajera, una vida sin propósito. Lo divertido de aquello, era que quería hacerles sentir a los demás todo su sufrimiento; pero nunca lo admitiría, ya se había ganado la fachada de chico malo, no la de un indefenso.

Cargaría sus cicatrices aunque llevara el mundo en su espalda tal y como Atlas lo había hecho.

— Michael, es hora del almuerzo —pronto escucharon la campana que lo indicaba—, ¿Quieres dejarlo ya? Tengo hambre.

— Está bien, "mamita".

— Já, marica. —lo golpeó en el hombro, gesto de confianza.

No obstante, sabía en el fondo que Michael no era su amigo, él no tenía amigos.

— Mira ésa chica, está ardiente. —Michael señalaba con su barbilla a una rubia de infarto.

— Mejor la morena. —se fijó en la acompañante.

— Ve a hablarle, hace tiempo que Alicia y tú no se acuestan.

Alicia era una muchacha de un curso menor que ellos, gustaba de los típicos chicos malos y creía firmemente que Danny era uno de ésos personajes ficticios que se enamorarían de la débil chica con gafas. Danny creó el rumor que se había acostado con ella, creyendo que así lo dejaría en paz; y no se equivocó. Todos se comieron su broma.

Agresivo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora