CAPÍTULO 20

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El fino hilo que los unía como compañeros de repende desapareció

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El fino hilo que los unía como compañeros de repende desapareció. Quizás ya estaba roto desde hace mucho tiempo y Danny no lo había notado, pero las expresiones confusas de Michael le hizo saber que se había desprendido de aquel que lo acompañó durante muchos años de su vida.

¿Cuál era la finalidad del beso?

El chisme se regó como polvora y explotó como dinamita para Michael cuando Danny empezó a decir la verdad en el momento en el que le preguntaban. El hecho de que Michael lo había planeado al parecer cambiaba la perspectivas de todos y un nuevo chisme se había regado. Se trataba de los celos de Michael que habían hecho que difamara a Danny y lo incitara a hacer la broma en busca de confundirlo. Nadie hablaba de Louis, lo veían como la víctima que Danny quería que todos supieran que fue.

Las cosas se habían ligerado un poco. Algunas chicas se emocionaron con ver aquel acto y a menudo comenzaron a saludar a Danny –personas que él consideraba invisibles–, preguntándole más a cerca de su orientación sexual y muchos otros lo criticaban.

Danny descubrió que la sociedad no es tan liberal como aparenta serlo, pues todo siempre habia sido juzgado, y que, agregado a ello, buscar otras alternativas mas efectivas y menos endurecedoras era a veces más efectivo.

Habían pasados unos días y la semana de exámenes consumía el tiempo para los estudiantes en general, cosa que mantenía ocupado y estresado a Danny.

— ¡Uriel! —luego de buscar entre todo el colegio, Danny por fin había encontrado al susodicho caminando solo, parecía dirigirse a la enfermería— Quiero hablar contigo.

— Eh, hola Danny, estoy un poco ocupado ahorita así que...

— Vas a la enfermería ¿No?, ¿Qué pasó?

— No se trata de mí, Louis...

— ¿Louis? Podemos hablar en el camino, vamos.

— Oh, pues...

— Necesito ayuda con Algebra, y tu con bajar de peso. ¿Qué tal si hacemos un trato?

— ¿Qué?

— No me digas que además de gordo eres sordo, Uriel. Sí o no, es simple.

— Pero yo...

— ¡Qué bueno que hayas dicho que sí! —Danny le dio palmadas en su espalda—, iré a tu casa hoy, no quiero ir a la de la vieja.

— ¡Espera! ¿Qué acaso te estás invitando a ti mismo sin mi permiso?

— No seas tonto, ya tenemos un trato y además, tu madre puede enseñarme a cocinar. Tranquilo, no me gustan las viejas.

— ¡Hey, que no se te ocurra!

— Ya, venga gordito. ¿Qué pasó con Louis?

— No lo sé, comenzó a sangrarle la nariz de repente.

Agresivo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora