CAPÍTULO 16

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Hoy era el día, se levantó, se bañó, se alistó, preparó unos huevos revueltos con pan y salió sin esperar a Diana

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Hoy era el día, se levantó, se bañó, se alistó, preparó unos huevos revueltos con pan y salió sin esperar a Diana. Era temprano y se le antojaba caminar con toda la falta de ejercicio que tenía, aún dudaba en fumar.

Atravesó unas calles, conocía bien el camino puesto que aprendió a manejarse en la ciudad desde joven. S preguntó que habría pasado con el trabajo..., no lo habían llamado más. Sabía que no podía depender de la manutención que el gobierno le pagaría a Raquel, lo más probable era que se lo gastara en baratijas inservibles y comida. Pero, ¿Qué hay de su ropa, estudio y cosas privadas? Tenía que buscar un trabajo, pero sin gastar mucha fuerza. Aunque era básicamente lo mejor que podía hacer.

Sonó el claxon detrás de sí, volteó y era Diana quien lo saludaba con un joven en el asiento de copiloto. No le dio muchas vueltas al asunto, se sintió de repente cansado y se resignó a sentarse detrás del asiento conductor.

— Pensé que me esperarías, cuando mi madre me dijo que ya habías salido pensé en alcanzarte.

— Sí, bueno, aquí estoy.

— Éste es mi hijo, Freddy. —dijo la mujer emocionada.

— Ah, hola. —saludó.

— Hola, ¿Que tal? —el joven se volteó sobre su asiento y extendió la mano, Danny la apretó fuertemente y la sacudió.

Observó al joven, de ojos oscuros y tez blanca, piel tensa y cabellera castaña.

— Todo bien.

— Genial. —soltaron sus manos y Danny se sentó con confianza.

— ¿Que edad tienes? —preguntó el peli-miel.

— Dieciséis, mi madre me ha hablado de tí, aunque nunca conocí a mi tío.

— Yo nunca había conocido a tu madre.

— Oh chicos, pero ya nos conocemos. —interrumpió Diana con una sonrisa.

— Aquí es. —anunció Danny.

— Estudias aquí, vaya, generalmente vengo por la biblioteca.

— Ah, sí, es muy buena —«¿Tenemos una?», pensó—, me despido, gracias por el trajín.

— Descuida, ¡Nos vemos en la salida!

«Qué mujer tan hartante.»

Al salir del auto, el sol interrumpió su mirar y cuando se acostumbro, se sintió de nuevo en una rutina. «De nuevo a otro infierno», pues para ser el chico malo, no tenía muchos amigos.

Al entrar, saludó algunas personas como si nunca hubiese pasado el tiempo y veía cómo los demas lo veían. No podía descifrar con exactitud cómo lo veían.

Pasaba por el pasillo y notó que susurraban, ya lo estaban hartando... ¿Nadie podía decirle las cosas en la cara?

Y pensó en él, y en que le había dicho que podía usar aquella información como quisiera..., ¿Cometió un error? ¿Confió en vano? ¿En serio Louis era capaz de hacer ésa atrocidad? ¿Ser como..., él?

Agresivo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora