CAPÍTULO 6

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Si Danny tuviera que definir ése preciso momento de su vida, en definitiva sería confusión

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Si Danny tuviera que definir ése preciso momento de su vida, en definitiva sería confusión.

¿Por qué ése muchacho lo sacaba de sus casillas?

Louis Galea, sin saberlo, provocaba que sus ojos café se dirigieran directamente hasta su silueta; quiera o no, se preguntaba cómo es que no había conocido al azabache antes. No tenía nada que lo resaltara, ni gafas ni una bella sonrisa, ni siquiera sus apuntes eran buenos como los que tomaba de los mejores de la clase. Saludaba amenamente a todos y se le veía juicioso la mayoría del tiempo. A veces distraído, otras, absorto en algún libro desconocido. Había notado que no le temía como todos los anteriores, en vez de ello, sólo se ponía nervioso y le era divertido verlo sudar y palidecer. Había notado que algunos de sus amigos no lo saludaban, y el mismo Louis se lo contaba a Katherine. Le afectaba, sí; pero decía que era sólo una etapa que ya pasaría.

Comenzó a adorar sus palabras en secreto, uno tan escondido que quizás no era del todo consciente de lo que ello significaba. Muchas veces se detuvo a sí mismo de hundir la cara de su víctima en el barro.

Por ello se sentó a fumar en el baño del colegio para el estrés, pensando en qué haría de ahí en adelante. Los problemas con su padre no disminuían ni un momento y aún se encontraba lejos de la suma que había estimado tener para la fecha, se sentó sobre la tapa del inodoro contemplando la desdicha ante sus ojos, hasta que unos converse conocidos entraron rechinantes y se pasearon por delante hasta dirigirse a los espejos.

— Fumar está prohibido. —comentó la voz que logró sobresaltarlo.

— ¿Eso qué? —se levantó y abrió la puerta para encontrarse con Louis en el lavado.

— Yo... Sólo digo.

Danny se acercó peligrosamente y lo empujó hasta que chocó la espalda ajena sobre el muro cercano con algunos intentos de graffitis.

— Eres un... —acercó la punta llameante del cigarrillo hacia el pómulo del azabache y se deleitó viendo sus labios temblorosos que perdían el color conforme los segundos pasaban—, un desperdicio de oxígeno.

Observó a Louis cerrar fuertemente sus párpados esperando una inminente punzada de fuego mezclada con cenizas y nicotina.

Pero ésta nunca llegó.

Solo se limitó a observar sus facciones, se sentía curioso que detras de esa piel estuviera un alma que congeniaba con la suya y él no lo supiera. Comprendió entonces que su pesar era... frustración.

Apagó el cigarrillo en la pared y se dio la vuelta liberándolo. Inmediatamente marcó un giro de ciento ochenta grados tomando impulso con su brazo derecho en el aire empuñando sus nudillos y quebrar la mejilla distante.

Sin esperar respuesta, corrió hasta la salida y dejó solo al azabache. En los pasillos tropezaba torpemente y sus nudillos le ardían, se asustó un poco al imaginar el ardor que debía sentir Louis pero su principal temor era sí mismo.

Por ello quería alejarse y estar tranquilo, pero las voces y los susurros estudiantiles llenaban su cabeza de dudas demenciales.

"Otra vez golpeó a alguien."

"Siempre es así de malo."

"No quisiera meterme en su camino."

"Dicen que Francisco se cambió de colegio por su culpa."

"Michael es mejor que él."

"Me da miedo."

"Es muy alto y fuerte."

"Danny es un monstruo."

Danny es un monstruo.
Danny es un monstruo.
Danny es un monstruo.

¡Estaba harto, quería desaparecer!

Sí, sabía que era un monstruo, sabía que se desahogaba golpeando al débil y se sentía bien hacerlo. Su vida era una mierda, ¡Quería, siendo egoísta, que los demás se sintieran igual de miserables que él! Nadie lo entendía, nadie lo quería y a nadie le importaba. ¿Por qué debería importarle entonces los demás? Estaba hasta las coronillas de la vergüenza.

Recorrió el campo de fútbol sentándose en las bancas, sacó su teléfono y tecleó rápidamente.

Katherine: ¿Estás bien?

Louis: No, bueno, sí. No lo sé.

Katherine: Lou, ¿Por qué no te defiendes?

Louis: ¿Para qué, para que tenga más razones de golpearme?

Katherine: ¡Quizás el pare!

Louis: Dejalo estar, Kat. No lo culpo, tal vez yo también golpearía a maricas como yo si midiera 1,80 y tuviera esos músculos.

Katherine: ¿Marica?

El corazón de Danny sufrió un frenesí, sintió una extraña adrenalina recorrer sus venas.

Louis: De corazón blando, me refiero.

Katherine: Aah, ya. Jaja pensé que yo no te gustaba.

Nuevamente se trató calmar.

Louis: No, Kat. Sí me gustas.

¡Qué pretendía aquel muchacho! ¿Estaba jugando con él? ¡Cómo podía ponerlo de tal manera tan frenética con simples palabras! No lo soportaba, tenía que verlo.

Fue a su búsqueda casi corriendo por los mismos pasillos, pero no aparecía en ningún lado, por lo que su ceño se fue frunciendo lentamente y los demás parecían despejar su camino mientras caminaba, sabía que esperaban que molestara a alguien, y eso lo enfurecía...

— ¡¿Qué me ves?! —tomó del cuello de la camisa a un chico cualquiera entre los pasillos, lo empujó tan fuerte que el chico tosió cuando su espalda chocó contra los casilleros.

— No... nada. —formuló con extremo esfuerzo el desconocido.

Lo soltó, vio en su alrededor a quienes se limitaban a ver y callar para finalmente hacer la vista a un lado, siguiendo su año de la misma forma, ignorando siempre, temiendo.

Siguió su camino marcando paso tras paso, pero seguía sin encontrarlo ni en las aulas ni en los baños por lo que decidió rendirse... Debe de ser la última persona que quiera ver ahora y no se podía buscar a alguien que no quería ser buscado.

Terminó arrepentido su paso, tampoco tendría cara con qué verle ni mucho palabras que lo ayudasen; se conocía a sí mismo, era un ser impulsivamente desagradable y lo acababa de golpear, ¿Qué podría esperar? No sabía qué hacer y por primera vez, optó por no hacer nada.

Terminó arrepentido su paso, tampoco tendría cara con qué verle ni mucho palabras que lo ayudasen; se conocía a sí mismo, era un ser impulsivamente desagradable y lo acababa de golpear, ¿Qué podría esperar? No sabía qué hacer y por primera vez, op...

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Agresivo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora