Ya había pasado lo más difícil, la confrontación. Y ahora sabía que lo peor era lo que se avecinaba, aunque en retrospectiva, todo había pasado demasiado rápido.
Louis se había molestado porque quería que él le dijese cómo estaba, no por el engaño.
Louis le había dicho que lo vería luego, o eso significaba el hasta pronto.
Louis lo había mirado y no temido.
Louis era, en definitiva, un misterio.
Se preguntaba una y otra vez, el por qué de su reacción. Una persona normal opta por huir, por llorar, por enojarse o por culpar. ¿Por qué él rompía los esquemas?
Pero Danny sabía algo.
Las personas diferentes, se han roto en algún punto de su historia.
Y ahora que el «Hasta pronto» se había convertido en una promesa silenciosa, estaba más preocupado que animado. No tenía idea de qué podría pasar.
— Tiene una visita. —anunció una enfermera, parecía ser diferente a la vez anterior.
— Hagale pasar. —se sentó en la camilla con vista dirección a la ventana.
Esperaba que fuera él, y a la vez lo temía. No sabía qué decirle, había pasado un par de días desde entonces. ¿Qué tal? No, eso no. No podía sonar muy casual como si no lo importara. ¿Que has hecho? No, tampoco debía parecer impertinente. ¿Por qué no viniste antes? ¡No, no podía demostrar que lo extrañaba! No podía dejarle saber que su perfume se había impregnado en la habitación, ni tampoco que quería oír su voz de nuevo. Simplemente, no podía.
— Danny, hemos conseguido un hogar. —fue lo primero que escuchó.
Conocía ésa voz, no tenía que voltear para reconocer a Adriana.
— No me diga, ¿Otra familia perfecta? —agregó humedeciendo sus labios.
— No, es tu familia.
Volteó inmediatamente, trató de rebuscar en la mirada ajena algún indicio de mentira, pero Adriana seguía con su ridícula sonrisa con hoyuelos y su cabello recogido con una coleta. Notó que tenía algo de sobrepeso, pero aún no conseguía alguna broma detrás del asunto.
— No tengo familia, creí habérselo dicho.
— Sí, y son tus abuelos.
— ¿Tengo abuelos? —inquirió con una media sonrisa.
— Todos tienen abuelos Danny, no vienes de la cigüeña. —se acercó divertida hasta los bancos, organizando los papeles dentro de una carpeta.
— Señorita Cornel, no quiero ofenderla, pero no me interesa los hogares comunitarios ni la casa de un par de desconocidos arrugados. Me gustaría vivir solo, ¿Me entiende?
— Lo hago, Danny, pero primero; eres menor de edad y segundo no tienes con qué sustentarte. Es importante que pongas de tu parte y nosotros te ayudaremos. ¿Cómo van las terapias?
— Estoy seguro de que la psiquiatra le cuenta todo.
— No lo hace, es parte de su política y la nuestra. Quiero saber cómo estás.
— Estoy mejor, las terapias dan resultados eficaces.
— Oí que alguien te visitó.
— Un amigo del colegio, nada importante.
— Tu lista de visitantes está llena de adultos que tratan de ayudarte. ¿Piensas que no sé cómo te sientes? Yo también perdí a mis padres y quiero ayudar a quienes los pierden o no los tuvieron, a quienes sufren y no tienen una salida, no estás solo.
— ¿Así que todo éste teatro de preocupación barata se debe a sus traumas infantiles, señorita Cornel?
— ¿Qué?
— ¿Usted me cree idiota? —le dedicó una mirada severa, similar a las facciones de Esteban—, déjeme decirle que no lo soy, señorita. Todo lo que usted quiere hacer conmigo y con los demás es tratar de remediar su propio dolor y satisfacerse de la caridad que brinda, usted no se sacrifica más que para su propio interés emocional. Si me quiere venir con un intento de psicología diciéndome que no estoy solo y que un par de personas con mi sangre cambiarán ése hecho, espero que se marche con ésos ridículos tacones de colores.
— ¿Sabes qué? —Adriana se levantó, ofendida y con sus labios temblorosos—, no te creía un idiota hasta ahora.
— No me vengas con tu maldita sensibilidad, Cornel, podrías irte a la mierda ahora mismo; no estoy de humor para escuchar tu chillona voz.
— Seré joven para ejercer, pero no soy un juguete de diversión para ti, puedo hacerte llegar otra asistente social si lo prefieres; no soy la única y además, estás frágil emoc...
— Vete.
— Danny, tienes que acept...
— ¡VETE! —lanzó un vaso vacío hacia la pared con todas sus fuerzas, el plástico se rompió e hizo una pequeño raja en el muro de cemento.
Adriana inmediatamente se retiró sin decir alguna palabra más, antes de cerrar la puerta, le dedicó una mirada decepcionada y creyó escuchar un «eres un cretino».
Sólo quería que todo se acabara pronto, quería que dejara de doler.
Su teléfono vibró en dicho instante y abrió su mensajería vía internet.
Número desconocido: «mensaje de voz».
Al reproducirlo, era la voz de Louis acompañada con un fondo de guitarra acústica.
“La luna sale a caminar siguiendo tus pupilas, la noche brilla original después que tú la miras. Ya nadie sabe ser feliz a costa del despojo, gracias a ti y a tus ojos... Hey, Danny. Soy yo, sí. Pensé que te gustaría ése coro tanto como a mi, no lo sé, me hace pensar en Katherine. ¿Crees que la chica de la foto tenga esa personalidad? Deberías decirme dónde la encontraste, jaja. Ánimo, no preguntes cómo tengo tu número, pero venga chico, sólo cuentas con mis apuntes, a ver si reprobamos los dos. Espero que no me empujes para obtenerlos, la verdad es que tengo muchas cosas por decirte. Saludos, eh. Hasta pronto.”
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Agresivo. ©
Teen FictionHay maneras de hacerse notar; Danny tenía una bastante famosa y para la desgracia de muchos, efectiva. Danny es agresivo, un bully el cual aparenta ser insensible y no podrá evitar serlo cuando conozca a Louis; aunque una parte de él le grita en des...