CAPÍTULO 12

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— Tiene una visita —anunció la enfermera

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— Tiene una visita —anunció la enfermera.

De inmediato humedeció sus labios, vio su reflejo en el cristal de la ventana y se inclinó levemente hacia delante con la camilla.

— Hagale pasar. —su voz parecía un hilo que estaba seguro que podían cortar.

Y lo vio entrando con jean, sus deportivos, con una chaqueta azul marino, camiseta verde oscuro y con su cabello peinado hacia atrás en la coronilla luciendo su frente. Con sus pestañas largas y sin la sangre ni el moretón que le había dejado la última vez. Su piel parecía fina y pálida, con algunas muy pocas marcas de acné producto de la adolescencia, parecían confundirse con pecas y eso le fascinaba.

— Danny. —fue lo primero que pronunció.

El mencionado enmarcó la ceja derecha y estudiaba sus reacciones. La primera fue de sorpresa, la segunda de confusión.

— Louis. —atrajo su atención, lo invitó con la mirada a que se acercase y la enfermera se retiró dejándolos solos.

— Yo... Buscaba a alguien más, no quiero molestarte.

— Buscas a Katherine.

La expresión de Louis se tornó seria. Figuró una media sonrisa y luego, al ver que Danny permanecía quieto como estatua, se acercó bajando su mirada, viendo sus zapatos y con muecas confusas.

— ¿Cómo sabes...?

— ¿Quién es Kat? —completó por él.

Danny se mantuvo con una semblante seria, aunque en el fondo, los nervios lo carcomían como ácido sulfúrico.

— Yo soy Katherine, Louis.

El susodicho levanto la vista con los ojos abiertos de par en par, simplemente no podía dar crédito a los que sus oídos escuchaban.

— Quiero que me dejes explicarte, ¿De acuerdo? Cállate y escucha. Michael tuvo la tonta idea de jugarte una broma, y yo como idiota predecible..., le seguí el juego. Nos creamos el perfil de Katherine sacando las fotos de internet, es una mierda pero... De verdad pasó.

» Sé que no era lo que esperabas conseguir hoy. Pero repito, quiero que me dejes explicarte. No quiero seguir mintiéndote, ni tampoco mintiéndome. Te convertiste en un amigo y jamás podrás saber lo que eso significó para mí. Tienes todo el derecho hacer con ésta información lo que sea, asumo la responsabilidad de mis actos, tal vez eso me llevó hasta éste maldito hospital.

» Sé que esto luce mal, sé que no lo puedes creer. Pero te diré algo: eres una excelente persona. No tienes idea de cuántas veces me apoyaste aunque fuera con una máscara.

» Jamás te mentí siendo lo que soy, amo todo lo que te dije y detesto lo que sabes. Mi padre sí me golpeaba y eso ya lo sabe todo el mundo gracias a la ridícula prensa. He pasado todos éstos días que tardaste en venir pensando en esto y me sorprende que no hayas salido corriendo aún.

» No sé qué debes estar pensando... sí, siéntate. Hay una jarra con vaso en la mesa de noche, bien. Bueno, esto se complicó más para mí cuando me di cuenta de que eres el amigo que tanto me hacía falta. No como Michael, que sabe ser un cretino. Lo siento, siento haberte golpeado, estaba confundido y no sabes lo que me está costando hablar ahora mismo.

» Enserio Louis, disculpame. Parece una ridiculez decirlo ahora, pero te contaré la verdad. La broma de Michael no se detenía en sólo jugar a los enamorados, quería que nos pasaras fotos comprometedoras para poder publicarlo y arruinar tu vida. Suena ridículo, ¿No? Supe que no eras de ésos chicos cuando hablaba contigo, y tampoco lo intenté de todos modos. ¿No tienes nada que decir? Supongo que no merezco tus palabras, pero tienes razón; tú sí merecías una explicación.

Louis sólo miraba sus deportivos algo sucios, pensó en lavarlos más tarde. Haría muchas cosas para no tratar de pensar en lo que le acababan de decir.

Danny se peinó, notó pequeños nudos en su cabello y los deshizo, miraba nerviosamente a su visitante. Esperaba reclamos, regaños, ira, miradas despectivas; pero nada de ello dio presencia en la habitación. Louis sólo permanecía callado con la mirada perdida. Y decidió dejarlo ser, viendo el cielo por la ventana mientras pasaban los minutos y la compañía de Louis pesaba más y más en el ambiente.

— Danny...

Al fin la primera palabra, inmediatamente prestó su completa atención al azabache, encontrándose con su mirada esmeralda puesta en las pequeñas marcas que sus hematomas borrados dejaron y sus muletas.

«Oh, no»

— ¿Estás bien?

— ¿Qué?

— Con todo esto —señaló las muletas—, debe ser jodido.

— Acabo de decirte que Kat nunca existió, que el chico que te golpeaba fingía ser ella y que te consideró su amigo y qué..., y tú..., ¿Te preguntas si la paliza que me dio mi padre no fue suficiente? Estoy pagando por lo que te hice, y sé que lo pagaré más cuando me presente en el maldito colegio como el niño abusado con un hogar comunitario. Créeme, si quieres que esté peor no podría haber nada peor.

— A ver, cerebrito —Louis se levantó, se peinó, dejó el vaso de lado y frunció el ceño—, te estoy preguntado cómo estás para ser solidario contigo, tienes diecisiete años y el más idiota aquí fui yo por creer en una chica que no conocía en persona. En cambio te empeñas en seguir comportándote como un acéfalo sin siquiera pensar en cómo se pueden sentir los demás con el daño que ocasionas. ¿La broma sigue siendo graciosa? ¿Me sigues viendo la cara de estúpido?

— ¡Claro que no! Me importa el daño que te ocasioné a ti, ¿Qué importa mi edad? Si tú tienes la misma y si quieres comportarte como un maldito adulto y asumir el peso y la culpa, puedes meterte ésa actitud por el orto. ¿Qué coño te pasa?

— Sé que estás pagando un buen karma por lo que me hiciste pero no te culpo ni pretendo hacerlo, si quieres que me vaya, ¡Bien! Dilo y me desaparezco, ¿Por qué eres tan terco?¡Dios, como ella!

— ¡Yo era ella!

— ¿Y qué quieres que haga? Acabo de descubrir que la chica que me volvía loco es un adolescente con lo mismo que tengo yo, un pene. ¿Y quieres que lo supere y ya?

— No seas idiota, aquí no soy el único terco.

— Bien, hasta pronto Danny.

— Adiós.

— Genial.

— Bueno.

El azabache se retiró con pisadas pesadas y cerrando la puerta de un portazo.

«Hasta pronto».

«Hasta pronto»

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Agresivo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora