CAPÍTULO 22

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Danny estaba sorprendido

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Danny estaba sorprendido.

Aunque sabía que desde el primer momento en el que conoció a Freddy, había algo mal en él. Se decía para sí mismo que todos escondían algo..., y para bien o mal, había descubierto él, el pequeño secreto de una persona que ni siquiera le importaba del todo. Aún así, una ráfaga de furia recorrió su cuerpo. Recordó la suerte que Freddy tenía por tener una madre y un padre que velaran por su seguridad, cosa que él mismo no tenía.

— ¡Vení acá hijueputa! —comenzó a correr a dirección del azabache.

Las personas a su alrededor se alarmaron, los finos hilos del polvo blanco fueron recogidos en papeles y depositados en bolsitas de plástico en una cantidad extraordinariamente corta de tiempo.

— Danny, yo- —Freddy se vio a sí mismo interrumpido, él susodicho le golpeó en la quijada.

Todo pasaba en alta velocidad, algunos de los otros estudiantes huyeron mientras que otros dos acudieron a la ayuda de su "compañero", pero Danny era una bestia, su pura altura y contextura intimidaba. Freddy trataba de defenderse, golpeo en la quijada a su adversario y seguido a ello, Danny lo tomó de la parte frontal el cabello del azabache provocándole múltiples golpes de la cabeza contra la pared dejando a Freddy cada vez más débil. El pelimiel se veía a sí mismo cegado por la furia desatada, que recorría cada centímetro de su piel y mira con odio profundo sus propias manos, enfocándose cada vez más en la vista de él mismo dando golpes que estar dándolos de verdad.

De repente se oye el grito de una impresión y seguido por una voz gruesa alguien grita:

— ¡Paren de una vez! —el desconocido corrió a separar a Danny, quien deja caer el cuerpo del joven muchacho.

De inmediato el desconocido corrió al socorro del joven azabache, mas sin embargo, dio un vistazo alrededor cuando olía el ambiente.

— ¿Que está pasando aquí?

Danny se dejó caer al suelo. Tampoco podía responder qué había pasado.

— Tiene que llamar a una ambulancia —respondió el susodicho—, sólo hubo algunas diferencias porque un grupo de chicos querian drogarlo y llegue a tiempo, discutimos un poco.

Ya sabía lo que se le venía encima, pero lo único que quería era huir. Era demasiado joven para cargar con tanto peso. Decidió callar y en cuanto el desconocido mayor llamaba la ambulancia, Danny, que cargaba siempre un pañuelo por el sudor, limpió discretamente las hileras de la cocaína que estaban ya ligeramente dispersas por el propio viento y el inútil intento de los estudiantes por quitarla de la mesa.

Se sentía cada vez más como un criminal, no sabía si su sentido de justicia era correcto ni tampoco explicaba si el fin justificaba los medios porque, ¡No tenía fin claro en ése momento! Pensó en que lo descubriría luego de meditarlo, tenía muchas cosas en la cabeza y Louis era una principal preocupación también.

Por supuesto, pensaba en lavarse las manos. Recordaba la dulce sonrisa de Diana y lo bien que hablaba de su hijo, tal vez si hubiese tenido una madre, no habría querido que alguien dañara una sonrisa cuyo motivo principial hubiese sido él. Pero sólo "hubiese" es lo que tiene, ya que todos los días recuerda no tener una madre que le aconsejara qué tipo de hombre debería ser, y no sabía en qué se estaba convirtiendo...

Eso tal vez lo hacía sufrir, pero de momento no era conveniente quedarse estancado en el dolor..., Danny lo sabe muy bien. Si siguiese de la forma en la que estaba, su vida se pararía a la edad de 17 años y su mente nunca alcanzaría la capacidad que necesita de manejar las cosas bajo presión, incluso si requiere sacrificarse a sí mismo en el proceso.

¿Lo había decidido? ¿Se metería en problemas ajenos, y cual buen familiar se esperaría que fuera, aconsejaría a su recién llegada tía y a su escoria de hijo?

¿Tenía derecho a juzgar?

¿Quién era él para meterse en los asuntos privados?

¿Hubiese querido que alguien externo actuara decidiendo cosas importantes de su vida?

¿Y si fuese Louis, qué haría?

¡Cuánta insolencia la suya! La de compararse con alguien tan genuinamente gentil como lo era Louis, una persona capaz de sonreír y aclarecer las dudas que siempre lo acechan. Louis era para él, un sol. Sus rayitos de luz se colaban por cualquier espacio para darle vida y color a su vida, perdonaba y amaba con completa pureza, ¿Eso no hacía un Dios? Louis era especial, ¡Ni siquiera dudó en confesar el más alto pecado de un hombre! ¡Sentía atracción por su mismo género! Pero al mismo tiempo, ¿Qué había de malo en querer? No había género para el amor. Pero confesar que gusta de los hombres, no quiere decir que guste de alguien en específico,  ¿O sí?

¡De cualquier manera, era demasiado para procesar aún!

Necesitaba, en efecto, un gran descanso. Se supone que debía ir al baño y ahora oía de lejos a un desconocido metiéndose en los asuntos ajenos. Probablemente era un profesor, a los costados de sus entradas en la frente se visualizaba algunas canas y gotas de sudor en su piel. Por el momento había cunplido su rol, había salvado de problemas mas grandes a su obstinado primo y aún asi le había dado una paliza por inepto.

Ese era él mismo, pensaba Danny. Era una bestia con métodos ortodoxos para hacerlo divertida su miserable vida. Pero ahora tendría un propósito.

Arreglar su maldita vida.

Arreglar su maldita vida

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Agresivo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora