CAPÍTULO 15

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Ya era domingo, había pasado el día anterior quitando los posters y reacomodando la habitación

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Ya era domingo, había pasado el día anterior quitando los posters y reacomodando la habitación. Guardó todo en una bolsa de basura y lo metió bajo la cama, a excepción de los libros. Pensó que tal vez era hora de leer algo para nutrir su mente, aunque se perdía por las palabras hasta volverse borrosas y se aburría.

Limpió con un pañuelo los estantes, aunque no fuera el más organizado, le gustaba mantener sus cosas en un orden preciso, pero sólo acomodaba todo cuando su chiquero era bastante presente. Tampoco era fanático de la decoración, por lo que la habitación se veía para huéspedes y se sentía por lo menos mejor acogido de dicho modo; como si todo le gritase que es una situación temporal y no tiene nada de qué preocuparse.

Descubrió que no le gustan los ancianos. Gritan por todo, se molestan por nada y su garganta les temblaba. Algo que en lo personal, era bastante incómodo. Danny era un fan de la estética, y aquello lejos de ser hermoso, era repulsivo.

Y cuando él piensa en estética, piensa en Louis. En sus finos movimientos; siendo él tan tosco, y su ridícula piel pálida como la suya. Aunque Danny siendo pelimiel y con facciones más varoniles como mandíbula cuadrada, pómulos altos y cejas más pobladas –aunque delineadas naturalmente y a su vez, claras–, se diferían más como el típico rasgo americano. Y creía que tal vez Louis tenía dotes más italianos en su sangre.

No puede evitar pensar que Louis puede ser fotografiado y sería una musa increíble.

¿Pero cómo podía pensar que Louis sería una musa? Si debería serlo una mujer.

Deberían ser las curvas en la cintura de una mujer, pero él piensa en las curvas de la sonrisa de Louis y sus dientes, que tenía colmillos afilados y cada vez que se mordía los labios cuando no entendía algo en clase... Lo volvía loco. Quería repetir esa ocasión no solamente en sí mismo, sino que quería en secreto compartir la acción con él y ver su reacción.

¡Pero en qué piensa!

¡Y cómo se excita!

Debía parar con ésa locura, ni siquiera Katherine hubiese pensado en todo eso... ¿O sí?, de todas maneras, tenía que verlo al día siguiente, y ahora tenía que conocer a la famosa Diana.

Se alistó con una camiseta negra, jeans y deportivos. Tenía un mes sin fumar, pero con tanto medicamento no estaba seguro de darse ése lujo.

Tocaron la puerta, bajó las escaleras y vio a una hermosa mujer saludando con viveza a la señora mayor. Tenía una preciosa sonrisa, decorada con un labial salmón sutil y una cabellera amarilla soleada.

Danny se quedó admirándola en la escalera, y cruzaron miradas.

Sintió un cosquilleo mortal colarse bajo su piel, introduciéndose sin permiso por sus venas. No, era su tía. No debe sentir eso..., pero, ¿Dónde estaba toda su vida?

— Danny, al fin te conozco. —la mujer saludó con la mano y le indicó que se acercara mientras ella se acomodaba y cerraba la puerta.

— Diana, ¿Cierto? —su voz sono más tensa de lo que quería.

— Así es, dame un abrazo, ven. —extendió sus manos con una sonrisa.

— ¡El muchacho es raro! No le gustan los abrazos. —interrumpió la anciana.

— Oh, madre. Conocemos a un nuevo miembro en la familia, no deberíamos restringirnos un abrazo.

— Tengo diecisiete, no soy un nuevo miembro en la familia.

— Y justo como él... —Diana llevó sus puños hasta su cintura, y con su nariz arrugada revolvió el cabello de Danny—, a tu edad, tu padre y yo nos conocimos también.

— Ah, ¿Separados? —acomodó sus cabellos fastidiado.

— No, él se alejaba siempre.

No quería seguir hablando de Esteban, lo ponía de mal humor. Se dejó de charlas inútiles y se sentó en el sofá, los demás repitieron la acción.

El resto de la tarde fue más aburrido de lo que pensaba y estaba fastidiado. «¿És esto una familia?», pensaba para sí mismo, pues no hallaba diversión alguna de estar allí, sin embargo, Diana logró captar su atención cuando habló acerca de su auto nuevo y los repuestos que le fallan, se atrevió a unirse a la conversación y le dio recomendaciones; pues amaba los autos. Tratándose de una Hyundai Tucson del 2007 era fácil, había trabajado con ésos automóviles anteriormente. La mujer lo escuchaba atentamente, y como Danny supuso, era una rubia tonta; no había entendido nada de lo que le había dicho y tuvo que salir a revisar.

Una vez fuera, la mujer lo siguió con una sonrisa de lado a lado y él sentía nervios, aunque todo prosiguió con absoluta calma y en silencio, una vez terminado, sólo se trataba de los sensores para los cambios de velocidad y traía unos extras dentro del automóvil.

— Muchas gracias, Dan. Me has salvado. —le estiró la mano.

— Dime Danny, no me gustan los ápodos. —tenía la mano manchada con un poco de grasa y no se molestó en tomarla, sólo quería limpiarse.

— De acuerdo Danny, mañana puedo llevarte al colegio si lo deseas..., mi esposo es quien trabaja y no suelo tener mucho que hacer en casa. Así podrías conocer a mi hijo, su ruta por el colegio es más lejana y pasa por aquí y por el tuyo.

— Bueno.

No sabía si sentirse agradecido o insultado, ¿Trataba de ser amable o tenía lástima?

Sólo una cosa pasó por su mente: «Mañana veré a Louis..., y a Michael.»

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Agresivo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora