Estaba lloviendo...
Era por ello que la persecución para ambos se tornó mas pesada, porque los perros de caza que reclamaban sus cabezas parecían no rendirse, y los habían seguido por horas incesantes en las que hubo tal vez uno u otro momento en que pudieron respirar gracias a los improvisados escondites.
No sabían a donde se dirigían, la ruta de escape se había hecho de un camino improvisado de calles aledañas, avenidas y senderos, de luces rojas y verdes que les daban la pauta para seguir o seguir huyendo a veces como unos locos.
Nam estaba cansado, y el auto se estaba quedando sin combustible, Tae lo sabía pero no decía nada, estaba consciente de que sólo lograría angustiar más a su amor, era por eso que callaba y vigilaba de reojo, siendo más que el copiloto un aficionado vigía del camino.
La adrenalina de la persecución recorría su sangre, y lograba mantenerlos despiertos pero...
Estaba oscuro y estaba lloviendo...
Fue por eso que al derraparse para perderlos al filo de un verde sendero -que en ese momento lucia negro por la noche- el auto se volteó, dejándolos de cabeza por milisegundos en que creyeron que todo acabaría, y aun en ese momento desolador Namjoon interpuso su brazo, presionando a Tae al asiento con fuerza para que su cabeza no rebotara en el tablero del auto mientras caían, y entonces, después de esas insufribles vueltas del metal haciéndose trizas, sencillamente todo se silenció en el tronco de un enorme árbol que evitó que el auto siguiera rodando por la pequeña colina.
Todo fue silencio unos segundos, y después ruido de motores pasando de largo en un irónico efecto doppler; habían logrado perder a los perros de caza pero, probablemente a un precio demasiado alto, porque cuando Tae pudo abrir los ojos, el cuerpo de Nam pendía del asiento del conductor sujeto por el cinturón de seguridad, y de su cabeza escurrían pequeñas gotas de sangre que salpicaban lo que antes se podía llamar techo, y ahora era el suelo.
El pánico dentro de su cuerpo hizo que el sonido que salió de entre sus labios fuera agudo y sin vida, y como pudo se deslindó del asiento del copiloto, gateando hasta él dolorosamente.
-No...-Dijo en inaudible voz, angustiado, llevando su mano hasta el rostro del mayor, y rezó sin darse cuenta, como no lo había hecho desde la muerte de Nana; pidió y suplicó que abriera los ojos.-Nam...-murmuró.- Nam!.
Tal vez Dios no estaba tan ensañado con él después de todo, porque su amor comenzó a mover los parpados, regresándole una parte de su alma al cuerpo y posteriormente los abrió dolorosamente, encontrando los heridos y preciosos ojos del menor frente a su mirada.
-Tae...-Masculló a medias mientras el menor le sonreía aliviado.- ¿Estás bien?...-Preguntó sacándole una sonrisa a Tae, que no podía creer que estando en ese estado lo primero que le preguntara era si él se encontraba bien, pero así era Namjoon.
-Si... lo estoy- Dijo mientras intentaba liberarlo del cinturón de seguridad, y cuando lo hizo Nam cayó a gatas, agitando la cabeza ligeramente con el fin de aclarar el pequeño mareo que sentía por el golpe en la cabeza.
-Salgamos de aquí.- Dijo el mayor, gateando por la ventana rota, y cuando llegó al menor, que yacia del otro lado no dudó en examinarlo, aun cuando el halo de sangre en su cabeza le había llegado hasta el cuello.-Ven... déjame verte.- Dijo nervioso, sin importarle la herida, y lo tocó de pies a cabeza.
-Nam, estas sangrando.- Dijo el aterrado menor, viendo como las gotas de lluvia hacían que la sangre ahora escurriera hasta el suelo.
-No importa... no me duele.- Musitó, llevándose la mano a la cabeza, comprobando que sangraba generosamente, y aun así le sonrió, tratando de tranquilizarlo.
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Playing like a Gigoló ~ [NamV]- Finalizada
Fanfiction(Ad. +18) Taehyung, o "Joven amo" como todos lo llamaban, tenía 9 años cuando le pidió a ese joven que fuese su "Gigoló".... Namjoon tenía 17 años, cuando aceptó su proposición, preguntándose a sí mismo el significado de aquella palabra... *parejas...