Playing like a Gigoló ~ [NamV]- Finalizada

Capítulo 36: Home

Lo acercó a su cuerpo, y le dió un beso profundo, grabando en su memoria la textura de sus labios... el sabor de su saliva, como último regalo, como último sufrimiento y después lo miró fijamente, presenciando la mirada angustiada del mayor, grabando aunque fuese esa expresión, para llevarla por siempre dentro de él. –Te amo.... Te amo con toda mi alma Jinie...-murmuró y acto seguido salió corriendo, dejando al mayor a sus espaldas, que no pudo sostenerse en sus piernas, y se limitó a arrodillarse, mientras veía la silueta de Nam desaparecer en medio de la noche.

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Jin no lo sabe... pero cuando tomó ese avión Nam estaba ahí, escondido entre la gente, observándolo desde lejos, quería despedirse de él, pero sabia que no era correcto, así que se limitó a vigilar, sólo eso... ya no se permitía sentir dolor o tristeza, porque sencillamente no se lo merecía, solo podía observar y fingir que todo estaría bien, todo sería perfecto siempre y cuando viera a su Hyung subir a ese avión de forma segura, pues sospechaba que Kai y los demás podían estar pensando en eliminarlo, a causa de que había descubierto todo, pero nadie llegó... y entonces pudo, con el corazon haciéndosele pequeño, ver a Jin abordar, con la mirada completamente perdida, alargando el cuello buscándolo, pero no había nadie más ahí que sus padres para despedirlo, sus padres y los padres de Nam...

Después de eso Nam había terminado su misión... sus padres estarían bien cuidados, Jin estaría seguro, y cada centavo que gastó en ello lo valió con creces, y hecho eso, pudo entonces comenzar a "vivir sin hacerlo", Había guardado un poco de dinero, lo suficiente para sobrevivir muy austeramente y estuvo caminando sin rumbo mucho tiempo, pensando en todas las cosas que no podía sacarse de la cabeza, no tenía una razón para vivir realmente, y se sentía patético, pues respiraba por inercia, porque si se suicidaba... cuando viera a su madre ¿Qué es lo que le diría?, "perdóname, no tuve la fuerza"... No... no podía... su madre había trabajado tanto desde que Nam nació, para sacarlo adelante y él le pagaría de esa forma... no... no podía permitírselo, pero en dado caso vivir de esa forma era casi lo mismo que morir, pensaba que guardaba respeto a la memoria de su madre tomándoselo todo demasiado literalmente... porque su madre le había pedido que viviera... y él no estaba haciendo eso... él solo no estaba muriendo...

Fueron varios meses a la deriva para la mente de Nam, mientras viajaba por el país consiguió un par de trabajos pequeños... que fueron disminuyendo con el tiempo... su cabello comenzó a crecer, junto con su aspecto desaliñado, y era por eso que cada ves se le dificultó más conseguir dinero.

A veces durmió en algunos albergues, otras simplemente en la banca de un parque y en los casos mas extremos conseguía periódico y se iba a un callejón, con los otros pobres diablos como él. Hubo una vez alguien que se acercó para ofrecerle comida y casa a cambio de "favores" que tenían que ver con robar o con vender cosas ilegales en la calle, pero no lo necesitaba, no volvería a ese mundo nunca más, aunque fuera en el nivel más bajo. Muchas veces pensó en llamar a Hope, pero no lo hizo, juró que no perturbaría su vida nunca más, ya había hecho demasiado daño.

Fue una vez mientras caminaba por un sendero verde completamente desierto, que encontró una pequeña casita de una habitación, estaba sumamente sucia y la puerta estaba a punto de caerse, pero tenía mucho frio esa noche, así que se acercó, entrando en medio de la oscuridad de la noche, y encendió fuego en una precaria estufa de carbón que estaba en el centro, rogando porque nadie se apareciera para echarlo del pequeño inmueble, pero ninguna persona apareció esa noche... ni las siguientes.

Era lógico que nadie apareciera por ahí... el pueblo más cercano se encontraba a 1 hora caminando, así que se preguntaba quien habría habitado ese lugar antes, y después notó que había un campo abandonado a un lado, y concluyó que probablemente aquella casita había pertenecido al cuidador del campo, y se alegró porque probablemente nadie la reclamaría.