Capítulo 45: Las luces de la ciudad

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-No necesitas pedirme que regrese a ti, porque jamás te dejé un segundo... no necesitas que te dé mi amor o que te pertenezca, porque aunque no lo quisiera mi corazón se entregó a tus manos sin pedirme permiso, y sigue ahí acurrucado como si nada hubiese pasado; sólo dime que amas... embriágame de nuevo con tus dulces palabras, mételas en mi cabeza hasta que me haya saciado, tómame de nuevo entre tus brazos... y nunca dejes que me vaya....

Tae alargó el cuello para besarlo intensamente, alcanzándolo, rodeando su cuello lenta y tiernamente, y Nam lo cargó, estrechándolo con cariño entre sus brazos, dirigiendo su rostro hacia arriba para poder alcanzarlo, y se perdió junto con él en una fantasía irreal, suave como estar sobre una nube, suave como estar sobre el verde pasto del campo, ese verde pasto que brillaba el día de lluvia en que se conocieron

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Nam estaba recostado de frente a él, y en silencio acariciaba su rostro, mientras Tae, tierno como solo podía ser con él, ladeaba la cara, permitiéndole convertirlo de repente en algo indefenso e invaluable, y sonreía viéndolo de esa forma, dejándose amar como deseaba desde hace mucho tiempo, recibiendo en pequeños pedacitos de cariño, todo el amor que había guardado sólo para él.

Su corazón se sentía fundirse, no como algo doloroso, sino como algo cálido, sentía fundirse como si fuese un malvavisco en una taza de chocolate, como un caramelo dentro de los labios de su hermosos tesoro, y ahí quería quedarse por siempre, y lo deseaba con tanta fuerza que el tiempo a su alrededor paso lento, casi temeroso, de atreverse a romper su felicidad.

Tae lo miraba divertido, con esa sonrisa traviesa y cuadrada que siempre le regalaba, burlándose de su expresión hipnotizada, de sus suspiros al aire, que lo hacían lucir como si jamás en su vida hubiese conocido el amor hasta ese momento, y lo miró profundamente, capturando cada detalle de su ser con la memoria, como si quiera guardarlo para siempre, en una galería pequeña y privada, dentro de su cabeza; sus labios gruesos, sus ojos rasgados y esa nariz larga y enmarcada, que solía arrugarse cuando reía, esos hoyuelos hechos a mano, solo para él, y su sonrisa, blanca y esporádica, sincera, completamente mágica.

-Ven...-Dijo Nam distrayéndolo de sus pensamientos, tomando su mentón con cariño, y alargó el cuello para poder besarlo cariñosamente, depositando gota por gota el ilimitado amor dentro de sus labios, como si hubiese convertido sus palabras en dulce néctar, y se lo diese, para hacerlo adicto a él, y cuando se separó de él, le sonrió amable, haciendo que Tae se avergonzara, metiendo la cara en su pecho desnudo, para ocultarse.

-No te ocultes... me gusta verte así.- Dijo abriendo sus brazos para poder sacarlo de su escondite, y Tae se incorporó, negándose a ser mirado

-Me da vergüenza, parece que fuera un adolescente.- Dijo sentándose de piernas cruzadas enfrente de él, sin levantar la mirada

-No tiene nada de malo... - Musitó Nam siguiéndolo, sentándose frente a él en la misma posición, sin tocarlo -Mírame...-Pidió en voz apacible, levantando el mentón de Tae poco a poco con sus dedos, hasta que pudo encontrar de nuevo su mirada, y cuando esos ojos enormes y oscuros lo capturaron, sintió un vuelco en el corazón, como si una descarga hubiese corrido por su cuerpo.-Te sientes avergonzado pero... -Susurró, tomando su mano, y la puso sobre su pecho, con suavidad.-Siente... como es que no puedo controlarme cuando te miro.-Dijo sonriendo, soltando una pequeña risa de nervios.- Tengo 26 años, pero cuando me miras tiemblo...

-Nam...-musitó Tae sorprendido de sentir el ritmo de su corazón tan agitado.

-Me causa un poco de preocupación, siento que voy a morir si sigo mirándote, y al mismo tiempo no quiero dejar de hacerlo...

Playing like a Gigoló ~ [NamV]- FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora