Playing like a Gigoló ~ [NamV]- Finalizada

Capítulo 16: "Mi Nam..."

Hacía mucho tiempo que no recorría la mansión de pies a cabeza, prefería estar en la parte este, en donde está su habitación, el salón de juegos, la habitación de Nam y el gran comedor, y había una razón justificable para ello, recorrerla completamente era para él un nostálgico sufrimiento, aquella edificación hacia resonar sus pasos solitarios en el frio piso de mármol haciéndolo sentir como la única persona en el mundo, y más aún porque en el lado oeste se encontraban las vacías habitaciones que alguna vez habían pertenecido a las personas que más había amado en el mundo, sus cosas seguían ahí, inmaculadas, como si el tiempo se hubiera detenido, aunque sobre ellas descansaran una que otra capa de polvo añejada. No se atrevía a entrar, miraba de reojo desde la puerta, recordando como Nana leía junto a la ventana, como Bo Gum practicaba frente al espejo poses de esgrima, y después, cerraba la puerta como poniendo una pausa a aquella escena; Jamás entraba a la habitación del presidente, ni siquiera sabía como era, pero no le importaba, en general, no le importaba nada que tuviera que ver con él, sólo su dinero, tal vez su permiso y ahí se acaba la lista y después de recorrer esos pasillos se encontraba con la puerta del salón de eventos principal, en donde un extenso bar adornado con luces de colores empolvadas y botellas que armaban un mosaico interminablemente hermoso de licores conformaban una de las colecciones más exquisitas que pudieran haberse visto.

Tae la observó por un momento, solía beber vino de vez en cuando en las comidas, Nam le había enseñado algunas cosas sobre ello, y en ese momento, al mirar todas esas botellas creyó que sería buena idea tal vez beber una, para quitar el sabor amargo que tenía en la boca.

Salió al pasillo, asomando sólo la cabeza, y por casualidad una de las mucamas iba pasando sin notar aún su presencia en ese lugar.- Oye tú...- Aquella chica volteo sin prisa, sorprendida por encontrar la cara del joven demonio ante ella y los bellos de la piel se le erizaron aun teniéndolo a más de 5 metros de distancia. Hizo una reverencia en automático, cerrando los ojos.

-S-si amo, dígame.- Masculló sin mirarlo a la cara

-Quiero beber algo en el bar...tienen 10 minutos para tenerlo listo...-Dijo soberbiamente, caminando hacia a unos de los balcones de frente, como si le diera espacio para que lo arreglaran y miró su reloj, señalándoselo a la mucama. La chica corrió despavorida, trayendo con ella en tan solo segundos a un buen número de empleados que pasaron a las espaldas de Tae corriendo con artículos de limpieza.

Tae se distrajo viendo hacia lo lejos la segunda mansión dentro de su propiedad, y vio como un auto se estacionaba frente a la entrada principal, era color negro, probablemente de su primo y le vino a la mente la escena en donde estuvieron juntos en la biblioteca, codo con codo, como si nunca hubiesen tenido diferencias y pensó que tal vez, si no hubiese nacido con tanto dinero bajo el brazo tendría todo lo que anhelaba. Si no tuviera tanto dinero tendría amigos... Nana y BoGum no habrían sido asesinados, su primo no le temería, su tía tal vez no trataría de destruirlo, tendría un padre y una madre... si no tuviera tanto dinero tal vez... tal vez Nam no habría tenido que cuidar de él, si no hubiese venido al mundo de esa forma... tal vez podría haberlo conocido de manera diferente, podría haberlo invitado a salir, a tomar una copa... podría haberle pedido que fuera su novio de forma normal, si hubiese sido de otra forma Nam podría amarlo, como él lo ama.

-A-amo... el salón está listo.- Dijo a sus espaldas una voz femenina y miró su reloj irritado, comprobando que había pasado 9 minutos. Tae no le contestó, paso de largo hasta el salón, y lo encontró reluciente, hermosamente iluminado, y sólo por un momento quiso hacer un comentario, sobre que parecía uno de esos bares americanos de las películas de gánsters, pero no había nadie ahí para escucharlo. Aquel lugar había estado cerrado desde el día en que su padre se había ido al extranjero, y le sorprendia que 9 largos años no habían podido opacar ni un poco su belleza.