Hogar, dulce hogar

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Después de un par de semanas llegó a su destino, no pudo evitar sonreír al distinguir su planeta, por mucho que le gustara Coruscand o Naboo, o cualquier otro planeta, ninguno se comparaba con su hogar, con una sonrisa pulsó el botón de "camuflaje" y disminuyó su poder considerablemente, quería darle una sorpresa a su familia. Al final aterrizó en las afueras del bosque Kent, en Inglaterra, dejó la nave en la pequeña base subterránea que había sido construida por su abuelo antes de que su padre empezara a entrenar, después de cambiarse la ropa por un atuendo menos llamativo que consistía en un jeans oscuro y una camiseta celeste, se ató el cabello en una cola de caballo y empezó a andar. Tardó una media hora en llegar al pueblo, era un pueblo bastante pequeño comparado con el resto del país, estaba bastante alejado de la capital, ubicado en la ciudad de Cotswolds, Inglaterra.

Sin perder el tiempo fue a su casa, esta se encontraba en una colina alejada del pueblo, no era una mansión dichamente, pero tampoco era pequeña, la casa contaba con doce cuartos en la planta alta, nueve utilizados como habitación, uno como cuarto de televisión, otro como cuarto de juegos, y el último como armario donde guardaban todo lo que tenía que ver con la República y sus padres, mientras que la planta baja contaba con la cocina, la sala de estar y el comedor, y por supuesto no puede faltar el taller de Sandra que se encontraba junto al garaje.

Caminó despacio hasta llegar a la casa, entró en silencio, aún era muy temprano, por lo que los menores debían estar en la escuela y Carter y Verónica en el trabajo. Con una tranquilidad que no había sentido en mucho tiempo se tiró en el sofá y puso la televisión. No fue hasta un par de horas después cuando la chica escuchó pasos en la planta baja, con suavidad se levantó y apagó el televisor, caminó despacio hasta el primer piso, al llegar al comedor se detuvo.

—Issa, ya te dije que no puedes hacer eso—dijo Sandra con el ceño fruncido.

—No es justo, tú haces lo que te da la gana, por que yo no puedo hacerlo—replicó la niña.

—Ya les dije...

—Issa, tiene razón—dijo Dani dándole la razón a su hermana.

—¡Ya basta! Eres una niña y tienes que obedecer.

La niña iba a replicar, pero en ese momento vio a su hermana y corrió a abrazarla, Sandra se dio la vuelta enojada, pero al ver a Keithlin su rostro se relajó, y corrió a abrazarla.

—Gracias al cielo, ¡oh Keith! No vuelvas a hacer eso—murmuró Sandra con lágrimas en los ojos.

—Shh, tranquila, estoy bien—murmuró Keithlin en voz baja al escuchar a su hermana sollozar.—Estoy bien.

—¿Estás bien hermanita?—preguntó Dani preocupado.

—Sí, sí, lo siento—farfulló Sandra separándose de su hermana a la vez que se llevaba las manos a los ojos limpiando las lágrimas en ellos.

—¿Niños por qué no van a ver televisión un rato?—les preguntó Keithlin quitando a Thomas de los brazos de Sandra para después dárselo a Issa.

Ambos sonrieron y fueron arriba, no sin antes abrazar de nuevo a su hermana. Keithlin se acercó a Sandra y le limpió las lágrimas que recorrían sus mejillas con delicadeza.

—Estoy bien, descuida.

La joven asintió en silencio.

Keithlin la volvió a abrazar. Sandra dejó caer su cabeza en el hombro de la chica y se permitió llorar, últimamente había sido fuerte por los pequeños, pero en ese momento no tenía nada que demostrar a nadie.

—Shh.

—Lo siento—murmuró la chica en inglés después de un rato, separándose de su hermana y limpiándose la cara con su camisa.

—Tranquila ya todo estará bien— su inglés sonó un poco extraño al llevar mucho tiempo sin hablarlo.— ¡Oh mi niña! Haz sido obligada a crecer muy deprisa, no sabes cuanto desearía poder cambiar eso.

Sandra asintió con la cabeza.

—Hay cosas que no podemos cambiar. Iré a buscar a los niños para...

—Descuida lo haré yo—se apresuró a decir Keithlin.

—No, no, yo lo hago, debes de estar cansada, ¿por qué mejor no vas...?

—No, llevo mucho tiempo sin verlos Déjame hacerlo.

Sandra iba a replicar, pero no fue capaz al ver la mirada de su hermana.

—Claro.

Keithlin le acarició el brazo con cariño, y después volvió a la habitación de arriba donde pudo ver a sus hermanos pequeños viendo la televisión, tomó a Thomas, que estaba sentado entre ambos y lo levantó para poder tomar ella su lugar y luego sentarselo en los regazos. Ambos niños se recostaron a Keithlin.

—¿Se han portado bien?—preguntó Keithlin mirándolos a ambos alternadamente.

Dani asintió con la cabeza.

—Si nani, nos hemos portado muy bien—contestó Issa con una sonrisa.

Keithlin no dudo en corresponder a su sonrisa, pero bajo su sonrisa estaba la sombra de un fuerte dolor, la última persona en llamarla así había sido Quemly.

—¿Y cómo les fue en la escuela?—preguntó Keithlin después de un rato.

—Bien.

—Genial.

Dijeron ambos a la vez.

—Me alegra.

Iba a añadir algo más cuando sintió una nueva presencia en la casa, se levantó del sillón y volvió a bajar, en cuanto llegó se paró en seco al verle, este se volvió y la miró, todo rastro de preocupación en su rostro se esfumó en el acto al ver a su hermana, Keithlin se lanzó a sus brazos y este la abrazó levantándola un par de centímetros del piso. Se quedaron un rato así sin querer soltarse.

—¡Oh Keith! ¡Cuánto lo siento! Gracias a la Fuerza estás bien, perdóname.

—Yo no tengo nada que perdonar—negó Keithlin con la cabeza sobre su hombro sin querer soltarlo.

—Yo te envíe allí.

—Yo te lo pedí.

Carter iba a replicar, pero al final se detuvo, no quería pelear con ella. Se separaron con una sonrisa en sus rostros.Ambos se sentaron en la mesa y se apresuraron a ponerse al corriente de todo, aunque en realidad los que hablaban eran Sandra y Carter, ya que Keithlin aún no se sentía lista para hablar, y sus hermanos no insistieron, después de un rato llamaron a los más pequeños y se sentaron a comer, al terminar Keithlin se levantó y se dispuso a salir.

—¿Qué sucede?—preguntó Carter mirándola, hace un rato había notado que algo pasaba por la mente de su hermana, pero aún no sabía qué.

—Iré a dar una vuelta— fue lo único que contestó la joven.

Carter sabía que no lograría que le dijese nada más, por lo que asintió. Keithlin se puso la chaqueta y salió de su casa en busca del colegio que se encontraba un poco lejos de su casa, al llegar se detuvo esperando la campana de salida.

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Una noche, después de llevarse al pobre y desafortunado soldado, el sith volvió con una chica a la cual tiró al lado de Keithlin, esta no quería mirarla, ya que predecía su destino y no era capaz de mirarla a los ojos, no lo hubiera hecho de no reconocer su presencia, con miedo en sus ojos miel, la chica levantó la mirada para encontrarse con los de su hermana, idénticos a los de suyos.  

Star Wars el regreso de los GronspDonde viven las historias. Descúbrelo ahora