Un deporte y una agresión

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Al llegar los padres del joven la jedi dejó al chico al cuidado de su madre mientras iba a atender a su padre, el joven había sufrido una fractura en el cuello, estaba segura, pero no quería decir nada hasta que llegaran los paramédicos, ella no era la persona indicada para decirlo, además de que parecía desorientado, era posible que también se hubiera golpeado muy duro la cabeza, pero guardó silencio. Llevó al hombre a su oficina y se sentó, este se sentó enfrente.

—¿Qué sucedió?—preguntó el señor mirándolo.

Keithlin le dijo los hechos tal y como lo había visto ella momentos antes, este la escuchó en silencio y sin interrumpir, al terminar se quedaron un momento en silencio.

—Si no cree en mí palabra pedí a los chicos mayores que se quedaran, por si quiere hacerles alguna pregunta—dijo al final mirando al hombre frente a sí, este negó con la cabeza dando a entender que no sería necesario. —
Entiendo que lo que hizo Jason no fue correcto, pero sigue siendo un niño y le pido, como un favor personal, que me permita ocuparme personalmente de su castigo, pero por favor...—hizo una pausa en la que lo miró, el hombre le devolvió la mirada sin decir nada— no llegue a ponerle cargos mayores, déjame encargarme yo de él— le suplicó Keithlin mirandolo.

—Hablas de él como un niño cuando tú misma lo eres— comentó el hombre— ¿qué edad tienes? ¿veintidós, veintitrés?

—Diecinueve.

El hombre la miró asombrado.

—¿Diecinueve? Y aún así lo tratas como niño cuando tiene sólo dos o tres años menos que tú.

—He tenido una vida difícil y a pesar de ser una niña como dice usted, yo no lo veo así, tengo cinco hermanos pequeños a los que les he dado de comer por los últimos años, puede que no tenga muchos años, pero he vivido más cosas que muchas personas que me doblan la edad— repuso Keithlin sin pensar, no era del tipo de persona de los que le cuentan su vida privada a todos, a ella al igual que a sus hermanos no le gustaba hablar de su vida.

—¿Cómo es que cuidas a cinco niños siendo tú menor de edad?

—Mi hermano es mayor de edad— simplificó Keithlin dando por finalizada la discusión y el hombre no insistió.

—Siendo así, deberías entender tan bien como cualquier madre, que una persona que daña a su hijo no merece seguir normal sin ningún castigo mientras que mi hijo sufre en un hospital, no soy tonto niña, lo vi en su cara cuando llegué, lo veo en la tuya ahora, Tylor no está bien, se dio..., le dio, un golpe muy duro en la cabeza.

Keithlin se quedó sin palabras durante un segundo, el hombre tenía razón, la imagen de el chico asustado que aguardaba en la otra sala le recordaba a su propio niño que esperaba asustado a Obi-Wan, no podía hacer nada por Jonas, pero si por Jason.

—Por favor, déjame encargarme yo personalmente, lo hablé sin su esposa por que sé, como mujer que soy, que ella pondría sus sentimientos sobre la razón, las mujeres solemos cometer ese error, especialmente con las personas a las que amanos, pero confío en que usted no lo hará.

—¿Qué harías tú de estar en mi lugar?—preguntó el hombre— Si fuera tu hermano pequeño.

—Es por él que lo hago.

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Al llegar la ambulancia, el joven estaba inconsciente y la madre lloraba a su lado, los paramédicos se lo llevaron y los padres lo siguieron en su auto, sólo entonces Keithlin volvió a la sala principal, todos los jóvenes mayores de doce años seguían ahí, en una esquina se encontraba Jason, tenía la mirada fija en el piso y el pelo se le pegaba a la cara, Keithiln se acercó a él en silencio, todos los presentes la observaron en silencio. Al llegar a su lado se cruzó de brazos y lo miró. Este no levantó la vista.

Star Wars el regreso de los GronspDonde viven las historias. Descúbrelo ahora