Taekwondo

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Era un día cualquiera, los niños se alistaban para la escuela, los mayores para el trabajo, Keíthlin había vuelto a trabajar en la Academia y alistaba al pequeño Thomas para ir a dejarlo en la guardería,(no sin cierta nostalgia ya que Quemly era quien solía quedarse con él), todos hablaban en la cocina cuando el vaso que sostenía Jonas fue a dar al suelo con un ruido sordo.

—¿Jonas qué s...? —Verónica se quedó con las palabras en la boca al ver la mirada de los mayores.

Carter y Keithlin intercambiaron una mirada significativa, ambos habían sentido la presencia de un joven maestro y amigo, Obi-Wan Kenobi para ser exactos.

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—Espera—el chico volvió a subirse al auto y cerró la puerta.

—Ya habíamos hablado de esto— empezó Carter en voz baja— todo estará bien—el menor dejó caer la cabeza en el respaldar del asiento y cerró los ojos, Carter le puso una mano en el hombro— quiero..., necesito que estés tranquilo.

—Descuida Carter, lo estaré, sólo necesito no pensar en eso por un momento—asintió Jonas con los ojos cerrados—pero descuida, no te armaré un escándalo al volver a casa.

Al decir esto Carter no supo si se estaba refiriéndo a su propia casa o a la República, pero prefirió no añadir más.

—Que tengas un buen día.

—Tú igual—se despidió el chico, saliendo del auto.

Carter siguió su camino no muy convencido de que el chico cumpliera con su promesa, no quería armarles un escándalo a los Jedi, con que los dejaran quedarse en la Tierra ya había sido suficiente como para también montarles un espectáculo.

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Al entrar al instituto se dirigió al aula que le tocaba y se sentó al final de la clase junto con sus amigos, después de un rato sonó la campana de entrada e inició la clase. Jonas intentó prestar la mayor atención en clase, pero le resultó imposible, cada vez sentía más cercana la presencia de Kenobi y a pesar de querer cumplir con lo que le había dicho a su hermano no estaba tan seguro de poder cumplirlo, cada vez se sentía más asustado, aunque le costara admitirlo incluso ante si mismo, hace mucho tiempo que no se había sentido tan desorientado, no desde que había muerto su madre.

Después de un rato la profesora les permitió hacer el trabajo en grupos, en un principio el chico pensó en hacerlo solo, no le gustaba mucho trabajar en grupos, normalmente las demás personas no hacían más que hablar y distraer, pero se lo pensó mejor y se unió a un grupo, era probable que pronto dejara la escuela y en ese momento quería olvidarse de sus problemas y que mejor idea que hablar y distraerse.

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—Ahora bien, únanse en parejas y practican los ejercicios que hemos visto—dijo Keithlin retirándose de la plataforma mientras los jóvenes hacían lo que les pedía.

Se quedó observándolos un momento sin decirles nada, después de un rato volvió a subir a la plataforma y se paseo por los chicos, corrigiéndolos y enseñádoles, se detuvo junto a la pequeña Sophie, era la menor de los niños a los que entrenaba, tenía ocho años y a pesar de su edad era una de las mejores en su categoría.

—Muy bien Sophie, no olvides protegerte la cara— la felicitó Keithlin con una pequeña sonrisa.

—Gracias señora—dijo la niña juntando las manos y haciendo una inclinación.

Keithlin le contestó del mismo modo, iba a añadir algo más cuando un estruendo a su espalda la desconcertó, al volverse la mayoría de sus estudiantes se amontonaban en un circulo, Keithlin frunció el ceño y se acercó despacio, al verla los muchachos se apartaron dejándola pasar, en el centro habían dos chicos, Jason, de dieciséis años, corpulento y alto, y Tylor, un chico de doce años pequeño y delgado. Tylor se encontraba tirado en el piso mientras que Jason se encontraba encima de él prensándolo con las rodillas mientras le acertaba golpes en la cara, Keithlin se adelantó y tomó al chico de los hombros y lo levantó, no sabía de donde había sacado la fuerza ya que el joven era unos diez kilos más pesado que ella, pero aun así logró levantarlo y alejarlo del joven, este intentó volver a atacarlo, pero Keithlin lo volvió a empujar.

—Vuelve a acercarte y te arrepentirás—le aseguró Keithlin con una mirada asesina.

El chico no se atrevió a moverse, nadie se movió, ninguno había visto nunca a Keithlin de esa manera, ella siempre solía comportarse muy cariñoso y tranquila.

La joven se arrodilló junto al niño y le puso una mano en el hombro, el joven tenía el labio partido y la nariz le sangraba, parecía habersela quebrado, tenía los ojos muy abiertos y no apartaba la vista de Jason.

—Trasy—llamó Keithlin.

Una joven de cabellos dorados se acercó.

—Tráeme el botiquín de primeros auxilios— la joven asintió y corrió a hacer su cometido.—John llama a los padres de Tylor, Frank tráeme agua y hielo para ponerle en el labio— mientras hablaba las personas que mencionaban iba alejándose rápidamente, aprovechando la distracción Jason retrocedió despacio— en cuanto a ti—añadió Keithlin con dureza—te quedarás aquí hasta que yo te diga lo contrario—le espetó Keithlin sin mirarlo, el chico bajó la cabeza y asintió, en verdad parecía apenado pero esto no iba a deshacer lo que había hecho.

Después de un rato volvió Trasy con el botiquín en la mano y lo dejó junto a la jedi, Keithlin abrió el botiquín y cogió el alcohol y un poco de algodón, cuando terminó de mojar el algodón con el alcohol se acercó al muchacho, este seguía asustado, Keithlin levantó la mirada y le hizo una señal al joven que tenía enfrente para que se acercara, este obedeció y se inclinó a su lado.

—Sostenlo.

Este asintió y colocó ambas manos alrededor de su cabeza.

—Tylor— el chico estaba demasiado asustado como para prestar atención, aún parecía desorientado—shhh, mírame- este se logró tranquilizar después de un rato y cuando lo hizo Keithlin le limpió la sangre en silencio al terminar lo miró—escucha, se te ha dislocado la nariz y necesito volver a ponerla en su lugar—el joven abrió mucho los ojos— no dolerá mucho, te lo prometo—el chico asintió asustado, Keithlin miró a su alrededor— todos los que sean menores de doce años pueden irse, el resto necesito que estén aquí cuando los padres de Tylor lleguen, pueden ir a cambiarse si quieren, Trasy, tu quédate aquí, y Jason también— cuando ya todos se hubieron retirado Keithlin volvió su atención al niño— ¿estás listo?—el joven no lo estaba pero aún así asintió—bien a la de tres— el joven respiró hondo varias veces- uno..., dos—dicho esto volvió a acomodar la nariz en su lugar, el chico dejó escapar un grito ahogado a la vez que gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas—shhh, tranquilo, ya pasó—murmuró Keithlin levantando su cabeza y acomodándolo en su regazo.

Star Wars el regreso de los GronspDonde viven las historias. Descúbrelo ahora