Sorpresas

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Después de dejar al chico en la escuela fue a trabajar, al llegar a la casa entró y pasó al cuarto de Alexis, su protegida, allí estaba ella sentada frente al tocador terminando de arreglar su cabello, Carter tocó la puerta con lo nudillos.

—¡Carter!—exclamó Alexis con una espléndida sonrisa en su rostro.

Este le devolvió la sonrisa con sinceridad.

—¿Puedo pasar?—preguntó Carter con una reluciente sonrisa en su rostro.

—Hace mucho tiempo que esa pregunta no sirve de nada—repuso Alexis.

El chico negó con la cabeza divertido.

—Eres mi jefa ¿sabías?

La sonrisa de la chica se hizo más amplia.

—Lo sé, pero prefiero considerarme tu amiga.

—Creo que serías más como mi hermana.

Un leve sonrojo asomó el rostro de la más joven, estaba acostumbrada a que el chico la llamara de esta forma aunque no le gustaba que él la viera de esa manera, le gustaría que le viese de otra forma, pero sabía que él nunca lo haría y no lo culpaba, inconscientemente se llevó una mano a las piernas, los médicos no lograban explicarse como, tan sólo un día había dejado de caminar y nunca más pudo volver a mantenerse en pie, Alexis tenía sus sospechas de que Carter sólo seguía con ella porque le tenía lástima y odiaba eso, pero no por eso lo odiaba a él.

—¿A dónde vamos hoy, majestad?— preguntó Carter tomando la manilla de la silla de ruedas y corriéndola hacia atrás.

—A donde no haya gente loca como tu—repuso Alexis siguiéndole el juego.

—Mmm, algo difícil en este país— comentó Carter con aire pensativo.

—Eres imposible.

—Deberías conocer a mis hermanas apostaría a que se hacen amigas en un segundo, tienen la misma opinión sobre mi—bufó el joven divertido.

La chica soltó una carcajada, no era la primera vez que el chico mencionaba a su familia, pero hasta el momento la chica no les conocía y algo le decía que no debía hacerlo.

—¿Y bien?

—Mmm, un helado suena bien.

—Un helado será.

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Fueron a la ciudad y pasaron por miles de tiendas buscando lo que ocupaban, al final se detuvieron en el parque y se sentaron en una banca dejando que el niño jugara con las aves, Keithlin se puso a hacer cálculos rápidamente en su cabeza, recordando todo lo que tenía que comprar.

—Ya lo tenemos todo ¿no es así?

Keithlin lo pensó un momento.

—Creo que si, aunque aun falta pasar por la sorpresa.

—Obvio.

—¿Qué crees que suceda?—preguntó Verónica después de un rato.

Keithlin la miró un segundo sin contestar.

—No lo sé—admitió la joven en un murmullo.—Sé que Jonas será un gran jedi si así lo desea, deja que se le pase el susto, en cuanto empiece el entrenamiento espero que vuelva a ser el mismo.

—No creo que eso suceda, él jamás volverá a ser el mismo, ninguno de nosotros lo volverá a ser después de esto.

Keithlin no dijo nada, la joven tenía razón, en cuanto pusieran un pie en la República sus vidas cambiarían completamente y ya nunca más volverían a ser iguales.

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Al salir del colegio, ya más tranquilo, se dirigió a el colegio de su hermana y la esperó en la salida, el instituto al que esta asistía era sólo de mujeres, mientras que al que él iba era sólo de chicos, o al menos lo fue hasta ese año cuando cambiaron las normas y permitieron chicas, se sentó en la escalera y se dispuso a terminar su trabajo de ciencias cuando sintió a alguien observándolo, levantó la mirada de su trabajo, pero al dirigir su mirada al callejón en busca del dueño de esa mirada sólo vio una larga cabellera ondulante desaparecer en la esquina, Jonas frunció el ceño levemente pero no le dio tiempo de pensarlo mucho cuando unas manos le cubrieron los ojos.

—Ya estamos muy grandes para esto ¿no lo crees?—comentó Jonas negando con la cabeza divertido.

—Mmm, no, me parece que no— respondió Sandra divertida a la vez que lo soltaba y le depositaba un beso en la mejilla.

—Nos vamos.

—Claro.

El chico se levantó y como todo el caballero que era tomó la mochila de su hermana y se la guindó al hombro cosa que la chica no podía permitir.

—Dame yo lo llevó.

—Ni hablar.

—Dame eso Jonas—dijo Sandra intentando quitárselo.

—Nop— negó Jonas.

A pesar de ser un par de centímetros más bajo que su hermana se las ingenió para poner la mochila lejos de su alcance, la chica forcejeó un rato intentando quitársela pero este no se lo permitió.

—Y yo que me quejaba de Carter— murmuró la chica cruzando los brazos y apresurado el paso haciéndose la indignada.

El chico no tardó en alcanzarla, la abrazó por la cintura y le depositó un beso en la mejilla.

—No, no, déjame.

Esto hizo que Jonás la tomara con más fuerza.

—¿Y si no quiero?— preguntó Jonás en su oído.

—Haré que te arrepientas.

—Me encantaría verte intentándolo— la retó Jonas riendo.

Sandra no lo dejó ganar tan fácilmente, se detuvo y le hizo una zancadilla, el chico tropezó pero fue lo suficientemente ágil para no caer,  sin añadir una palabra la joven echó a correr lo más rápido que pudo alejándose de su hermano quien no tardó en perseguirla con una sonrisa en su rostro y así entre risas y sonrisas llegaron a su casa donde encontraron una gran..., mmm, no se como decirlo, mejor dejemos que nuestros protagonistas lo hagan por mi.

—¡¡Sorpresa!!

Star Wars el regreso de los GronspDonde viven las historias. Descúbrelo ahora