Una historia y una pizza

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Al sonar la campana de salida tomó sus cosas y esperó a sus amigos, juntos empezaron a caminar, pasaron primero a la soda a comprar una bebida y luego se dirigieron a la salida, muchas de las chicas se les quedaron mirando y chismearon entre ellas, los chicos no sabían la razón de esto, pero no les importó, siguieron caminando y al llegar a la salida se detuvieron.

—¿Y bien?— preguntó César, el mejor amigo del chico.

—Pues no sé, ¿vamos a comprar un helado?—propuso Adam.

—Vale, pero no tardemos mucho, mi hermano casi me ahorca la última vez que llegué tarde—dijo Jonas con aire distraído, últimamente no andaba de buen humor.

Ambos asintieron. Para muchos no era un secreto que el chico había perdido a sus padres hace mucho tiempo y ahora vivía con sus hermanos, aunque la razón de la muerte de los señores Gronsp eso si era todo un misterio, incluso para ellos, que eran los que mejor conocían al chico. No habían avanzado mucho cuando Jonas se detuvo. Los otros también se detuvieron y lo miraron extrañados.

—¿Qué sucede?

Jonas no contestó su mirada estaba puesta más allá de ellos.

—Oye. ¡Tierra a Jonas...!—César le pegó un codazo en las costillas para que se callara.

El chico lo miró sin comprender, César le señaló con la cabeza a una persona detrás de ellos. El chico se volvió y por fin logró ver a la persona a la que Jonas miraba. Era una chica de ojos miel, tal como los de Jonas, tenía ambas manos en los bolsillos del pantalón y miraba a Jonas seriamente, el chico no sabía que hacer, se alejó de sus amigos y empezó a caminar hacia ella despacio, a como iba acercándose empezó a aumentar la velocidad hasta que terminó corriendo hasta llegar a su lado, al tenerla a su alcance se apresuró a abrazarla como si la vida se le fuese en ello, la chica no tardó ni un segundo en corresponderle con la misma intensidad.

—Y supongo que hasta ahí llegó nuestro helado.

No tardó en recibir un nuevo codazo de parte de su amigo, por insensible.

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Se quedaron abrazados sin querer soltarse, el chico se abrazó a ella y dejó caer su cabeza en su hombro con lágrimas en los ojos. Keithlin le depositó un beso en la cabeza con cariño.

Después de un rato la chica lo soltó y lo separó lo suficiente para poder mirarlo a los ojos, en ellos pudo leer perfectamente la culpa y el dolor.

—Está bien, estoy aquí —murmuró colocando la mano en su hombro.

Lo abrazó por los hombros y empezó a caminar, hablaron de todo un poco de camino a su casa. El tiempo se detuvo para ellos, en un momento en el que sólo existían ellos dos, al llegar a la casa la sorprendida fue Keithlin, no había terminado de entrar cuando ya tenía un par de brazos rodeándola, esta vez Keithlin no pudo contener las lágrimas que empezaban a acumularse en sus ojos, esta vez si las dejó salir, por más que lo odiara no era capaz de detenerlas, Verónica también lloraba, las dos se sentían igual, por primera vez en mucho tiempo Keithlin se sintió en paz, por fin volvía a estar con su familia, sabía que nunca podría reemplazar a su hermana, pero Verónica ayudaba bastante.

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Esa noche después de acostar a los pequeños, los demás se reunieron en la sala. Al principio no dijeron nada, tan sólo se escuchaba las pulseras en las manos de Verónica al hacerle esta una trenza a su gemela. Keithlin y Carter estaban sentados en el sillón mientras que Verónica estaba en el brazo del sillón junto a Keithlin, Sandra en el sillón individual y Jonas en el brazo del sillón de esta.

Todos esperaban a que ella hablara, la chica por un segundo no dijo nada, después de un rato tomó la mano de su gemela, la apretó con fuerza y empezó a hablar, y una vez que lo hizo no pudo parar, les dijo todo, las torturas, su hermana, su muerte, les habló del nuevo aprendiz del sith, de Obi-Wan, de Padme, el plan para volver, de todo.

Los jóvenes la escucharon en silencio y sin interrumpir, al terminar de hablar, las mujeres sollozaban en silencio y los hombres las consolaban, aunque ellos mismos también lloraban, el más afectado fue Jonas, pero no lo demostró, después de un rato se levantó y se fue sin decir una palabra, Carter iba a seguirlo, pero Keithlin y Verónica se le adelantaron.

—Deja que...

—...lo asimile...

—...y luego hablas...

—...Con él—terminó Verónica con una sonrisa.

—¿Podrían no hacer eso?—les pidió el mayor llevándose una mano a la sien.

—¿Por qué?—preguntaron ambas a la vez con una sonrisa traviesa.

—Porque me da jaqueca—contestó Carter como si fuera lo más obvio, dicho esto se levantó y se fue, en poco tiempo escucharon la puerta de su habitación cerrarse.

Las tres hermanas se miraron con una sonrisa traviesa, las tres se levantaron y en poco tiempo las tres estaban tiradas en el sillón cobijadas y con una pizza de peperoni. Por fin parecían estar completas, faltaba Quemly, pero para ellas estaba muy presente.

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—¡Quemly!

Keithlin se arrastró a duras penas hasta llegar a su lado, la chica estaba igual o peor que ella.

—Keith—murmuró la joven en un susurro apenas audible.

El sith se adelantó y le dio una patada en las costillas a la mayor alejándola de su hermana, esta empezó a toser sangre, Keithlin sintió la sangre hervirle.

Adelanta niña, enfurece.

Esto bastó para que la chica se tranquilizara, no pensaba seguir sus órdenes.

Déjala—le espetó Keithlin mirándolo con odio.

¿O qué?—la retó Sidious.

Estoy bien Keith—murmuró Quemly suplicándole con la mirada.

Esta respiró hondo y asintió.

Sidious se volvió a acercar a Quemly y le acertó otra patada en el estómago.

Ahora bien, escoge, tu hermana, tu mejor amiga, tu mitad...—hizo una pausa en la cual sólo se escuchaba la respiración agitada de ambas hermanas.— O... —volvió a parar mirando a la joven con una sonrisa demente—O a tú hermano, el cual no ha sido más que una carga para ti, en los últimos años.

—Jonas no ha sido una carga—le espetaron ambas hermanas a la vez.

Quemly le dirigió una mirada significativa a su hermana, la cual entendió perfectamente su significado. "Qué no se te vaya a ocurrir escogerme" Aunque no era necesario que lo dijera, Keithlin lo sabía perfectamente, aunque escogiese a Quemly esta seguiría estando en peligro, al igual que Jonas.

¿Y bien? Escoge, o simplemente dime, ¿dónde está?

A salvo de ti—escupió Keithlin con una mirada asesina en sus ojos de gato.

Si así lo quieres.

Los gritos de ambas chicas Gronsp no tardaron en resonar en la celda.

Star Wars el regreso de los GronspDonde viven las historias. Descúbrelo ahora