єριℓσgυє

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Mire a mi antigua casa, mire más allá de unos cuantos pedazos de cemento y piedra, miré los asquerosos momentos con mis padres, también los buenos, miré a Matthew riendo conmigo en todas las partes de la casa, miré nuestras juntas improvisadas con Sophia y no quise mirar más, por qué supe a quién recordaría.

—Es hora de irnos, bebé. —Me dijo papá subiendo la última maleta al automóvil. Suspiré y me subí.

Habían pasado 5 meses desde mi fiesta, desde mi intento de suicidio, desde que mi pilar fundamental me falló una vez más, desde que la única persona que aún sigue conmigo sea Matthew, así es, ya nadie hablaba conmigo, ni Sophia, ni Jack. Nadie. 

Era irónico, se supone que los amigos están en los peores momentos, ellos solo estuvieron en los buenos y cuando todo se desmoronó, nuestra amistad también lo hizo.

Ya no dolía, no como antes. Lo había superado, Matthew me había ayudado,  él era un ángel caído del cielo, y yo lo había traicionado, fue el único que se quedo a mi lado y yo me voy al otro lado del país.

De todas formas era lo mejor, tenía que escapar de mi pasado, de la humillación, de mi corazón roto, de la venganza, del ciberacoso que recibía a diario, de todo.

Les tuve que contar todo a mis padres, desde la casi violación hasta el suceso de la fiesta, entraron en pánico y desde ese día me cuidan como si fuera de cristal, aún así, eso me faltaba, algo de amor y atención por parte de mis padres.

Cuando menos me dí cuenta ya estábamos en el aeropuerto, papá nos pasó nuestras maletas y se fue a hacer otros trámites, con mamá fuimos a pasar los tickets y las maletas. Nos sentamos a esperar, el vuelo salía en 30 minutos, comencé a jugar con mi teléfono.

''Pasajeros del vuelo 133 con destino a California, por favor abordar el avión.''

Mamá me sonrió y tomó sus maletas.

—Noora. —Alguien gritó a mis espaldas. Me giré confundida. 

Mi corazón saltó.

Un chico de rulos se acercó corriendo a mí, me abrazó con fuerza. No le devolví el abrazo, no pude. 

—No te puedes ir, Noora. —Me dijo tomándome de mis mejillas. Estaba algo acelerado.

Reí amargamente. —Tengo que dejar el pasado, Wyatt, tengo que dejarte.

El negó repetidas veces. —Estaba enamorado de ti, lo estoy. Noora, soy un idiota, el mas grande, aprendí de mis errores.

—Pero es muy tarde, Wyatt, te demoraste meses en entenderlo. —Le dije y me solté de su agarre.

—Perdóname, por favor. Solo eso necesito.

—Te perdono, somos adolescentes, nos equivocamos, pero no puedo irme para siempre sin aprender a perdonar. —El me sonrió. —Dile a los chicos que también los perdono, que los extrañaré y no entiendo por qué me abandonaron de esa manera cuando más los necesitaba, de todas formas, fueron importantes para mí.

El me abrazó una vez más. —Te recuperaré, Noora, no importa si es en 20 años más, juro que lo haré.

Reí. —No, no lo harás, seguirás con tu vida, encontrarás a alguien que sí sepas valorar, y la amarás, aún eres joven Wyatt, ambos lo somos, no sabemos lo que amar significa. —Sin más, me giré, tome mis maletas y comencé a caminar, pero una vez más fui interrumpida.

Wyatt Oleff, el chico que rompió mi corazón dos veces, me estaba besando.

Esta escena parecía de las típicas novelas que mi madre veía en televisión.

—Jamás te olvidaría, recuerda esto, te recuperaré.

Y esa fue nuestra despedida. Me subí al avión, un vuelo de 7 horas me esperaba para formar una nueva vida. Y temía que Wyatt Oleff siguiera estando en ella.

she's not me ; wyatt oleffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora