10. Alba Brooke

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El calor que en mi cuerpo abundó en ese mismo momento inundó todo mi cuerpo desde la punta de los pies hasta el último cabello de mi cabeza. No sabía que interés había surgido en mí por una persona a la que detestaba cuando era niña, la cual no podía ver ni en pintura y ahora sentía este deseo inmenso de que me tomara de una jodida vez y me hiciera suya.

A la mierda la cena. Voy a enseñarte a no jugar conmigo— Escucho decir de su voz ronca y una mirada traviesa observa cómo se acerca y me carga, conquistando mis labios. Mordiéndolos, besándolos. 

Gimo al sentir como su miembro rozaba contra mi feminidad en ese jodido momento y el deseo que sentía en este instante nadie lo podía remediar. Me llevó a su habitación por ser la más cercana, donde tras tumbarme en la cama, empezó a erizar cada poro de piel donde besaba y acariciaba.

Ruben no pares... —Le pido tras un gemido, mirándolo, ronroneando. Este parece volverse loco con ello, cosa que me confunde. ¿Tantas ganas tenía el castaño de hacer esto? ¿Conmigo?.

No seas ansiosa, morena...Vamos a disfrutar de esto.— Estaba segura de esto, oh si, claro que lo estaba. Sus grandes manos pasaron por mis curvas y desataron mi sujetador, cual no me importaba si rompía. Jugó con mis pechos llevándome a la locura y sinceramente, no sabía cómo lo podía hacer tan bien.- ¿Quieres que te haga mía, Alba? Vamos nena, pidemelo y lo hare.Ante eso, no hace falta respuesta. Estoy deseando que me haga suya una y otra vez, mis gemidos son su respuesta. 

Baja por mi parte baja atacando a mis braguitas y sin apartarlas, mete la mano para jugar con mi clítoris. Todo mi sistema tiembla y mi espalda se arquea al sentir sus dos dedos dentro de mí. Un grito de placer sale de mí queriendo más, sintiéndolo dentro pero sin embargo, ese placer desaparece porque retira los dedos. Va hacia un preservativo y yo no puedo esperar, por eso mismo ataco sus pantalones, abriéndolos y poder ver ese gran bulto que pronto iba a estar dentro de mí. Cuando se coloca el preservativo, relamo mis labios y este se pone encima de mí, para así sentir su caliente glande rozar mi clítoris. Tiemblo.

—¿Preparada para gritar,nena?.-Es lo último que dice cuando no me deja ni responder, pues ya se ha metido dentro de mí. Aprieto sus brazos porque me duele el primer contacto, hundiendo mis uñas en ellos pero cuando me acostumbro y este se mueve, siento el placer en carne propia.

Joder. Ruben, ¡Más rápido! —Le pido una y mil veces. Él encima, yo debajo. Después me subo encima de él y me hundo en él como no ha podido en la otra posición y echo la cabeza hacia atrás, sintiendo como sus manos acariciaban mi cuerpo. Como su mirada se clavaba en mí. Yo muevo mis caderas para que sienta como me muevo con él dentro y así, sentir como los espasmos de placer resuenan en mí al bajarme a besar sus labios y él, ir tan rápido como puede haciéndonos llegar a ese orgasmo tan esperado por parte de los dos.

Siento mi pecho subir y bajar al igual que el suyo, nuestros cuerpos sudados pero no me importaba. Mi cabeza estaba escondida en el cuello de Ruben cual también estaba agitado, aún lo sentía palpitar por haberse desvanecido dentro de mí y no quería que se separara. Las palabras no salían, nada más las miradas y los besos. Algo que con palabras jamás se podrían expresar.

(...)

Salgo de la última clase que para mí es la más agotadora y suspiro. No quería ir a esa jodida comida. Quería quedarme en casa con Ruben como tan cómodamente habíamos estado después de ese encuentro tan íntimo que habíamos tenido. Nadie lo sabía, era nuestro pequeño secreto. Algo que no me arrepentía pues, siempre que nos acostábamos o simplemente me besaba, hacía que dentro de mí creciera algo bastante grande.

Dejé los libros en la taquilla agradeciendo que no tenía que estudiar mas allá del repaso diario y suspiro. El mensaje de Ruben de que está fuera me hace saber que salga, cosa que no tardo hasta que voy hacia su coche y entro rápidamente.

Hola —Sonrío y beso sus labios en un beso corto como nos era de costumbre para así ir hacia casa de mis padres donde sería la comida. El silencio reinaba entre nosotros y es que Ruben no quería ir a esa jodida comida con los West y sinceramente, yo tampoco. Pero aun así teníamos que dar la cara por educación como nos habían criado, sin rechistar. Nada más llegar a mi casa, antes de que Ruben saliera del coche, cojo de su brazo y le miro.

Ignórale. En un par de horas volveremos a casa. —Le digo y antes de salir, beso su mejilla sonoramente para así bajarme del coche junto a él para ir hacia esa dichosa comida. ¿Es que no se cansaban de tanto protocolo? Porque yo ya me estaba hartando. Muerdo mi labio y cuando la familia ya está ahí, atrapo a la pequeña Anna que se comporta tan traviesa como siempre y saludo a la familia West. Mi madre parece muy contenta y se ve que papá y el señor Carl tenían un proyecto en mano y por eso tanta amabilidad.

Ignoré la cara de limón que Ruben tenía y me dediqué a poner una buena sonrisa porque no iba a solucionar nada estando enfadada, solamente un disgusto y una broma de mis padres. Debía de ser madura de una vez y dejar las niñeces.

(...)

La comida fue entretenida, todo había que decirlo. Pero el simple hecho de que Ian no me quitara la mirada de encima, hacía que me pusiera más que nerviosa. Cuando la hora de hablar para Ruben llegaba, siempre le tiraba cuchillos y hasta su madre le miraba preguntándose que qué le pasaba. Un mal día era una buena excusa, o eso creía. 

Yo sabía que Ian no le caía nada bien. Pero Mery también estaba ahí y sinceramente, la que peor trago se llevaba era yo. De nuevo su conversación de coqueteo hacía que enfureciera. Muerdo mi labio viendo a Amelia yendo por los postres y simplemente dejo la servilleta al lado cuando escucho el gran coqueteo que tienen estos dos. Mierda.

Con vuestro permiso. —Digo seca para dejar la mesa e ir hacia el baño. Me encierro en este y mojo mi cara al igual que mi nuca, sin estropearme el maquillaje de los ojos básico que llevaba siempre.— Cálmate. No tienes por qué sentirte así. —Me susurro a mí misma y me sorprendo al escuchar los pequeños golpes de la puerta.

Cuando escucho la voz de Ian preguntándome que qué me pasaba, simplemente salgo y muestro media sonrisa para así salir hacia el comedor. Nada había cambiado, la sonrisa de Mery solamente me hacía desear tirársela de un golpe. Muerdo mi labio y cuando me siento de nuevo al lado de Ruben, escucho su pregunta y sin mirarle, respondo.

Me encuentro perfectamente. —Digo y entonces remuevo el helado de chocolate que me han preparado. Mi postre favorito, sí. Pero no me entraba ni el oxígeno que respiraba. Cuando veo de reojo a Anna intentando tener la atención de su hermano que estaba pendiente de Mery y nada más que de Mery, la veo marcharse completamente triste. ¿Qué mierda le pasaba a este hombre?

¿Podrías dejar de intentar conseguir tu próximo polvo y hacerle un poco de más caso a tu hermana? Ugh. —Digo y no me importa que nadie me escuche, porque todos se callan. 

Voy hacia Anna que se ha ido al jardín al igual que Diana, cual también está preocupada por su pequeña, ella siempre estaba muy pegada a Ruben y que él la ignorara era malo para ella. Tras sentarme en el balancín con la pequeña y tenerla arrimada a mi pecho, con mis piernas me impulso y acaricio su pelo para calmarla. Había llorado un poco. 

Cuando Ruben aparece, su hermana pequeña se va por que está enfadada con él y me levanto para mirarle.

Enhorabuena. Te has ganado el odio de tu hermana. Espero que tu encuentro con Mery merezca la pena. —Digo mientras intento pasar por su lado pero simplemente este me engancha y me pregunta si ésto me molesta.— ¡Sí! Me molesta, ¿Y qué? Esto se está volviendo insoportable y sinceramente no me puedo creer que decepciones a tu única hermana pequeña —Le digo. 

Este me mira, parece que le afecta más de lo que presenta y lo sé, sé que es así. Me pregunta por qué me afecta tanto si solamente nos hemos acostado unas cuantas veces. Nada más. Mi mirada sorprendida lo inunda y relamo mis labios.

¿Eso es lo que querías, verdad? Llevarme a un jodido piso para tener dos revolcones conmigo y ya dios sabrá. ¿No? Pues lo has conseguido, ya puedes ir fardando con tus amigos. Si solamente soy unos revolcones para ti, genial. Olvídame un rato. —Le digo mientras ahora hago fuerza para largarme de ahí con el alma magullada.

Blackmailer - rdgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora