7. Alba Brooke

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Ian era agradable, no lo iba a negar. Pero estaba claro que por el hecho de que mi familia tuviera dinero, no daba ya por sentado que yo me tendría que enamorar de un hijo único millonario al cual seguramente me daría un buen futuro económicamente.

No, yo no me estaba sacando la carrera de la universidad sabiendo que tengo dinero para respaldarme unas cuantas vidas. Era lo más sencilla y humilde de lo que parecía y eso no muchos lo veían. Cuando no vi ni a Mery ni a Ruben en la mesa, algo se retorció dentro de mí. Intenté pensar que una se había ido al baño y otro a cualquier lado, me puse hasta nerviosa y joder, ¿Por qué?

— ¿Me disculpas? Tengo que ir al baño. —Le digo y sin ninguna queja, este me deja ir volviendo con la familia.

Me acerco al baño, cosa que no veo nada y cuando voy a volver, me detengo por que veo a Ruben en la terraza. Me acerco lentamente para sin pensarlo, pasar una mano por su espalda haciendo que notara mi presencia.

¿Dónde te dejaste a Mery? —Le pregunto con un tono de burla bastante característico.

—¿A qué estas jugando? No entiendo a que viene esa pregunta.-Le escucho decir y me quedo en silencio. ¿Por que mierda se lo tomaba así? Estábamos tan conectados por culpa que el pedía estúpidas cosas por su silencio. Yo tampoco sabía cual era su juego.—Mira Alba...Te bese el otro día y no me arrepiento de haberlo hecho...Pero, que hayas hecho lo que hayas hecho en la mesa por llamar mi atencion y porque estuviera hablando con Mery, me parece jugar sucio. ¿Tu quieres jugar sucio? Recuerda que aún tengo mi amenaza en pie.-Le escucho decir y cuando termina, se marcha sin dejarme hablar.

¿Esto estaba pasando de verdad? Gruñí mientras me apoyaba en la barandilla y vi de lejos como Mery y Anna jugaban en el columpio. Necesitaba madurar ya, y si tenía que pasar de todo este asunto, hacerlo.

Cinco días pasaron desde aquella cena tan extravagante y esa confusión que albergaba en mí. No había podido aprenderme mucho de lo que salía en el examen de la universidad ni mucho menos, estaba atorada. Lo peor era que intentaba concentrarme y la escena que se montó en la terraza con Ruben llegaba a mi mente y me jodía los planes. Muerdo el interior de mi mejilla y cierro el libro ahogando un grito de frustración sobre mí misma.

¿Por que me pasaba todo esto ahora? Si me hubiera pasado hace unos años, esto sería una completa tontería de adolescentes pero ahora sentía como si la presión se oprimiera en mi pecho y no me dejaran respirar. Jugué con mis lápices y miré mi móvil. No había ni hablado con él. Tampoco aseguro haberlo visto por la ventana. Relamo mis labios esperando algo con que concentrarme y tocan mi puerta.

Cariño, baja. Tenemos visita. —Escucho decir a mi madre y mi mirada de confusión se dirige a la puerta cuando la cierra. Cuando hay visita suelen decírmelo, pero no entiendo por que ahora no es así. Me pongo algo decente por encima y cuando bajo, me quedo de piedra al ver a Ruben. ¿Desaparecía cualquier tipo de conexión entre nosotros por cinco días y ahora se aparecía en mi casa? Me siento al lado de mi padre que me ha dejado un hueco posando mis piernas en forma india y miro a Ruben que parece que va a anunciar algo. Temo, por que quizás quiere terminar con esto de las amenazas y decírselo pero simplemente, me relajo. Se que no merece tragar esta angustia para que después sea una tontería.

Alba,¿se lo comentas tu o yo?.-Me pregunta y me hilo. Iba a decírselo. Iba a decírselo. Me remuevo en el asiento y lo miro bastante mal, esperando una respuesta por su parte.

—¿Decirnos el que, Alba? —Me pregunta mi padre. Me siento nerviosa, no se que decir y cuando voy a hablar, Ruben se adelanta.

—Bueno...Aún quedan como tres meses para que termine el año de universidad..Y como tenemos muchos examenes. Alba y yo hemos pensando en alquiler un piso cerca de esta e irnos a vivir juntos.- Suelta de golpe y mi boca se seca.

¿Que, qué? ¿Un piso? ¿Juntos? ¿Solos? Eso debía de ser una broma. Me levanto y miro a Ruben.

—Esa es una noticia fantástica. ¿por que no nos lo dijiste antes? —Me pregunta mi madre y tras una sonrisa falsa por mi parte, miro al castaño.

—Tu y yo. Cocina. Ahora. —Le murmuro para así escuchar sus pasos detrás de mí y cuando se cierra la puerta, me giro— ¿¡Estás loco?! No me pienso ir a ningún piso y menos contigo, ¿Entiendes? —Le pregunto y como no, salta con el tema del chantaje. Suspiro profundamente. Si algo no me gustaba era decepcionar a mis padres, por eso estaba haciendo todo esto por que él me lo pedía. Relamo mis labios y le miro— Te odio. Juro que te odio. Pero me vengaré. Oh sí, ya lo verás. —Le digo mientras salgo de la cocina dejándolo solo yendo hacia mis padres que hablan entusiasmados.

Bien, ¿Ahora que iba a hacer?

(...)

Empaqué en algunas cajas mis pertenencias aunque no iba a llevarme todo. Mi madre me ayudaba con mi ropa, dejando otra aquí por cualquier cosa, tenía mucha para repartir. Estaba nerviosa, no podía negar eso. Pero es que esto era excesivo, le compraba todo lo que él me pidiera menos eso. Mierda.

 —Con tu padre hemos decidido que os pagaremos al menos las facturas para que no os preocupéis por los exámenes. Cuando empecéis a trabajar podréis ser independientes totales. —Dice y aprieto mi mandíbula.

Gracias mamá, no creo que haga falta. Tengo mis ahorros y supongo que Ruben también. —Le digo y esta se sienta, suspirando risueña.

—Lo que es la vida, cariño. Hace nada salíais con una gran sonrisa del cole, peleándoos por cualquier cosa y ahora... a vivir juntos como estudiantes. Dice y sí, espero que sea como estudiantes por que si es al revés, moriré de vergüenza. ¿Por que sentía incluso el toque de ilusión en mi interior de solo pensarlo? Estaba confundida.

(...)

No pasaron muchos días cuando Ruben me dijo que tenía el piso perfecto, en una zona perfecta con las cualidades perfectas. Yo le había dejado en sus manos que eligiera piso y aunque no me fiaba mucho de él, lo dejé pasar. El pequeño camión metió las cajas de ambos y nuestros familiares nos ayudaron a ordenar todo aunque lo mas personal, nos tendríamos que encargar nosotros. Nada mas llegar al gran piso, me quedé asombrada. Era genial. Suspiré al ver las dos habitaciones por que veía capaz al castaño de coger solamente una y bueno, debíamos respetar la intimidad de cada uno por los estudios más que nada. Me tiré en el colchón que estaba envuelto en plástico y suspiré, sabiendo todo el trabajo que me quedaba por hacer. Desembalé cajas cuando terminé de colocar mi armario y por otro lado, escuchaba el ruido de que Ruben también se organizaba sus cosas. 

Abrí una de las cajas más pequeñas con los objetos diminutos y tras colocarlos, al fondo de ella había una gran cartulina doblada con fotos dentro. Fui pasándolas una a una, sentada en el suelo y cuando sentí a alguien sentarse a mi lado, le pasé una foto de él manchado de su tarta número doce y yo riendo.

Fue muy divertida la broma que planee con Mangel aquel día. Creo que le salió la fanta por la nariz de tanto reírse —Le digo con una sonrisa y tras mirar unas cuantas fotos, la vuelvo a dejar en la caja para ahora mirarle. Estaba cerca, podía ver su perfil. Hasta que capté su atención y esta vez fui yo la que miró para abajo.

Entre mis dedos estaba una pulsera que alguien me hizo en el campamento de cuero. Cuando le escucho decir que se alegra que la tenga aún por que le costó mucho hacerla, le miro. ¿Había sido él? ¿Sinceramente? No me extrañaba. Muerdo mi labio y entonces le miro ahora de lado.

¿Por que haces todo esto? —Le pregunto queriéndolo saber de verdad, sintiendo una opresión en mi pecho característica cuando estaba cerca de su entorno.

Blackmailer - rdgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora