13. Alba Brooke

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La confusión irradiaba todos los espacios posibles de mi mente. Mis pensamientos eran interrumpidos por la famosa pregunta que me hacía de si yo misma había empujado a Ruben a los brazos de otra. No, esperaba que no. Eso era algo torturante aunque no más el hecho de que no habíamos cruzado palabra viviendo en el mismo techo. Esto era ridículo. Cuando más lo veía con Mery más hervía mi sangre y joder, no podía estar esto pasando. Todo iba tan bien... Suspiré arreglándome, Ian vendría en cualquier momento. Yo no es que estuviera de ánimos para salir pero si me quedaba un momento más encerrada en esa habitación cubierta de libros iba a enloquecer. Estaba segura. Por ello salí silenciosamente aunque de eso no sirvió, ya que el castaño estaba en la sala.

—Alba. -Maldije porque no quería hablar con él pero aun así, me paré para no hacerle un acto maleducado. 

Mordí el interior de mi mejilla cuando nuestros ojos se cruzaron y unas ganas inmensas de que él supiera que la chica de neón era yo, que la que verdaderamente lo quería era yo y muchas cosas más era yo me mataban.

He pensado...que esto ya no tiene sentido. Estoy malgastando dinero en compartir un piso cuando casi no estoy aquí, y sintiendo demasiado..vacio en este lugar. Así que, te haré un favor, y dare el primer paso para quitarte delante de mi. Me voy a ir del piso. Volvere a mi casa.- Eso me deja de piedra. No llores, Alba. No llores. Pero mis ojos no pueden evitar empañarse de lágrimas, algo que seguramente él lo tomará como una imaginación suya. Tenía una imagen equivocada sobre mí hacia él y joder, como me dolía eso.

 —Si eso es lo que quieres, coincidimos. Solo espero que alguna vez puedas contestarme al por qué me hiciste venir aquí para nada. —Le suelto y la campana me salva cuando va a hablar.

 Por eso mismo me giro y cuando veo a Ian en la puerta, me voy con él. ¿Quizás era lo que debería haber hecho en ese momento? No lo sabía. Pero ahora lo había vuelto a dejar solo, con la palabra en la boca y por mi parte, con miles de sentimientos arrebatándome la respiración. ¿Qué más podría pasar?

(...)

Mis nervios se acumulaban en mis manos. Habían pasado tres meses desde que decidimos dejar de vivir en la misma casa y no habíamos vuelto a hablar. Siquiera a intercambiar las miradas ya que no nos habíamos vuelto a ver. Yo siempre ponía de excusa que tenía cosas que hacer sobre la boda y es que sí, nos casaríamos Ian y yo gracias a la decisión de mis padres. Al principio lo vi como algo exagerado, era evidente.

Tenía veinte años y no podía estar casándome a tan temprana edad. Por otra parte Ian me había demostrado una serie de cosas que sí, el castaño también me había demostrado pero... era diferente. Ahora a Rubén se le veía feliz junto a Mery, tanto que llevaban una semanas fuera con Anna a un viaje a Disneyland gracias a los padrastros de esta. Yo supe que eso reforzaría más mi relación y tenía bastantes nervios por que hoy volverían y no solo eso, sino que lo nuestro se haría oficial. 

¿Estaba preparada para hacer oficial algo que me parecía una locura? No, no lo sabía. Pero estaba dispuesta a averiguarlo. Mordí el interior de mi mejilla nada más mirarme al espejo como se ceñía el vestido largo cual luciría la cena de hoy. Bajé la mirada hacia mi pelo que caía por mis hombros; lo había cortado. Ya no lucía una melena larga como antes lo hacía. Mis ojos verdes perdieron el resto de brillo aunque a veces lo hacían cuando pensaba en todo el pasado, haciéndome daño. Vamos, Alba. Habían pasado tres meses y yo seguía padeciendo todo esto. Ahora tenía que tragarme el ver a la parejita feliz y todo lo que ello llevaba. La puerta sonó y me giré para así ver a mi madre con media sonrisa.

Cariño, Ruben y Mery han llegado con Anna. Estamos listos para cenar. —Dice y bien, esa es la guinda que lleva el pastel. Quiero que caiga un rayo sobre mi cabeza o que la tierra me trague, no quería bajar. Según Lily, Mi nana y la de Zoe, la madre de Ruben le dijo en su viaje la gran noticia. No sé cómo se lo tomó, era algo que no me había dicho y sí, sabía que tenía que averiguar yo misma. Asentí ante ello y cuando esta se retira, vuelvo a mirarme al espejo por unos segundos. Simulé una sonrisa, era así como debían de verme, no había otra.

Bajé las escaleras haciendo el mínimo ruido posible y mis nervios aumentaron el triple cuando pude escuchar las voces, más bien un murmullo. Ahí estaba la de él. La música de la cadena estaba en un tono suave y agradable que armonizaba la charla antes de la cena. Mi padre se levantó cuando aparecí en la sala teniendo la mirada de casi todos. Anna se acercó a mí abrazándome sin más y ofreciéndome un regalo.

Ruben me dejó traerte esto desde Disney, ábrelo —Dice la pequeña y cuando la miro extrañada pero con media sonrisa, abriendo la pequeña caja que me había traído Anna. Era una pequeña pulsera con mi nombre colgando, algo que sonreí.

Es preciosa, Anna. Gracias —Le abrazo para así ignorar la mirada de Ruben cual había estado colgada en mí en todo momento disimuladamente. Lo saludé al igual que Mery y tras intercambiar algunas palabras, fuimos a la mesa para así sentir la incomodidad en persona. 

Maldición. Yo no quería sentir esto.

Pude escaquearme de la cena lo antes que pude aunque todos se quedaran abajo contando anécdotas y demás. Yo tenía la cabeza echa un lío, así que dejé todo cuando me fui hacia la terraza, un sitio donde tendría tranquilidad.

Me senté en el balancín que puse hace un mes atrás, dejando mi pelo caer por detrás y balanceándome lentamente, mirando las estrellas. Me sobresalto cuando siento una mano parar el balancín y cuando miro hacia atrás... más bien, hacia arriba, observo que Ruben miraba al frente. Mi pulso se disparó cuando supe que había subido, que estaba aquí y maldición, no me sentía tan nerviosa. Lo dejé sentarse a un lado y cuando miré hacia abajo, suspiré.

¿Cómo te ha ido? —Le pregunto poniéndome en una posición donde puedo abrazarme a mí misma. Escucho lo que dice y me clava el puñal de Mery en el corazón, todo les va bien. Cuando me pregunta y sus ojos conectan con los míos, quito la mirada y miro a otro punto.— Bien. Aprobé los exámenes y bien, la verdad. —No, NADA estaba bien.— ¿Y... con Mery? ¿Vas enserio? —Le pregunto y una esperanza se asoma en mí cuando se queda pensando. Lo piensa mucho, unos dos minutos por lo menos.

Me pega el hachazo cuando me dice que sí y lo peor es que lo veo seguro. Joder, joder... Asiento y cuando se que no puedo más, me levanto.

Ojalá y todo te vaya bien. Hemos tenido nuestras diferencias, pero sé que te mereces ser feliz. —Le digo con un hilo de voz, dispuesta a bajarme y llorar a ríos. Pero este se adelante y coge de mi brazo, ahora haciéndome mirarle a los ojos y preguntándome si me iba a casar.

Todo se detiene para mí, su brazo sigue en mi hombro desnudo y joder, ¿Por qué todo era tan confuso? ¿Supuestamente no era solo sexo lo nuestro?

Yo... —Suspiro. Quería desahogarme, a la vez no quería que me viera débil. Mierda, esto era delicado para mí.— Esto me asusta bastante, la verdad. No sé si es lo correcto y sinceramente, si alguien viniera a por mí y me llevara lejos me daría igual quien fuera. —Le digo sin mirarle a los ojos.— Estoy muerta de miedo. —Confieso.

Una lágrima recorre mi mejilla y cuando lo miro con los ojos llenos de lágrimas, no escucho nada de su parte.

No te preocupes. Todo estará bien. No se lo digas a nadie, por favor. Confío en ti. —Es lo último que le digo para girarme y marcharme esta vez de verdad casi temblando. ¿Podía ser esto más difícil para mí?

Blackmailer - rdgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora