11. Alba Brooke

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Todo dentro de mí se había roto y es que yo no veía esto como unos cuantos tristes revolcones. ¿¡Como había sido tan idiota de caer en sus redes? Por eso es lo que él siempre quiso, que cayera en sus redes y que fuera una más.

¿A caso le había dado morbo el hecho de que nos habíamos criado juntos y por ello ya se tenía que acostar conmigo? Estaba enfermo, lo sabía. No había nada que apaciguara las llamas que soltaba por dentro, no sabía si estaba rota, ofendida, dolida o simplemente quería matarlo y comérmelo a pedacitos. Bien, debía dejar de tener pensamientos tan hardcore como ese. Por eso en esa misma tarde no tuve más que conformarme en estar con Ian que intentaba ser amable conmigo y sinceramente, lo agradecía. No aguantaba a nadie, ni a mi madre que me echaba miradas asesinas por lo que había dicho respecto a Ruben. Joder, ¡Era así! Pero claro, nadie veía como era él en realidad. Un hombre por completo que le gusta jugar con toda a la que pilla el paso. Simplemente me destruía el hecho de que yo no sentía menos que unos cuantos polvos. Me torturaba a mí misma por sentir más. No debía de ser así, no cuando se suponía que había madurado y por ello debía de ser todo más fácil para mí.

Lo peor fue cuando vi como Anna, Ruben y Mery se largaban a no se qué sitio y mi cuerpo ardía. Quise marcharme, pero cuando mi madre me comentó que cenaríamos todos juntos ya que parecía no querer irse la familia de Ian, no les iban a decir que no. Algo se llevaban entre manos los dos padres de familia, cosa que no me olía bien. Sin embargo Ian me estuvo entreteniendo bastante mediante pasaba la tarde y yo sólo miraba el reloj para calcular cuanto tardaban esos tres. ¿Cómo me había vuelto así? Me dolía como a nada y joder, no quería ser tan patética a pesar de que lo estaba siendo. 

Aunque no tenía ganas, ayudé a las mujeres a preparar algunas cosas y nada más aparecer esos dos junto a una Anna feliz, dediqué una mirada de insignificancia ante ambos, no quería saber nada al respecto. No quería quedarme a cenar y soportar como la tensión se sentía. Pero aun así, no me dejaron largarme así que me quedé a esa miserable cena que me causaría un buen dolor de cabeza. Casi escupo la comida cuando escucho la conversación que hay entre Charles y mi padre. No podía ser que estuvieran hablando de algo así. Miro a Ian y este me mira también, quizás igual de sorprendido que yo.

Parad, parad. ¿Sabéis de lo que estáis hablando? —Les pregunto a ambos hombres, cortando la conversación que tiene. La madre de Ian me mira con una cara sorprendida al igual que mi madre.

Alba, no deberías de faltar así el respeto hacia Charles y tu padre. —Me dice y la miro sorprendida.

No creo que sea de buena educación tampoco que queráis entrelazarme con un hombre por negocios —Digo dejando el cubierto en la mesa. No quería comer más.

Eso lo decidiremos nosotros, Alba. —Dice la voz áspera de advertencia de mi padre y aprieto mi mandíbula. Siento la mano de Ian pasar por debajo de la mesa y acariciarme para tranquilizarme aunque estaba lo más tranquila del mundo.

Mira... ehm... a mi vuestra hija me gusta. Es una mujer hermosa, inteligente y divertida. Pero hay más maneras de entrelazar un negocio, padre. Esto puede ser algo precipitado. —Dice Ian y por una vez, apoyo su comentario.

Esta es la mejor manera para que dos empresas se unan. Confío en que tú podrás llevar las riendas de esa empresa cuando yo o el padre de Alba falte. Sabes que la seriedad es algo imprescindible para nosotros. —Dice y aprieto mi mandíbula.

No era justo, mierda. ¿Quería saber Ruben porque me escapaba por las noches para ser libre? Ahí tenía la respuesta. Si algo sabía, es que yo no era ningún trozo de carne.

La cena terminó y yo ya estaba saliendo por la puerta. Había hablado con Mike, este venía a recogerme como siempre y sin importarme las amenazas de Ruben, me largué de ahí tan rápido como pude. Me daba igual si se lo decía a mis padres, y tanto que me daba igual. Estaba harta de este nivel de vida que me torturaba y a la vez, me hacía querer ser más libre de lo que podía ser. Por eso mismo acabé en una de esas fiestas donde te llegan a arrancar la ropa y bailas hasta que pierdes el sentido. Cuando acabé por dormirme en la cama de Mike, cual se había ofrecido de inmediato el que pasara allí la noche después de haberle contado todo lo que me había pasado, olvidé todo lo que en mi mente albergaba sabiendo que, al día siguiente iba a volver a resurgir en mi mente y no, no quería. Me torturaba. 

(...)

Bloqueé mi móvil después de ver cuantos mensajes tenía de Ruben. Llamadas perdidas, mensajes de voz agresivos y demás. Yo simplemente lo acabé por apagar sabiendo que cuando llegara a casa, me llevaría una buena bronca pero sin embargo, no me importó. Me despedí de Mike cuando estaba bien del dolor de resaca y fui al piso que compartía junto a Ruben.

Cuando entré, habían algunas cosas rotas en el salón. Yo simplemente miré todo extrañada y dejé las llaves a un lado, haciendo un ruido característico en mí cuando siempre llegaba a casa. Pero no escuché que nadie saliera a mi búsqueda, siquiera Ruben. Fui yendo hasta mi habitación y me paré para ver como en una esquina del pasillo, había un sujetador. ¿Esto es una broma? Me encierro en mi habitación haciendo el mayor ruido posible para que sepan de una maldita vez que había llegado y pego una patada a la silla, cual choca contra la silla. Mi pecho subía y bajaba, no sabía que mierda hacer. La confusión estaba en mi cabeza al igual que los malditos celos que jamás pensé que iba a sentir y menos por él.

(...)

Había estado un buen rato fuera en la cocina, bebiendo zumo de naranja con la pastilla que me quitaría este dolor de cabeza. Cuando oigo una puerta sonar, miro hacia el frente y mis colores empalidecen.

—Hola AlbaMe dice Mery. ¿Ella y Ruben...? Dios mío, mis arcadas. Muerdo mi labio y cuando miro a esta, bebo un poco del zumo para dejarlo a un lado.

Hey. ¿Pasaste la noche aquí? —Le pregunto aunque es obvio. Cuando el sonrojo se apodera de sus mejillas, no puedo hacer más que gruñir para mí misma. Veo a Ruben algo agitado salir de la habitación llamando a Mery.

Ella estaba en la cocina, no pude evitar irme sin que me viera. —Escucho fuera de la cocina y salgo, apoyándome en el marco de la puerta después de haberme servido otro zumo de naranja.

¿Sabes Ruben? Ayer pensé que yo había caído muy bajo al haberme acostado contigo. Pero no, está claro que me has superado. Pasad buena velada, parejita. —Digo mientras siento mi lengua envenenada de ira y celos. 

Me encierro en mi habitación mirando mi móvil, había mensajes hasta de mi madre. Quizás quería hablar conmigo por mi comportamiento o quizás, por convencerme de que ''Ian era lo mejor para mí''.... Algo que no compartía, en absoluto. Era bastante simpático, pero sin embargo algo de mí hacía un gran rechazo ya que no lo veía como tal. ¿Era eso lo correcto acaso? Cuando oigo la puerta y sin embargo, Ruben no entra a mi cuarto, al poco rato escucho como llaman al timbre y unas voces suenan. Eran sus tres amigos, Mangel, Alex y Chetto. Tras escuchar cómo se empiezan a viciar a la consola que estaba en el salón, hablo con Ian y nos ponemos de acuerdo para salir a cenar. Como sabía la categoría de este chico, decidí ponerme algo bastante que me hacía un gran cuerpo, ceñido a mí. Nada más suena el timbre, escucho como abren la puerta y no le da tiempo a Ruben a llamarme con un grito peculiar suyo ya que, cuando menos se lo espera, mis tacones resuenan y estoy delante de esos tres chicos.

No seas escandaloso, Ruben. —Le digo y miro a los chicos que tenían la partida prosiguiendo pero sin embargo, no quitaban la mirada de mí.—Si vais a babear tanto, procurar fregar después. —Digo con media sonrisa. Entonces miro a Ruben que siento como sus labios están secos. 

Maldición, quería cerrarle la puerta en las narices a Ian y besarle. Pero no.

Vendré tarde. —Le digo simplemente con un tono frío, marchándome de ahí junto al castaño quien está encantado de haber aceptado una primera cita con él. Maldición.

¿En dónde me estaba metiendo?

Blackmailer - rdgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora