Pov Anastasia—Deberias saber que los teléfonos no se cuelgan sin antes despedirse. —jadeo al escuchar su voz detrás de mi, aseguró el plato que limpiaba y me doy la vuelta lentamente para asegurarme que no sea mi consciencia haciendo una de las suyas. Pero no, es él. Esta a menos de cinco pasos de mi, vestido tan elegante como siempre, el azul de su traje contrasta a la perfección con su oscura mirada. Me recargo del fregadero e inhaló profundo. Trago el nudo de garganta y el me mira serio, su mirada se desliza por mi cuerpo y me desnuda a su paso. Mi bata negra de satín no deja mucho a la imaginación. Ahora quién traga en seco es él. Su mirada se suaviza y la da paso a la apreciación.
—Christian, ¿Que haces aquí? —susurro todavía sorprendida y pongo un mechón de pelo detrás de mi oreja. Siendo error, la bata se levanta y muestra mi pierna de mas. Su mirada se centra justo ahí y cuando me mira sus ojos se han tornado más oscuros. —¿Como entraste? —Esa pregunta también me la hago yo, como no me di cuenta que alguien había entrado. Mis pensamientos estaban tan centrados en él y en todo que me hace sentir, que perdí la noción del tiempo y el espacio. Ahora tengo al causante de mis desvelos frente a mi.
—Por la puerta. —dice como si fuera lo mas obvio. —Necesitaba comprobar por mi mismo si estabas bien. Cómo anoche apagaste el celular. —me acusa.
—Yo no lo apague. —miento en un susurro.
—De la misma forma que yo no estoy aquí. —Su ironía me molesta, pero a la vez, me encanta que este aquí, que se preocupe por mi. Me doy la vuelta para salir del hechizo de su mirada y antes de empezar algo que quizás no pueda detener. Él aquí, es demasiado. Con mis manos aún temblando continúo lavando los platos del desayuno. Siento su mirada sobre mi y la misma me quema y me enciende a la vez. —Disculpa mi actitud. —susurra pegado en mi oído, sus manos rodean mi cintura y me dejo envolver por su caricia. Recargo todo el peso de mi cuerpo en su pecho y me atrae más a el. —Solo estaba preocupado por ti. —dice con voz suave en mi oído. Inconscientemente ladeó mi cabeza y le doy total acceso a mi cuello.
—Estoy bien. —Es lo único que puedo decir. Su aliento en mi cuello hace erizar cada poro de mi piel. Deposita un beso en mi cuello y me hace gemir. Me pega mas a él. Como si realmente pudiera hacerlo.
—En serio te extrañe. —vuelve a susurrar. —Lo de Leyla solo son compromisos sociales. —Solo escuchar ese nombre me llena de rabia y de culpa. El momemto romantico se esfuma de la misma forma que llego. Me suelto de su agarre y me alejo lo mas que puedo. —¿Que esta mal? ¿Por que te pones así? —pregunta incrédulo.
—Esta mal que me enoje porque estés con tu esposa. Esta mal que estés aquí y me pongo así porque me mata la idea de que estés con ella. ¿Me doy a entender? —Malditos celos.
—Perfectamente. Es lo mismo que siento yo de tan solo imaginarte con Clark. —dice visiblemente molesto. Trago en seco ante la sinceridad de sus palabras. —Yo nunca me justifico por nada, con nadie y ahora siento la necesidad de hacerlo contigo. —Pasa la mano por su pelo en un gesto muy común de él, pero que siempre me resulta sexy.
—No es necesario que lo hagas. Ella esta en todo su derecho, es tu esposa. Yo solo... —maldice por lo bajo haciéndome callar. Me mira fijo y segundos después camina peligrosamente hacia mi. Retrocedo tres pasos y choco contra la encimera. —Christian... —jadeo cuando me presiona con su cuerpo contra el frío mármol, luego un quejido de dolor se escapa de mi garganta a causa de mi tobillo. Me mira y niega. Me toma por la cintura, me levanta y me sienta sobre la encimera. —¿Que vas hacer? —Pregunto al verlo arrodillarse frente a mi, toma mi tobillo con sumo cuidado y lo frota haciendo que la molestia desaparezca, pero logrando que en lo bajo de mi vientre se cree una tensión dolorosa y a su vez deliciosa. Sus manos son suaves y parece que riegan pequeñas descargas a su paso.
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Sin daños a terceros
FanficYa había renunciado a sentir mariposas en él estomago, a sentir nervios por la presencia de alguien, a soñar despierta y sonreír mientras pensaba. Amor, solo el de mi primogénita y padres. Pero llegaste tú y en un segundo todo cambio , te vi, me vis...