Capitulo 24

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Pov Christian

Mi reloj biológico me obliga abrir los ojos. Por unos segundos me siento extraño al no saber donde estoy. La habitación esta en penumbras. Algo, mejor dicho alguien busca pegarse a mi, miro a mi izquierda y Anastasia duerme plácidamente a mi lado. Su cuerpo desnudo me ofrece una dosis extrema de calidez y confort. La atraigo mas a mi y por instinto ella enreda sus manos en mi cintura al igual que sus piernas que se entrelazan con las mías, haciendo que mi amigo cobre vida.

Ni en mis años de adolescentes fui tan constante. Hace menos de dos horas caímos exhaustos de tanto amar. Ahora, es solo sentirla cerca y ya estoy preparado para mas. Beso su frente y murmura algo que no logro entender, pero por alguna extraña razón eso me hace sonreír.

Extiendo mi mano hacia la mesita noche y en el proceso intento no despertarla. Tomo mi reloj y marca las cinco treinta de la mañana. Lamentablemente ya es hora de irme, no quiero encontrarme con Ross, Gwen o su asistente.

Si no fuera necesario mantenernos en secreto, me quedaría  aquí todo el día con ella, metidos en la cama y solo saldríamos a comer.

Mi viaje aquí no fue planificado, solo que la necesidad de verla me sobrepasó. Esa manera tan sutil de decir que me extrañaba, de pedirme que la abrazara aunque fuera en sueños mientras conversábamos por teléfono, fueron razón suficiente para inventarme un viaje a los Ángeles de ultima hora y venir a New York con ella.

Chris ya esta mejor y por ese lado estoy mas que tranquilo. Admito que me asusta un poco la operación pero mi madre me aseguro que es algo sencillo y nos evitara muchos contratiempos en el futuro.

Por otro parte, no sabia que el amor podía llevarte a cometer tantas locuras, como lo estoy descubriendo ahora con ella a mi lado. Esta mujer me hace soñar despierto, sonreír con tan solo recordarla y quererla con tantas fuerzas que duele. No niego que al principio pensé que era solo atracción, pero con el paso de los días he descubierto que no. La necesidad por ella me hace débil, me hace vulnerable y  que exista, es suficiente para quererla, como nunca he querido a nadie.

A veces siento miedo de que esto se termine, que mi vida pierda ese impulso que me da su sonrisa, que sus te quiero cesen y que su cuerpo deje de brindarme esa dulce calidez y plenitud que he conocido sólo con ella.

—Hey... —susurra con voz ronca y me atrae a mi atrae a la realidad. La miro y sonrio, tengo que admitir que ver sus ojitos recién despierta no se compara con lo que alguna vez imagine, al parecer sus mejillas mantienen ese hermoso rubor, su pelo despeinado y sus hermosos labios rojos. Me acerco y rozo suavemente sus labios.

—Buenos días. —susurro y la miro. Sonríe y eso me da una leve idea de como se siente. —¿Como amaneciste?

—Bien. —Se arrima mas a mi y la abrazo con mis dos brazos, sus nariz roza mi pecho y suspira. —¿Tu?. —vuelve a unir su mirada con la mia y me pierdo en el inmenso azul de sus ojos, ahora soy yo quien suspira.

Debí haber hecho algo muy bueno en la otra vida, para que en esta este siendo recompensado con ella.

—No me puedo quejar. —enarca una ceja y me mira con  diversión. Su mirada toma un brillo travieso y ahora soy quien la mira con curiosidad.

—Yo tampoco me puedo quejar. —Me guiña un ojos con picardía. —Lo de hace horas fue maravilloso, alucinante. Nunca me había sentido así. —confiesa con emoción.

—Me alegra saber eso. —Me mira con diversión ante la seriedad de mis palabras. Sé que es egoísta y hasta raya en la ridiculez, pero que Clark no haya hecho su trabajo de esposo me alegra a sobremanera.

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