Adoraba que Vito no desmintiera que eran pareja. Y ahí estaban de nuevo, el señor que atendía la pastelería había dado por hecho que era la pareja que iba a casarse, y Tasia sonreía y miraba al italiano con amor.
El hombre dejó tres tipos de tortas en la mesa para que la pareja, que iba acompañada por el bebé, degustara, y así decidieran cuál querían para su boda. Una era un bizcochuelo de vainilla con crema, la segunda era también de vainilla, pero rellena de chocolate, y la última y que Tasia había elegido sin siquiera probar, la de bizcochuelo de chocolate rellena con crema y frutillas.
-Esta de masa de vainilla con crema esta buena- comentó Vito.
-Si, de cualquier manera ya se lo que quiero para la torta- afirmó ella dándole un pequeño trozo al niño que se encontraba en su regazo.
-Y qué es lo que quieres?
-Bizcochuelo de chocolate rellena con crema y frutillas.
-Mmm creo que si me quedo con esa!
-Por supuesto que si! a quién no le gusta el chocolate con frutillas?!
-Para qué estamos aquí entonces?
-Hay que elegir las tortas que se servirán con el café.
El pastelero dejó seis porciones de diferentes tortas arriba de la mesa. Estas eran, una de coco, otra de chocolate, una de limón, una de ricota, una de manzanas y la última de frutas variadas.
-Cuantas hay que elegir?
-Pensé en que haya sólo tres tipos diferentes, si son demasiadas habrá gente que no pruebe alguna, y si encargamos para que todos puedan probar, sobrará demasiado. No?
-Totalmente de acuerdo. Si aceptas mi humilde opinión... no puede faltar una de limón.
-Totalmente de acuerdo- repitió ella sus palabras.- creo que otro clásico es de coco, qué opinas?
-Si... y la tercera?... Manzana?- ella arrugó de manera graciosa la nariz, haciendo sonreír a Vito.
-Chocolate?... no... ya tenemos la otra con chocolate...
-Mmmm... ricota?
-Si! Perfecto! Ricota!
-Bravisimo! Me encanta el amore! Bellissima coppia! Nunca había visto que se decidieran tan rápido!
Nadie lo sacó de su error, en lugar de eso, Vito miró con ternura a Tasia y acarició su mano, que se encontraba arriba de la mesa.
Quedaron en que le informaría con 10 días de anticipación, dado que aún seguían sin tener una fecha exacta para la boda.
Vito invitó a Tasia a almorzar, y luego de un corto paseo, volvieron a la casa. Él subió con Matteo en brazos, dormido, hasta su habitación, seguido por la muchacha, lo acostó en su cuna y se giró para mirarla. Ella tenía la vista fija en el pequeño que dormía plácidamente, sonreía con una ternura infinita.
-Es increíble cómo algo tan pequeño puede provocar tantos sentimientos, no crees?
-Si.- dijo él, aunque no solamente se refería a su sobrino. No estaba seguro de que ella superara el metro sesenta, era tan pequeña... y tan hermosa. Y provocaba en él sentimientos que nunca creyó poseer. Tan intensos, que lo asustaban. Tan grandes, que no le cabían en el pecho. Tan hermosos, como ella. Pero tan prohibidos como la manzana del Edén, y él estaba siendo tentado por la serpiente.
***
Los días siguieron pasando, Vito estaba ya bastante ocupado controlando que todo estuviera marchando bien con la siembra, la que estaba en pleno proceso. Debía asegurarse de que las tierras estén bien fertilizadas, húmedas y removidas, para provocar un crecimiento libre a las plantas de vid.
Tas, por su parte, había elegido el menú por teléfono. Había pensado que en Italia, el menú principal debía ser pasta, así que no había sido difícil, se había decidido por sorrentinos de pollo y verduras con salsa bolognessa. Sólo pensar en aquello le hacía agua la boca. Vito no había pasado mucho tiempo en la casa, así que ella pasaba la mayor parte del tiempo con Matteo, los dos solos. El niño se ponía feliz cuando veía a su tío, y no lo disimulaba, en cambio ella debía tragarse las lágrimas de alegría cuando él llegaba a la casa, debía hacerlo, porque él la trataba con una distancia que le rompía el corazón.
Cierto día, Vito llegó más temprano de lo normal. Cuando entró a la casa, Tas estaba jugando con Matteo en su habitación. Aprovechó que la joven le daba la espalda y admiró su figura, su risa, cuando el pequeño hacía alguna monada, su voz cuando le cantaba alguna canción infantil, el cabello le caía por la espalda hasta la cintura, se veía sedoso y brillante. Cerró los ojos y se imaginó tomándolo entre sus dedos mientra la besaba.
-Llegaste temprano!- exclamó Tas con alegría. Vito abrió los ojos de repente y se sonrojó por haber sido descubierto.
-S-si... recordé que te había prometido llevarte a ver los campos de vid...
-Cierto... lo hiciste...
-Bueno... Si quieres podemos ir ahora...
-Me encantaría! solo deja que cambie mi calzado por algo más cómodo, si? no tardo- se levantó y salió corriendo a su habitación, donde se sacó los bellos zapatos altos, que se había acostumbrado a usar por su baja estatura, y se puso unas zapatillas de deporte. Volvió cuando Vito estaba cambiando el pañal de Matteo, que reía y pegaba patadas al aire.
-Quédate quieto, pequeño diablillo! así nunca vamos a poder salir!- escuchó la suave risa de Tas a su espalda y giró la cabeza con fingido fastidio.
-Necesitas ayuda?
-Tengo todo controlado- su sobrino lo contradijo cuando un chorro le mojó la camisa.- Pero qué...?!
La suave risa de Tas se convirtió en una carcajada. Vito comenzó a reír también cuando descubrió el defecto que la joven tenía entre tanta perfección: su risa. Anastasia parecía un chanchito con neumonía, la joven estaba arrodillada y sujetando su estómago que dolía de tanto reír. Él se acercó a ella con el niño en brazos y comenzó a hacerle cosquillas en venganza en cuanto dejó al niño en el piso a su lado.
-No te acerques con esa camisa!- logró decir entre risas. Vito le hizo caso, sólo que no se alejó, sino que sacó la camisa por su cabeza y se tiró encima de ella. Matteo gritaba y aplaudía con ganas al ver a los adultos jugando como niños. Ellos comenzaron a girar por la habitación en un revuelto de manos y piernas entrelazadas. Cuando la cuna los detuvo, Vito estaba sobre el cuerpo de Tasia, que respiraba agitada. Tenía una sonrisa enorme en su cara, y rastros de los que habían sido lágrimas de diversión. Inconscientemente limpió el rastro con sus pulgares, tenía su rostro a escasos centímetros, sólo debía bajarlo y sus labios quedarían unidos en un beso que ambos anhelaban. Iba a hacerlo, estaba haciéndolo, sólo un poco más y sentiría el dulzor de sus labios. Pero Matteo se había acercado, y apoyandose en la espalda de su tío, estaba parado a un lado, riendo feliz.
-Me pongo una camisa y salimos.- se levantó y salió de la habitación antes de cometer una locura.
Ver a Vito sin camisa la dejaba sin aliento. Tenía 27 años, pero aún así no era muy experimentada en el tema sexo, aunque no era virgen. Había tenido su primera vez a los 17 años, su novio de esa época, que era tan inexperto como ella, sólo se preocupó de su disfrute, mientras que para ella había sido un acto en extremo doloroso. Lo volvió a intentar unos años después, cuando perdió el temor, pero no había logrado sentir absolutamente nada. Llegó a pensar que tal vez fuera frígida, pero entonces conoció a Vito, y sus hormonas se habían alborotado al instante, luego él había tenido que irse, y ella no había podido investigar hasta donde podía llegar el placer.
Vito regresó con una camisa nueva y salieron para hacer el recorrido.
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Catando el amor
RomanceLa vida del italiano Vito Astori da un giro cuando su hermana fallece, dejándolo a cargo de su pequeño sobrino. Pero todo empeora cuando su hermano, Luca, le cuenta que va a casarse... con la mujer que él ama.