Tas poco a poco y con muy poca fuerza abrió los ojos. Le costaba respirar, el esfuerzo que hacía era descomunal. Tosió para liberar sus pulmones del humo y automáticamente Vito se separó para mirarla aún con lágrimas cayendo por sus mejillas.
-Me gus...ta Annie- dijo sin fuerzas.
-Shhh cariño, no hables. Sólo respira, y quédate conmigo.
Ella asintió pero no puedo hacerlo, dos minutos después, luego de mucho esfuerzo, volvió a desmayarse. Justo cuando los bomberos llegaban a ellos. Vito la llevó en brazos hasta afuera, donde las luces de una ambulancia le llamaron la atención. Corrió hasta allí y la dejó sobre la camilla. Los paramédicos le pusieron rápidamente una máscara de oxígeno y la cubrieron con una manta.
-Viene con ella?-Él miró la casa, pensando en Matteo.
-Yo me quedaré con él.- Dijo Alonzo viendo su indecisión.
-Gracias.- no dijo más y se acomodó a un lado de ella, sujetando su mano.- estará bien?
-Hay que esperar a los estudios. Por el momento por lo menos respira por su cuenta.
Cuando llegaron al hospital tuvo que dejar que se la llevaran para poder registrarla. Tuvo que hacerlo como su esposa para que le permitieran verla. Cuando entró a la habitación, ella seguía dormida.
Un hombre con bata blanca entró y revisó la ficha de Tas, luego lo miró, Vito supuso que era el médico que la había atendido.
-Es usted su esposo?
-S-si... lo soy. Ella está bien?
-Tiene la tráquea irritada por el calor, pero no llegó a herirse de gravedad. Le arderá durante unos días, una semana a lo sumo. Se quedará aquí hasta mañana. Si despierta trate de que no hable mucho, y cuando vuelva a casa, comidas espesadas, para evitar que se ahogue y tenga que toser, o el dolor le hará ver las estrellas.
-De acuerdo, doctor. Gracias.
-Usted fue quien entró por ella, verdad?- cuestionó viendo la cara manchada con tizne y los ojos rojos, dañados por el humo.
-Si...
-Por qué no deja que lo revisemos? Para descartar cualquier problema.- él negó con la cabeza.
-Me quedaré con ella.
-Ve...- se oyó el susurro en la habitación. Vito corrió a su lado.
-Shhh, no hables.- ella negó con la cabeza.
-Ve... Vito...
-Si voy dejarás de hablar?- ella asintió con una débil sonrisa.- Bien. Pero que sea rápido.- dejó un beso en su frente y salió trás el médico que había atendido a Anastasia. Resultó ser que tenía quemaduras de segundo grado en las piernas y los brazos, por haber pasado entre el fuego para llegar a ella. Cuando volvió, Tas estaba nuevamente dormida.
De un momento a otro, él notó que movía levemente los párpados, se acercó a ella y acarició su cabello.
-Tas?- ella seguía sin abrir los ojos.- Annie?- Aquel sobrenombre hizo que ella abriera los ojos de repente. Lo miró y sonrió. Lo escaneó con la mirada y se detuvo en sus brazos, que estaban vendados, sus ojos se llenaron de lágrimas al pensar en el peligro que él habría corrido por llegar a ella.
-Qué... te....?
-Shhh. Dijo el doctor que no hables. Yo estoy bien. Las enfermeras de este hospital son un poco exageradas. Con una pomada hubiese estado igual de bien.- ella sonrió y asintió.
Esa noche no dijeron nada más. Vito se quedó a su lado toda la noche, después de asegurarse que Matteo estaba bien con Alonzo y la chica embarazada, que resultó ser la esposa de este.
A la mañana siguiente, lo despertó el mismo doctor que había atendido a Tas, o Annie, como pensaba llamarla desde ese día. Un oficial de policía estaba parado detrás de él.
-Señor Astori?
-Si.- respondió medio adormilado.- soy yo.
-Soy el oficial Rinaldi. Debo hablar con usted acerca del incendio en su propiedad.
Vito se levantó, y luego de echarle una última mirada a Annie, salió detrás del uniformado.
-Hubo más heridos? no estaba enterado. Pensé que sólo mi esposa había resultado afectada.
-Y así fue. No estoy aquí por eso. El incendio fue intencional.
-Me está diciendo que alguien lo provocó?
-Así es.- Alguien había puesto en peligro la vida de Annie y Matteo. Cuando encontrara a esa persona lo pagaría muy caro.
-Quiero su cabeza en una bandeja de plata.- dijo con odio.
-Eso no será posible, señor Astori.-dijo el oficial riendo- Pero el responsable ya está bajo arresto.
-Quiero verlo.
-Con las emociones a flor de piel, no es recomendable. Podría salir usted perjudicado. Debe pensar en su esposa, y sé que tiene un hijo.- Vito deseó que aquello fuera verdad.
-Quién fue?
-Adriano Ricci. Lo conoce?- Vito pensó un momento, la imagen de un joven que trabajó para él llegó a su mente.
-Si. Lo despedí hace unos meses. Estaba robando.
-Había hecho la denuncia?
-Se me hubieran reído en la cara si denunciaba que me había robado vino. Pero es que se había llevado ediciones limitadas, vinos añejos que habían pertenecido a mi abuelo, cosechas demasiado buenas y costosas. Y las había tomado comiendo hamburguesas de McDonald's! Lo que más me enfureció fue que subiera las malditas fotos a las redes sociales. Vinos de 80 años desperdiciados en una maldita hamburguesa!
-Tiene razón.- respondió riendo a carcajadas por el arrebato de furia de Vito.- De cualquier manera debe hacer esta denuncia en cuanto tenga un momento. El juez ya labró una orden de restricción. Pero pase en cuanto pueda. Que tenga buen día.- El oficial se fue dejándolo en el pasillo del hospital con un profundo odio.
Cuando volvió a entrar a la habitación, vio a Anastasia mirando a todos lados como buscando algo.
-Se te perdió algo?- dijo con una sonrisa. La furia había desaparecido. Todo desaparecía cuando estaba a su lado.
-Tu...- él se acercó y la besó con pasión, ella le rodeó el cuello con los brazos para luego atraerlo más cerca de su cuerpo, que cubierto con una simple bata de hospital, daba la sensación a Vito de poder sentir el calor de su cuerpo y el tacto de su piel. La besó un largo rato, hasta que ella apartó la cara rápidamente para comenzar a toser con violencia. Su cara estaba roja, y las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas. Vito desesperado llamó a las enfermeras, que llegaron rápidamente con un vaso de agua.
-Qué sucedió? preguntó una enfermera mirándolo con desaprobación al ver los labios hinchados de ambos.
-Yo... yo sólo... la besé.- estaba nervioso y asustado.
-Pues bien. Va a tener que contenerse, señor. O esto pasará seguido.
Cuando la enfermera salió, él se acercó a la cama y la abrazó con fuerza.
-Lo siento, cariño. No habrá más besos para tí!- ella hizo un gracioso puchero y él sonriendo dejó un suave beso en su frente.
-Tu...
-Ya basta, Tas. Cuando estés recuperada podrás hablar. Ahora intenta que mi corazón no vuelva a pararse como recién.
-An...nie
-Te gusta que te llamen así?- ella negó- anoche me dijiste que te gustaba.
-Tu...
-Te gusta que yo te llame así?- asintió con una sonrisa. Él besó su frente.- Pues así te llamaré... ahora descansa, Annie...
ESTÁS LEYENDO
Catando el amor
Roman d'amourLa vida del italiano Vito Astori da un giro cuando su hermana fallece, dejándolo a cargo de su pequeño sobrino. Pero todo empeora cuando su hermano, Luca, le cuenta que va a casarse... con la mujer que él ama.