Matteo sólo hizo fiebre una vez más, y luego ya se mejoró. Tasia no se separó de él en ningún momento. De aquello habían pasado 4 días. 4 días en los que ella había programado citas para ver las distintas variedades de tortas para la mesa dulce, aunque ya tenía pensado exactamente lo que quería para la torta principal. Chocolate con crema y frutillas. Clásico pero exquisito.
Vito se había mantenido alejado de ella el mayor tiempo posible. Sabía que si comenzaban a pasar más tiempo juntos iba a terminar haciendo algo de lo que luego se arrepentiría y podría dañar mucho a su hermano. Sin embargo, cuando estaba junto a Anastasia no podía evitar admirarla. Era tan hermosa, tan dulce, la manera en la que trataba al pequeño Matteo, como le sonreía y besaba. Sería una excelente madre, estaba seguro de aquello.
Esa noche había decidido cocinar por fin las pizzas que Tasia le había pedido. Había preparado la clásica Napolitana, una Calabresa y una simple Muzzarella. Descorchó un Syrah y lo dejó respirar en lo que Tas llegaba. Se había esmerado, se notaba en toda la parsimonia de la mesa, a la que sólo le faltaban las velas. Ella entró con Matteo en brazos y lo sentó en su correspondiente sillita.
-Por lo menos, la presentación es buena.- dijo con una sonrisa.
-Y espera a sentir el sabor. Toma asiento.- volvió a la cocina por el pollo que había preparado para el pequeño y se pusieron a comer.
Tasia no sabía cómo, pero había logrado comer 5 porciones de pizza, habría querido seguir comiendo, pero apenas podía respirar.
-Donde metes tanta comida?!-dijo sorprendido Vito.- Eres tan pequeña...
-Mira esto!- se recostó en el respaldo de la silla.- parece que tengo 4 meses de embarazo!- soltó una carcajada. Vito estuvo tentado a estirar la mano y posarla en su vientre.
-Y bien? cuál es el veredicto.-dijo en cambio.
-Bueno... temo decir que estabas equivocado.-él abrió los ojos con sorpresa, no podía creer que después de 5 porciones ella le dijera que no le gustaban sus pizzas.- Estas no son las mejores pizzas de Italia... yo diría que... son... las mejores de toda Europa!
-Dio, mujer! hiciste que mi corazón se parara un momento! Eso no fue gracioso!
-Necesitas que te pinchen el ego, Vito. No puedes ser tan atractivo y cocinar tan bien! Algún defecto debes que tener!
-Suelo desear cosas que pertenecen a otras personas- dijo para sí mismo, tan bajo que ella no logró oirlo.
-Tienes trabajo esta noche?
-No mucho, por qué?
-Pensaba que quizá quisieras ver otra película... que no sea de terror. Llena como estoy no creo que pueda resistir la tensión- dijo con una sonrisa.
-Veré que puedo encontrar.
Una vez que el pequeño se durmió, Tasia lo llevó a la cuna y volvió para acomodarse al lado del apuesto italiano que la esperaba con unos bombones para disfrutar de la película.
Una hora y media después, Tasia lloraba a mares por la emotiva película. Y Vito, que no podía soportar verla llorar, la abrazaba contra su costado, y secaba sus lágrimas con su pulgar. Cuando bajó la cabeza para mirarla, ella justo subió la suya para disculparse por ser tan sentimental, y sus rostros quedaron a escasos centímetros. Ella bajó la mirada a sus labios y él no pudo resistirse, y junto sus labios en un beso lento y lleno de sentimiento. La abrazó fuerte un momento antes de separarse como si le quemara la piel.
-Esto no esta bien.- fue lo único que dijo antes de abandonar la sala y subir a su habitación, dejándola a ella con su sabor en los labios y un profundo dolor en el pecho por su rechazo.
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Catando el amor
RomantizmLa vida del italiano Vito Astori da un giro cuando su hermana fallece, dejándolo a cargo de su pequeño sobrino. Pero todo empeora cuando su hermano, Luca, le cuenta que va a casarse... con la mujer que él ama.