Capítulo 11

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Maratón 1/7

Jimin se estaba preparando para dormir. Tenia su pijama puesto, su cabello recogido con un pasador  para que no cayera en su frente mientras se aplicaba crema en sus mejillas. 

Su celular sonó y comenzó a buscarlo desesperado por las mantas hasta que sintió el ruido de un objeto impactando contra el suelo. Jimin rápidamente se agacho para comprobar que la pantalla de su celular estaba bien pero cuando tanteo terreno con su mano se encontró con una caja , la cual la sacó de inmediato para luego volver a introducir la mano para tomar su celular. 

Tomó la caja y el celular y nuevamente se sentó en la cama para ver que había dentro del contenedor. 

-Creí que las había botado todas.- susurró Jimin al ver algunos esmaltes dentro de la caja con algunos otros implementos utilizado para el cuidar las uñas. 

Tomó los esmaltes como si fueran algo maravilloso. ¿Qué podía decir? las pinturas de uñas eran su placer culpable. 

Aun recordaba cuando fue la primera vez que pinto sus uñas. Fue luego de encontrar un esmalte que su prima había olvidado en su casa, con tan solo 10 años quedó maravillado con lo hermoso que se veía el color en sus uñas y fue tanto el deseo de ver sus manos igual de lindas que pintó sus uñas en la noche. 

Claro que toda felicidad se esfumo cuando bajo a desayunar con sus padres  y vieron sus uñas. Decir que estaban enojados era poco, esa fue la primera vez que Jimin fue golpeado por su padre por tener conductas que no correspondían a un hombre. 

Su cuerpo llegaba a doler de solo recordar la correa de su padre contra su piel. No tuvo ninguna compasión, ni siquiera cuando el rogaba porque se detuviera. 

Luego de eso su vida cambió por completo ya que le prohibieron a Jimin juntarse con su prima y comenzó a recibir clases particulares hasta los 15 años. Fue mucho tiempo sin tener contacto con sus iguales y eso solo fue un arma en contra que logró hacer su vida escolar un infierno. 

Ver esos esmaltes los hacia recordar tantas cosas desagradables pero también lograba hacerlo vivir uno de sus recuerdos mas hermosos de infancia. 

Él se sintió tan pleno cuando vio sus uñas pintadas de un azul cielo. 

Sus manos regordetas le parecían hermosas, pero solo lo eran para él. 

Cuando tuvo la oportunidad de vivir solo volvió a comprar esas hermosas pinturas, quizá ahora que no estaban sus padres podría darse ese lujo aunque tuviera que quitarse el esmalte cuando saliera al mundo exterior. 

Pero cuando Jackson le dejo en claro que no le gustaba y que solo se burlarían de su persona pensó que él era el que actuaba mal y hacia cosas que no debía y eso lo comprobó cuando salió a comprar verduras a una pequeña tienda que se encontraba en la esquina de su casa, no pensó que ir con esmalte seria una experiencia tan desagradable. 

Apenas puso un pie fuera del departamento comenzó a recibir miradas desaprobatorias, otras burlescas y muchos comentarios despectivos. Él intentaba diminutamente ocultar sus manos pero sus nervios no lo dejaban pensar con claridad. 

Ese día fue horrible. Lloró por sentirse un inadaptado, por no ser como los demás y no recibir el apoyo de nadie. 

Un "te lo dije" fue lo único que recibió de su novio y la verdad tampoco esperaba mas, era cierto, Jackson se lo había advertido y él había hecho oídos sordos. 

Ese día, tomó una bolsa de basura y comenzó a botar todos sus esmaltes. 

O pensaba que se deshizo de todos. 

-No debes, Jimin.- susurró Park mirando sus uñas sin ningún color.

 "Amate diciendo y haciendo lo que piensas porque si enojas a alguien con eso no significa que tu estas en lo incorrecto o lo que hiciste es malo, solo que esa persona no es capaz de respetarte" 

-Le prometí a Jungkookie que pondría de mi parte.- susurró Jimin preparando todo para comenzar a abrir el frasco de esmalte. 

Jimin había elegido un hermoso rosa y apenas la pintura cubrió toda la superficie de la uña de su dedo pulgar, mandó todo al carajo. 

Pintaba cuidadoso para no salirse del margen y arruinar todo. Una sonrisa se había asomado a sus labios y el calor que sintió en su pecho fue igual de intenso y maravilloso como la primera vez que se había pintado las uñas. 

Una vez que el esmalte se secó, corrió al mueble donde tenia su joyería y comenzó a probarse anillos, una boba sonrisa se asomaba en sus labios admirando sus deditos gorditos decorados con esa pintura y sus preciados anillos. 

-Se ven hermosas.- admitió Jimin en voz alta mientras tomaba su celular para sacarles una foto. 

Estuvo como un pequeño crío saltando de alegría cada vez que veía una de sus fotos. Pero su momento de felicidad tuvo una pausa cuando una llamada de Jungkook llego. 

-Buenas noches, gatito... ¿te desperté?

-No, estaba dándome una ducha.- mintió Jimin mirando sus manitos.-¿qué sucede?

-Lo que pasa es que mañana quiero ir de compras al supermercado porque estoy pobre y casi no me quedan reservas y quería saber si te gustaría acompañarme.- preguntó Jeon con su voz ¿nerviosa?

Jimin se emociono al escuchar la propuesta.- Claro que sí... ¿a qué hora?

Jungkook soltó un suspiro de alivio.- pasaré por ti al medio día... 

-Esta bien, hasta mañana, Jungkookie.

-Hasta mañana, precioso. Ten lindos sueños y descansa.

Jimin se sonrojo al escuchar esos deseos tan tiernos.- tu igual, buenas noches, Kookie. 

La llamada se cortó y Jimin dejo el celular en la mesita de noche para disponerse a dormir. Miró sus uñas nuevamente, debía levantarse temprano para quitárselas y evitar malos ratos. 

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  Este fanfic es mi modo de respuesta a muchos comentarios que leo sobre Jimin pasivo dentro del kookmin, jé. 

Henkō [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora