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Doug entró a la habitación después de acostar a su hijos, su hermosa esposa estaba durmiendo sobre la cama, de medio lado, con una mano sobre su abdomen y su pelo esparcido en la almohada.

— Debiste de tener un día muy agitado — Susurro sonriendo mientras se sentaba a su lado y le acariciaba la mejilla. Evie se movió un poco acomodándose un poco más en su lugar.

Doug le quitó la almohada para que su cabeza quedara recostada y no medió doblada, después la levantó lentamente para sacar las cobijas y dejarlas al final de la cama. Saco la pijama debajo de la almohada de su princesa y la dejo a un lado mientras movía el brazo de Evie y tomaba el cierre bajando la cremallera de vestido.

Se las arregló para quitarle el vestido y ponerle la parte de abajo de la pijama. Suspiro cuando tenía que quietarle el brazier de encaje negro que Evie traía.

Soltó aire cerrando los ojos y le abrió el brazier. Se lo quitó rápidamente y le puso la camisa controlándose para no dejarse llevar por los pechos de su esposa.

La arropo y beso su mejilla. Se fue hacia su lado de la cama y se cambió metiendose debajo de las cobijas, abrazando a Evie por la cintura, acercándolo a el, entonces se quedó dormido como su esposa.

Evie despertó en la isla de los perdidos, en su cama, en su castillo. Se levantó confundida mirando el lugar rápidamente y se acercó a la puerta, saliendo de su habitación.

— Mamá? — Pregunto, pero el castillo estaba tan solo como tan deteriorado. La chica camino por los pasillos del gran castillo para reafirmar que su madre no estaba allí.

Evie salió del castillo buscando la razón por la cual estaba en la isla, por la cual sentía esa preocupación y el vacío en el pecho. Estaba preocupada por alguien que no sabía quién era, y eso la tenía fastidiada.

Paseo un buen rato por las calles hasta que sus pies la llevaron al callejón de la tienda de su padre.

— Pero que demonios estoy haciendo aquí — Dijo sacudiendo su cabeza y dándose media vuelta.

— Creí que tus preciados hijos valían más para ti — La rubia sonrió jugando con el chicle en su boca.

— Mierda yo creí que me había des hecho de ti — Gruño Evie.

— Nunca Te desharás de mi Queen, deberías saberlo — Contesto caminando hacia ella y tomándola de la cara por las mejillas. — Soy como tu sombra, nunca te abandona.

— Lo que eres para mi es una desgracia — Escupió Evie — Y de que hijos estás hablando.

— Ja! No puedo creer que no recuerdes a tus propios mocosos, eres más idiota de lo que creí. — Rio soltando la cara de la princesa.

— ¿De que mierda hablas?.

— ¿Como se llamaban? Dila.. Danielle.. Dana.. Ah ya! Diana y el otro era.. cómo era?..

— Evan — Susurro Evie — Que mierdas les hiciste Cora?.

— ¿Yo? Nada — Rio Cora — Yo solo quiero destruirte a ti.

— No seas idiota Cora, todos en la isla sabemos que el dolor emocional genera debilidad física. Donde están mis hijos.

— Pregúntale a el — La rubia rio y despareció dando la vuelta. Evie giro la cabeza rápidamente para encontrarse a sus dos bebes llorando desesperadamente.

— Chi-Chicos — La peliazul corrió hacia sus hijos pero un campo le impidió acercarse. Evie empezó a golpearlo tratando de romperlo para poder calmar a sus hijos, pero por cada golpe el campo le enviaba una descarga eléctrica.

— Si fuera tu dejaría de hacer eso — Rio Lucifer detrás de ella. Las lágrimas corrían por las mejillas de Evie pero eso no impidió que se diera la vuelta mirándolo molesta.

— Devuélveme a mis hijos — Gruño.

— ¿Así es como le pides las cosas a tu futuro esposo?.

— Devuélvemelos! — Grito lanzando su puño para golpearlo, pero le pasó lo mismo que con el campo.

Aún así no se rindió y siguió golpeándolo hasta que se quedó sin fuerzas.

— Esos niños van a ser míos también — Sonrió Lucifer tomándola en brazos — No de estupido enano.

— Déjalos en paz — Sollozo la peliazul sin fuerza.

— No, ¿Vas a convertirte en mi esposa?.

— No! Ya déjalos libres! — Pidió a gritos.

— Respuesta incorrecta — Dijo Lucifer fríamente. Las llamas comenzaron a salir del suelo, quemando lentamente a ambos niños mientras que Evie gritaba e intentaba pasar el campo pero no podía.

Al final la princesa se deslizó sollozando sin poder mirar a los ahora cuerpos sin vida de sus hijos.

— nos vemos la proxima, futura Reina Genevie.

Evie se despertó sobresaltada con lágrimas en las mejillas y una opresión en su pecho.

La angustia, el miedo y el dolor la hicieron levantarse de la cama y acercarse a los cuartos de sus bebés quienes dormían como ángeles.

Cerró la puerta del cuarto de Diana y se recostó en la pared mientras sollozaba suavemente.

— Fue solo un sueñoSe calmo. Pasó su mano por su cabello y Suspiro.

Fue a la cocina y tomó un vaso de agua que se tomó recordando una y otra vez la escena en la que Lucifer mataba a sus hijos.

Nego quitando esos pensamientos de su cabeza y se apresuró a volver a la cama.
Intento dormir y acomodarse de mil posiciones diferentes, pero ninguna surgía efecto.

Cada vez que cerraba los ojos veía a Lucifer y a sus hijos siendo quemados.Se levantó frustrada de la cama y se puso unos zapatos y un abrigo saliendo en dirección al castillo de su mejor amiga, en donde se encontró con Carlos, Jay y Mal hablando en la puerta.

— Por favor no me digas tú también que tuviste una pesadilla en donde Dia y Evan morían — Pidió Mal.

— Fue horrible — Suspiro Evie cerrando los ojos con fuerza y sintiendo los brazos de Jay abrazarla. Ella se dio la vuelta y lo abrazó de regreso.

Abrió los ojos y vio a Lucifer reír al otro lado de la calle mientras mantenía su mirada diabolical. Le hija de la reina malvada cerró los ojos fuertemente y al abrirlos el ya no estaba.

— Tenemos que hacer algo — Dijo Carlos — No es normal que todos tengamos un sueño en e que pase lo mismo.

— Aquí hay gato encerrado.

Mal miró a la isla y Suspiro — Vamonos a dormir, hablamos de esto más tarde — Dijo cuando vio a Maya correr hacia ella detrás de Bailee, ambas con los ojos rojos y corriendo como si escaparan de algo o alguien.

Jay acompaño a Evie a casa mientras Carlos ayudaba a Mal, ninguno estaba tranquilo para hablar en el camino. Los sueños de sus hijos los tenían con el corazón en la mano, y sabían donde estaba la solución, pero no querían volver a ese lugar.

La Vida ContinuaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora