-¡Eder! -Ayla miro incomoda a su hermano.
-Hola hermanita -el se acerco a ella y se inclino para besarla, después miro a su sobrina y sonrió -¿Como está la princesa?
-Muy bien -Ayla miro a la puerta y de nuevo a el -Siéntate.
-¿Pasa algo? -el frunció el ceño y miro a la puerta.
-¿Eh? No, no -Ayla acuno a su hija.
-Vamos Lucien, Connor -Isobel entro en la sala sonriendo, con los niños y miro al hombre que estaba sentado ante Ayla -Hola.
-Vaya, veo que has encontrado una niñera muy eficiente -Eder sonrió a la niña y cogió a sus sobrinos, sentando a cada uno en una pierna. -¿Como te llamas pequeña?
-Isobel -ella sonrió al hombre -¿Eres un guerrero?
-Si, lo soy -el miro a su hermana con una ceja alzada y frunció el ceño al ver que estaba nerviosa -¿Estas bien Ayla?
-¡Tío! -Lucien tiro de la coleta de su tío.
Jannet bajaba las escaleras con el libro en sus manos, cuando bajo el ultimo escalón y dio un paso hacia la sala, escucho su voz. Y se quedo paralizada. Conteniendo un jadeo, corrió hacia la pared y se pego a esta, mirando escondida tras la puerta.
-Eres una niña muy guapa -Eder sonrió a la pequeña
-Y tu muy fuerte -Isobel sentada a su lado lo miraba con curiosidad.
-Vaya -el rio a carcajadas -Gracias.
Jannet pegada a la pared, con su pecho bajando y subiendo, se inclino hasta poder verle. En todo este tiempo que llevaba alli, le había visto muchas veces, pero siempre de lejos. Desde la ventana de su habitación donde se había escondido con su hija cada vez que sabía que vendría. La única vez que habían estado muy cerca, fue una ocasión en la que el llego y al no estar Ayla, fue a la cocina para pedir una manzana, y ella por suerte estaba en la despensa, donde permaneció escondida, justo tras la puerta en la que él se apoyo para hablar con uno de los cocineros. Hasta que Mail apareció y se llevo a su cuñado y ella pudo salir de la despensa, pero no de la cocina, no hasta que Ayla fue en su busca.
Y ahora le podía ver tan claramente. Estaba alli, sentado con los niños sobre sus rodillas. Había cambiado, su rostro estaba más serio, era un adulto. Todo un Laird. Cerró los ojos con fuerza recordando su mandíbula, sus fuertes brazos, su sonrisa. Y todas esas imágenes se desvanecían dando paso a la que la perseguía.
-¡Eder! ¡¿Eder?! -el frio viento le revolvía el pelo y el vestido se le enredaban en las piernas. Resbalo con una piedra y apoyo la mano al caer, gimió, pero se incorporo y sacudió la mano en el vestido, dejando un rastro de sangre. -¡¿Eder?! -y entonces le vio, en el filo del acantilado. Corrió hacia él y le abrazó -¡Eder! Lo siento, lo siento mucho -aparto el rostro para mirarle a la cara.
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El Laird
RomanceEder MacPearson lleva demasiado tiempo buscando, buscando la oportunidad que nunca debió haber dejado marchar. Y ahora ella no está. Ha desaparecido como si la tierra se la hubiera tragado. Y tras años de búsqueda, no tiene nada. Y cuando aquella mu...