-Necesito huevos -Jannet miro a la cocinera y le sonrió -Somos muchos, así que... bastantes.
-Iré a buscarlos -la mujer asintió y tomo una cesta, salió de la cocina.
Jannet suspiro, y volvió a centrarse en trocear las fresas. Sintió unas manos en su cintura y sonrió, dejando el cuchillo a un lado.
-¿No pensabas decirme que mañana es el cumpleaños de nuestra hija? -le hablo al oído, rozando sus labios contra el lóbulo de su oreja.
-Yo...-ella giro el rostro para mirarle -No es un buen momento para celebraciones y...
-¿Que clase de padre seria si no le celebro el cumpleaños a mi hija? -el frunció el ceño, mirándola a los ojos.
-Oh, Eder -y ella se giro entre sus brazos y colocando las manos en su pecho, y se puso de puntillas para besarle.
En cuanto sus labios se rozaron, en la apretó contra su cuerpo, envolviéndola en sus brazos. Un gruñido resonó en la garganta de Eder, la empujo contra la mesa de la concina y sin pensarlo un segundo, la alzo, sentándola sobre ella, situándose entre sus piernas, mientras besaba su cuello.
-Eder -ella gimió, aferrándose a sus ojos -Estamos en la cocina.
-Lo sé-el metió las manos bajo la tela de su vestido y subió, acariciando sus muslos.
-Puede venir alguien -jadeo cuando sintió como el mordía su cuello.
-Estoy en mi cocina, que se vayan todos al diablo -y el llevo la mano al lazo de su pantalón, desatándolo. -Rodéame con tus piernas -y ella obedeció. La miro a los ojos y se adentro en ella despacio, conteniendo el aliento. -Eres el maldito paraíso.
Jannet gimió, sujetándose a sus hombros y apretándole con sus piernas, urgiéndole.
-¿Tienes prisa esposa? -rio mientras besaba sus labios. Y se movió más deprisa. Clavo las manos en la mesa, sintiendo el leve dolor atravesar una de sus manos. Pero no le importo, la maravillosa sensación de estar dentro de ella, superaba cualquier otra. Sintió como su mujer le clavaba los dedos en los hombros y alzaba el rostro al techo, mordiéndose el labio. Escondió su cara en su cuello y presiono su boca contra él, evitando que el grito saliera de sus labios.
Todo quedo en calma, solo el sonido de sus latidos acelerados, inundaba el lugar.
-Las fresas -Jannet hizo una mueca, consciente que estaba sentada sobre ellas.
-¿Eran para la tarta? -el suspiro, apartando el rostro de su cuello, la miro sonriendo y beso sus labios -Iré ahora mismo al pueblo y te traeré todas las que quieras. -miro entonces hacia la mesa, su mano y frunció el ceño. Se aparto de ella, y la ayudo a bajar con el otro brazo.
-¿Eso es sangre? -Jannet miro su mano -¡Te cortaste!
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El Laird
RomanceEder MacPearson lleva demasiado tiempo buscando, buscando la oportunidad que nunca debió haber dejado marchar. Y ahora ella no está. Ha desaparecido como si la tierra se la hubiera tragado. Y tras años de búsqueda, no tiene nada. Y cuando aquella mu...