Estaba tan metida en si misma, que no escucho la puerta y tampoco los pasos de su esposo. Eder la observo y su alma se resquebrajo al verla asustada.
-Todo va a salir bien -al escuchar su voz, Jannet le miro y sus ojos se aguaron. El se acerco y le tendió la mano, se levanto de la cama y Eder la abrazo, estrechándola contra su cuerpo -Nada va a separarnos, te lo prometo.
-Tengo miedo -hablo en un susurro, sujetándose con fuerza a su camisa.
-No lo tengas -el le tomo la barbilla y la obligo a mirarle -Nunca tengas miedo, porque estoy a tu lado -y la beso.
Unos golpes en la puerta, hizo que se apartaran, Eder volvió a estrecharla contra el y miro hacia alli.
-¡Adelante! -acaricio su espalda, despacio.
-Te están esperando -Ayla se paro en la puerta mirándoles.
-Ya vamos -el asintió, tomo la mano de su mujer y la apretó, después tiro de ella.
Caminaron en silencio, por el castillo, hasta llegar a la puerta principal. Al salir al exterior, todas las miradas se pusieron en ellos.
Helen, Eara y Ayla estaban paradas a un lado de la entrada, con Isobel.
Eder miro a la niña y sin soltar la mano de su esposa, se inclino hacia ella.
-¿Me das un beso antes de irme? -el le sonrió, y ella le abrazo, después le dio un beso en la mejilla -Nos veremos pronto, cuida de tu madre por mí. -y Eder dejo un beso en su cabeza, sobre su pelo.
Soltando la mano de su esposa, mientras la miraba a los ojos, bajo los escalones y subió a su caballo. Eara, Helen y Ayla se acercaron, parándose junto a Jannet, mirando a sus esposos.
-¡No os preocupéis! -Niara les sonrió -¡Les controlaremos!
Y Freya asintió, situada sobre su caballo, junto a su esposo.
Observaron como aquel ejercito de las Highlands, se alejaban, al encuentro del momento que decidiría el transcurso de esta posible guerra.
ESTÁS LEYENDO
El Laird
RomanceEder MacPearson lleva demasiado tiempo buscando, buscando la oportunidad que nunca debió haber dejado marchar. Y ahora ella no está. Ha desaparecido como si la tierra se la hubiera tragado. Y tras años de búsqueda, no tiene nada. Y cuando aquella mu...