Huracán

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Me hubiera gustado ser otra persona, tener otra vida y vivir en otro lugar en donde ya nada me recordara a "la situación", o mejor aún, ni siquiera haberla vivido. Pero estaba encerrada en la misma ciudad y el mismo barrio de siempre, atrapada en mis estúpidas decisiones de estúpida adolescente con estúpidos sentimientos que nada más me servían para hundirme y destrozarme en mi propia mierda. Lo único que se me ocurría hacer en mi estado era llamar a mis amigos para que me llevaran al otro extremo de la ciudad a buscar fiestas (claro que sin decirles por qué). Mis amigos eran buenas personas y lo suficientemente inteligentes como para saber que si les decía que no les diría que me pasaba, significaba que no tenían que molestarse si quiera en volver a preguntar. Con Elizabeth era más difícil, mi mejor amiga insistía en saber que pasaba por mi cabeza esa noche en la que me subí a su auto, en camino a donde fuera, ya con olor a alcohol.

- Estuviste bebiendo? - me preguntó mirándome con suma extrañeza 

- Sí - le respondí sin rodeos ni expresión alguna en mi cara. Frente a mi sorpresiva respuesta se quedo unos segundos en silencio para pensar en qué decir

- A ver si entiendo - comenzó - primero nos invocas para ir a una fiesta, cosa que creo jamás antes habías echo, y luego al parecer anduviste bebiendo... antes de las once de la noche... un día jueves... Cris, ¿Qué pasó?

Todo había pasado, todo. Pero no podía contárselo, ni a ella ni a nadie. La razón era que en parte mi secreto tenía un poco de ilegalidad, o más bien inmoralidad, falta de ética o como le quieran llamar, en resumen todo eso que es prohibido y que por lo tanto te encanta y atrapa, pero que al mismo tiempo es peligroso. Llegue al punto en el que no me importaba romper un par de reglas por obtener a cambio  un poco de locura y el sentimiento de plena liberta. Sin embargo, a pesar de todas esas buenas e increíbles sensaciones que "la situación" me hacía experimentar, mi secreto también tenía mucho de rechazo por parte de cualquiera que supiera de su existencia, me traería muchos problemas y posiblemente tribunales.

Llegamos a un  antro, aún todo esta muy tranquilo dado que era temprano, pero de a poco la gente llegaba y la música subía. Lo primero que hice fue tratar de convencer a Elizabeth de que ya no estuviera molesta porque no quería hablar sobre mis problemas porque no valían la pena, solo quería divertirme. Y cuando se aburrió de hacerse la difícil, se olvido un poco de todo y me llevó a la barra. Elizabeth era mi mejor amiga desde la primaria, pero en secundaria se mudo y eso conllevo un cambio de escuela, sin embargo nuestra amistad siguió intacta, pero eso no me permitía hablar sobre ciertos aspectos de mi vida. Siempre había sido muy reservada y discreta, y "la situación" se llego a convertir en el gran secreto de mi vida. Al entrar a la universidad conocí a otras persona y me hice de buenas amistades, pero nunca entré en la confianza necesaria para hablar sobre mis secretos, a penas confiaba en mis compañeros para hacer los trabajos. 

Vale, a ver, me presento mejor antes de seguir. Me llamo Cristine, pero todos me dicen Cris, con a penas 20 años en este momento de mi vida me siento peor que nunca, y he tenido momentos malos, pero no como este. Creo que guardarme todo el secreto me tiene ahogada y ciega ante mis penas y dolores, por eso y como nunca decidí olvidarme de que tengo una carrera que sacar adelante e irme de fiesta para sumergirme en alcohol. Es verdad, Elizabeth no se equivoca al decir que esta era la primera noche que llamaba a mis amigos a salir de fiesta y no son estos los que me arrastran a una, pero decidí que después de una semana entera encerrada en casa con el vino de mamá y llantos incontrolables,  necesitaba otro ambiente y otro tipo de licor. Me había puesto la mejor camiseta negra y destrozada que tenía limpia y el mejor par de jeans negros y destrozados que combinaran con mi humor. Mi pelo oscuro siempre hacía lo que quería y no iría en contra de eso, y el maquillaje se había transformado en una de las cosas que sentía ya había olvidado como hacer. Así que todo eso, además de un previo vaso de ron que había tomado en casa, estaba parado en mitad del antro tratando de seguir la música y no los impulsos de golpear a quien fuera con tal de sacar de sí el odio, rabia y dolor que provocó "la situación" y el huracán que trajo consigo. 

Mis amigos llegaron a la pista con cervezas para mi y Elizabeth, no me duro mucho en la mano, y tampoco me preocupaba caer borracha tan temprano porque pretendía bailar toda la noche y hacer así que el alcohol se disipara. Mis amigos me miraban un poco extrañados pero no quisieron intervenir, prefirieron seguir dándome alcohol antes de que yo fuera a buscarlo y recibiera cualquier otra cosa que podrían haberme dado. Había mucha música electrónica, ya las 2 de la madrugada el local estaba lleno de gente y las luces de todos los colores me tenían extasiada. Hacía mucho calor, por un momento me sentí muy mareada y asfixiada así que decidí salir, pretendía avisarle a alguno de los chicos pero no vi a ninguno, no soportando más el lugar salí a la calle. 

Sentir el viento frío sobre mi sudor fue increíble, me senté en el borde de la vereda para descansar luego de horas intensas de beber y bailar. La calle estaba silenciosa... y el odioso  silencio hizo lo suyo, me trajo recuerdos. Las lagrimas comenzaron a correr sobre mis mejillas sin parar mientras sentí un horrible ardor en el pecho, hasta que apoyada sobre un poste de luz me quedé dormida.


Quiero Salvarte (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora