10-Kennedy.

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Alaia McCartney.
Todos los que vinieron de parte del equipo de Daniel tan solo estaban pendientes de él, incluida yo. Supuse que se habría echo daño, pues por un empujón no te llevan a una enfermería así porque así.

El partido siguió sin Daniel, y creo que todos notaron el cambio de sus compañeros, estos estaban más desanimados y no defendían igual de bien que antes... Finalmente ambos equipos quedaron 2-2, es decir, empates, y cuando ya acabó el partido me levanté y pude ver que Daniel estaba sentado en el banquillo con el tobillo vendado mientras que su entrenador lo ayudaba a levantarse.

El partido finalizó, así que ya era hora de irnos a casa, mientras que caminaba para emprender el camino a casa me crucé con Daniel, que se encontraba sentado solo en un banco.
—Hey, ¿estás bien? — Le pregunté sentándome a su lado.
—Si, me duele un poco, pero no es nada, el médico me a dicho que es un hueso astillado. — Me dijo él y pude notar que no se encontraba de muy buen humor.
— Creo que te duele más haber empatado que hacerte el hueso. —Dije entre risas y sonreí al ver que pude sacarle una pequeña risa.
— Si no me hubiera empujado el gilipollas ese hubiéramos ganado.— Dijo él acomodándose las vendas de su tobillo. —Joder... —Dijo él mirando hacia un auto.
—¿Ocurre algo? — Le pregunté mirando en la misma dirección que él.
— Mi padre está aquí. —Dijo señalando a un hombre que al parecer ese era su padre. Mis ojos se abrieron como platos al ver a su padre.
Yo... Me tengo que ir ya...—Dijo con algo de nervios y al parecer él me los notó.
—¿Estás bien? — Me preguntó el mientras que yo me levantaba.
—Si, si, estoy bien... Mañana nos vemos, adiós. — Me despedí de él y caminé con rapidez.

No me lo podía creer. Yo estaba aquí gracias al padre de Daniel...

Charlie Kennedy.

No se porqué pero no les dije nada a las chicas, y tampoco pensaba  decírselo a nadie, de alguna forma, me avergonzaba de ello... Se que no debería de sentirme así, pero si, me daba vergüenza.

Llegué a mi casa y quise preguntarle a mi mamá por Charlie Kennedy, pero preferí dejar a un lado el tema y hacer como si no hubiese ocurrido nada.

El Sr.Kennedy se a limitado a hacerme todo esto más agradable desde en el momento en el que llegué, ¿Y si Daniel es tan amigable conmigo porque se lo a dicho su padre? Como sea, a partir de ahora no quiero tener mucho contacto con él ni con el Sr.Kennedy, puede que Daniel en una determinada circustancia use en forma de burla el echo de que mi madre trabaje para su padre, y no me quiero imaginar a miles de caras desconcidas riéndose de mí.

Repito. Se que es un trabajo normal y corriente como cualquier otro, pero no me avergonzaría de ello si el hijo del jefe de mi madre no estuviera en mi instituto, y para colmo en mi misma clase.
——
Cayó la noche y me encontraba con la espalda apoyada en el cabecero de mi cama, con las piernas cruzadas y con mi ordenador portátil sobre mis muslos mientras que Emma me mandaba mensajes de texto contándome que Luke, un chico del Instituto que está en mi clase, le estaba hablando de volver, al parecer ella estuvo saliendo con él el año pasado, pero se dejaron por que ella lo vio besándose con una chica, estuvieron un tiempo sin siquiera dirigirse la palabra, pero ahora se supone que tan solo son amigos.

*Y que hago ahora? Que le digo? —Me escribió Emma a través del móvil.
*Emma sois prácticamente novios, así que si le dices que si no cambiará nada... Haz lo que quieras, aunque yo te aconsejo que le digas que quieres ver como realmente a cambiado. —Le escribí a Emma intentando ayudarla.

Después de que Emma se decidiera, finamente cené y me quedé completamente dormida sobre mi cama.

ℐ𝓃ℯ𝒻𝒶𝒷𝓁ℯ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora