44#¿Qué nos ha pasado?

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Alaia McCartney.

Cuarto día encerrada en mi habitación sin salir, comer o siquiera dormir... Por todos estos días faltando a clase, el director llamó a mi madre para avisarle de que si seguía así mi nota podía bajar ya que me estaba perdiendo muchas clases, así que no me quedó otra que levantarme e ir a clase.

Después de asearme y vestirme, caminé hacía el instituto sintiendo la fría brisa sobre mí, con aquella melodía que había compuesto estos días en mi mente. Es frecuente estar mal, pero me agradaba pensar que de amor nadie se muere, y que muy pronto estaría bien, dicen que lo complicado de la vida es pensar demasiado, creo que ese es mi mayor problema, pienso en todo y todo suele afectarme, sobretodo ahora...pero mientras camino y veo las hojas de los árboles caer, algo en mí se siente bien, en ese instante en el que en vez de estar pensando en todo, solo me detengo para cerrar mis ojos y inhalar aire por mi nariz y expulsarlo lentamente.

A veces tengo instantes en que algo va bien, algo en mí decide estar bien y cuando las cosas van mal, me gusta recordar esos pequeños momentos donde las cosas son menos complicadas...

Sin importarme llegar tarde, mientras que me llenaba de positivismo, me paré a pensar en como me sentía realmente, y fue entonces cuando la inspiración llegó a mí, y una vez más, la fuente de mi inspiración fue Daniel...

Se podía decir que ya tenía canción.

Cuando volví a emprender el trayecto, no dejé de tararear la letra que se me ocurrió mientras que añadía más poco a poco y a la vez lo iba apuntando en el bloc de notas de mi móvil.

Una vez ya en el instituto, tuve la suerte de que Daniel estaba las dos primeras horas entrenando, y esas dos horas preferí no hablar del tema con ninguna de mis amigas, al menos no ahora... Cuando empecé a faltar a clase, ellas me hablaron para saber de mí, yo tan solo les dije que no me encontraba bien y que ya no estaba con Daniel, pero no entré en detalles, hasta que ya todo fue a más, y quise desahogarme con ellas.

Ellas me daban toda su atención, y por un momento me sentí afortunada de tener tan buenas amigas.

Y entonces llegó. Todo lo que había estado evitando, lo tenía justo en frente de mí.

Cuando entró y me vió se quedó mirándome sorprendido por unos segundos. No podía despegar mi vista de la suya, pero por suerte Emma se colocó en frente de mí haciendo que Daniel no me pudiese ver, ni yo a él...

Miles de emociones estallaron en mí, una parte de mí deseaba correr a sus brazos y besarle sin importarme nada ni nadie, pero la otra parte me recordaba una y otra vez que él es el culpable de mi corazón roto.

Sentí una pequeña vibración en mi costado, la cuál venía de mi móvil que se encontraba en el bolsillo de mi chaqueta. Agarré este, y sentí como mi corazón se aceleraba al ver un mensaje de Daniel.

"Me alegro tanto de verte..."

No puedo decir que ese mensaje no me hizo sentir miles de sensaciones distintas, pero aún así, ignoré el mensaje, y a los pocos segundos después, recibí uno más de su parte.

"Quiero que hablemos, lo necesito más que nada."

Al leer el mensaje, una vez más sentí algo en mí que lo llamaba a él, lo necesitaba a él... Lo echaba tanto de menos, pero después de ese pensamiento, siempre me venía otro recordándome lo ocurrido.

Solté un pequeño suspiro, y ignorando una vez más su mensaje, guardé mi móvil en el bolsillo en el que antes se encontraba.

La clase terminó, era la hora del descanso. No quise estar con nadie, ni siquiera con mis amigas, quería estar sola... Así que aproveche para ir hacia el salón de actos, y después de ver que no había nadie, entré y cerré la puerta una vez que estuve dentro.

Me senté en uno de los escalones de las escaleras del escenario, y comencé a escribir la letra de la canción que estaba componiendo en un papel.

"Algo tiene que ceder"

Eso fue lo primero que se me vino a la mente. Algo tenía que pasar, algo que me de un rayo de esperanza, algo que me quitara el dolor que llevaba...

Me coloqué frente al piano, y después de sentarme y poner la hoja en frente de mí. Comencé a presionar las teclas dejándome llevar por cada nota que iba tocando a medida que iba añadiendo letras que se me iban ocurriendo a la canción.

No pude evitar soltar una lágrima... Era una forma de desahogarme, y me estaba sirviendo mucho a decir verdad. 

En ese momento frente al piano, mientras que ponía mi corazón en cada palabra que iba cantando me di cuenta de lo estúpida que era. Cualquier chica que estuviese en mi situación, habría compuesto una canción con rencor, enfado, una canción en la que lo mandara a la mierda, sin embargo yo estaba ahí, imagiándolo constantemente a mi lado.

¿A quién quería engañar? Rogaba al cielo por tener una buena razón para correr a sus brazos. No había mañana en la que no despertara con la sensación de haber soñado lo que no hemos podido vivir juntos, ni noche en la que no lo necesitara. Intentaba sacarlo de mi vida, me había hecho tanto daño... Pero desgraciadamente no lo estoy logrando, al contrario, cada día lo recuerdo más, los días suceden con su nombre siendo una corriente eléctrica que me hace tanto bien como mál. Lo quiera o no, Daniel estaba ahí, en mí, en mi cuerpo que lo deseaba, en mis manos que querían tocarlo, en mi boca que tenía necesidad de la suya y en mi corazón que tenía prisa por cada trazo de su existencia...

¿Qué nos había pasado?

Podrían pasar mil años y yo seguiría sin entenderlo. La discusión que tuvimos en un principio fue una estupidéz, y no debería de haber buscado los brazos de nadie... mucho menos de la novia de mi hermano.

Respecto a eso... No volví a ver a Alice, y tampoco le conté nada de lo ocurrido a Matheo. No lo quería ver ni un segundo más con esa arpía, pero primero quería hablar con ella muy seriamente...

ℐ𝓃ℯ𝒻𝒶𝒷𝓁ℯ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora