34#Más Unidos Que Nunca

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Alaia McCartney

Entré dentro de mi casa, y cerré la puerta después de entrar yo. Tenía una sonrisa de oreja a oreja, y nada más entrar mi madre se acercó a mí con los brazos cruzados.
— Estoy muy enfadada contigo. —Me dijo esta con el ceño fruncido. —¿Ves normal que te vayas a dormir fuera de casa y ni siquiera me avises? ¿Es que no te paraste a pensar en lo asustada y preocupada que me pondría?
—Mamá, ya te expliqué, por favor no te enfades conmigo, fue todo imprevisto. —Le dije aún con mi sonrisa, para después acercarme a ella y darle un beso en la mejilla. Su enfado no tardo en pasarse, y a los pocos minutos después decidí darme un baño. No pude estar ni un solo segundo sin pensar en él, cuando salí rodee mi cuerpo con una toalla, y abrí la puerta para después sentarme sobre mi cama y mirar mi móvil.

Vi que tenía mensajes de Daniel, preguntandome si se habían enfadado conmigo por no dormir en casa, le respondí y cuando terminé, volví a sonreír al recordar esos momentos, me sentía tan feliz... pero había algo que me hacía aún más feliz, sorprendentemente feliz, y era que a pesar de atravesar un mal momento, Daniel hacía que todo se me olvidara, y eso me recordaba lo mucho que lo amo.

—Así que Daniel Kenedy... — Oí a mis espaldas y esa sonrisa se borró de golpe. Reconocí que esa voz venía de Matheo, y los nervios no tardaron en llegar a mí.

Me giré poco a poco mientras que sostenía el nudo de la toalla que hacía que mi cuerpo no quedara al descubierto, y cusndo me encontré con el rostro de mi hermano, este estaba serio y desafiante.
— ¿Qué pasa con Daniel? — Le pregunté con algo de nervios.
—¡Oh, vamos! No te hagas la boba. Todos lo comentan, ¿acaso creías qué me lo ibas a ocultar? — Dijo Matheo con sus brazos cruzados y apoyado en el marco de la puerta de mi habitación. Me quedé callada sin saber que decir o hacer mientras que él no dejaba de mirarme. — En fin, yo solo te digo que andes con cuidado, y que no andes a escondidas como si eres una cualquiera...

Después de decirme eso, se marchó así sin más y me quedé pensando en que es lo que debería de hacer, y la bombilla se encendió. Mamá ya sabe que Daniel es un gran amigo; bueno era, el caso... Si se lo presento como mi novio, ya todo cambiaría, para mejor... Ahora tendría que estar con mi padre, y si quiero escapar en algún momento, ¿con quién mejor que con Daniel?

Se lo comenté a Daniel, y le pareció buena idea, ahora estábamos más unidos que nunca. Después de vestirme y tal, fui a la habitación de mi hermano, y vi que no estaba ahí, y a través de su ventana pude ver que se encontraba en el jardín arreglando algo del coche. Bajé en busca de él, y cuando lo tuve en frente, le dije mi idea.
— Alaia, ¿estás segura de que quieres a ese chico? Sé que ya no eres una niña, pero no voy a permitir que traigas a casa a un chico nuevo todos los días, así que si estás totalmente segura, adelante, pero si es un capricho tonto de los tuyos, mejor no. — Dijo Matheo soltando unas pinzas para después apoyarse sobre el coche.
—Estoy completa, total y absolutamente segura. — Le dije decidida.

...

Ya le había comentando a mi madre lo de Daniel, los tres lo esperábamos con la mesa puesta, pues íbamos a almorzar juntos. En cuanto el timbre sonó, Matheo se incorporó para levantarse e ir a abrir la puerta, pero coloqué mi mano sobre su pecho impiendo que lo hiciese, para después hacerlo yo. Cuando abrí la puerta me encontré con Daniel, el cuál iba con unos jeans desgastados de color vaquero y una sudadera gris. Tan simple y tan hermoso...

Le dejé paso para que pudiese entrar en mi casa, y mi madre se acercó a él para recibirlo con un abrazo.

Todos nos sentamos en la mesa y mientras que comenzamos a comer, todos hablaban menos yo, pues sentía algo de vergüenza, era la primera vez que llevaba a un chico a casa como mi novio. Los nervios me invadían, pero por suerte todo salió bien, nada fuera de lo normal... Una vez que terminamos de comer, nos quedamos un rato más hablando con mi madre y después nos fuimos los dos a darnos un paseo por la calle.

...

Días después, mi madre ya se había ido de la ciudad, y mi padre, o mejor dicho; ese señor llamado Logan, ya estaba instalado en mi casa desde hace unos días, no entiendo el porque pero no le sentaba nada bien que Daniel entrara en mi casa como mi novio, pero tampoco es que me importase mucho, no ha estado para mí nunca, así que ahora no me a venir a decirme lo que le parece bien para mí y lo que no, ya que no me importa su opinión. Estos días con él habían sido raros, se comportaba como si no hubiese pasado nada, como si tenemos una relación como cualquier otra. Mi hermano a penas aparece por casa, y yo lo intento, pero no puedo andar todo el día fuera, pero si dentro de mi habitación. Mi relación con Daniel cada vez era más real y pública, hoy mismo hemos quedado para cenar en su casa junto con su familia, tuvimos que esperar a que su madre volviese de unos viajes laborales, y ahora que está aquí, ya nada nos impide hacer de lo nuestro algo más formal de lo que ya es. 

Me encontraba en mi habitación con Emma, Miranda y Theresa, estábamos apunto de salir de mi casa para dirigirnos al centro comercial, pues en un par de días una chica de nuestro instituto, Helena, celebrará una gran fiesta por su dieciocho cumpleaños y estamos todos invitados, así que íbamos precisamente para buscar algo que ponernos ese día. 

Agarré mis cosas necesarias, y salimos de mi casa para subirnos las cuatro al coche de Miranda. Después de los solos de guitarra, los altos y los estribillos a pulmón lleno, ya llegamos al centro comercial, así que esta bajó el volumen de la música que sonaba por los altavoces del coche. Cuando Miranda lo estacionó, nos bajamos todas y fuimos a nuestra tienda favorita, ahí siempre había algo precioso. 

ℐ𝓃ℯ𝒻𝒶𝒷𝓁ℯ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora