Día 37

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Las clases no eran de su interés ¿Quién necesitaba escuchar teorías de hombres ya muertos? ¿Acaso saberlas cambiaria algo? Eliot creía que no. Para él, el montón de reglas, normas e historia no eran más que el perfecto artefacto de las múltiples exigencias que debía cumplir si quería adaptarse a la sociedad. ¿Era posible que encajar fuera más complejo de lo que pensaba?

Tomo un lápiz y comenzó a rayar sin parar la hoja pulcra de su cuaderno. Escribía sobre lo que extrañaba y lo que sucedía en su interior. Era el bosquejo de un grito desesperado al que nadie tenía acceso.

- Oye- sus pensamientos se disiparon bruscamente- ¿Tienes pareja?

- ¿Pareja? - pregunto mirando el rostro paliducho de una chica con grandes ojeras.

- Claro, para el trabajo- añadió sin hacer una sola mueca- "Están todos como locos buscando a alguien, cualquier persona nos sirve para no estar solos".

- No- respondió soltando el lápiz- creo que no he puesto atención a lo que decía el profesor.

- Qué más da- dejo salir un triste suspiro- seamos compañeros, al fin y al cabo, tu y yo no somos tan diferentes.

Eliot sentía la interrogante, era la primera vez que una persona se le acercaba y le pedía que fueran equipo, esto debido a que en general los chicos de la secundaria lo evitaban todo el tiempo dejándolo totalmente solo. Siempre creyó que ser diferente era bueno, o al menos eso decían sus amigos que escondidos de todos los demás cuchicheaban en la profundidad del bosque.

¿Era tan horrible cargar con el miedo de ser distinto?

- Escucha, no soy muy buena interactuando con las personas- dijo sentándose junto a él- así que intentare de ser alguien accesible...me refiero a que...

- Te entiendo- musitó Eliot cerrando su cuaderno- yo tampoco soy muy bueno.

- Bien-sonrió falsamente- creo que nos llevaremos excelente tu y yo.

Fue "penoso", así lo describía Eliot en su mente, mientras miraba la claraboya. Las estrellas de los primeros días perdían un poco su brillo y entendía que el invierno estaba acercándose peligrosamente.

"La chica... ¿Cuál era su nombre?" pensó tratando de rememorar, aunque fuera una palabra de lo que ella le dijo. "Rayos, ni siquiera mi memoria sirve correctamente" Bostezo, pero no sentía sueño, era la interpretación de un cuerpo batido y estresado que clamaba por esa siesta profunda. A pesar de todas las señales que su organismo le proporcionaba, Eliot permaneció con los ojos bien abiertos hasta que los pensamientos se transformaron en fallidos recuerdos quiméricos.

"Aun puedo sentir el olor de los pinos...Puedo...yo puedo oír el agua correr...creo que el aire es más limpio del otro lado...ese calor del verano... la tibieza de su piel...los recuerdos que me llevan una y otra vez hasta ese momento...el tiempo no me deja olvidarte y aquel reloj aún sigue avanzado...su tic tac en la pared, junto a las memorias, en un pedazo del presente, y precisamente en la historia de ayer..."


39 días: "Claraboya"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora