Día 33

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Sus primos no eran precisamente unos aventureros, incluso cuando vivían en la finca, ellos solo se quedaban ahí con sus teléfonos mensajeándose, Dios sabe con quién, por horas y horas hasta que las baterías de sus celulares les avisaban que era la hora de volver a cargarlos.

- Eliot compartirá habitación con Erick y Jonathan- dijo su madre con la copa de vino en la mano- y Susy con Patricia dormirán en la alcoba de Jonny por esta noche.

- Creo que la cama es muy pequeña para los tres- alego Erick frunciendo el ceño.

- Querido, a Eliot no le importara dormir en el piso con este saco de dormir, es más tu primo estaba ansioso...

No quiso escuchar más barbaridades de una boca ebria, ni mucho menos alegatos de pendejos mal criados que venían a exigir cosas en propiedades ajenas. "Esto es un asco" pensó Eliot dibujando una falsa sonrisa en su rostro. ¿Qué podía hacer? eran los invitados, los que no venían nunca y que cuando lo hacían debían acomodarse para entregarle una grata estancia. "¿Algún día lograremos perder el cinismo de estas situaciones?" suspiro tratando de apaciguar la molestia que le causaba todo este ambiente.

La cena fue una completa escena grotesca de animales batallando por los alimentos. Masticando con las bocas abiertas dejando entrever al pobre puerco cocido y triturado en fauces de sus parientes. Preguntas retóricas con respuestas del mismo nivel se repetían una y otra y otra vez mientras Eliot observaba el reloj de pared con su Tic tac casi silencioso por el bullicio y que apenas avanzaba.

Su estado de catatonia fue bruscamente interrumpido por el vibrar de su teléfono que guardaba celosamente en su bolsillo. Un mensaje de Gorrión le había devuelto el interés por regresar a la realidad.

"He pensado que...seguramente...podríamos salir esta noche?"

Eliot se levantó de la mesa, claro nadie lo noto, camino directo a la puerta trasera y se escabulló por entre las cercas hasta llegar a la calle principal.

- "Dónde estás?"- pregunto levantando la mirada.

- En la estación...mismo lugar...te espero.

Camino rápidamente hasta la avenida principal, donde tomo un taxi que lo llevo directo a la estación y con premura apresuro el paso para alcanzar el expresso de la media noche.

Gorrión lucia diferente. Traía consigo una mochila, y su largo abrigo lo había cambiado por un ligero chaleco color marrón. Vestía unos jeans negros con unas botas militares y se había soltado el cabello para proteger su pálido cuello. En una de sus muñecas era posible divisar un pedazo de parche blanco que contrastaba evidentemente con la ligera camiseta manga larga que sobresalía de sus delgados brazos.

- ¿Por qué has demorado? - dijo haciendo una mueca- el expresso esta por pasar.

- ¿A dónde vamos? ¿Qué traes en la mochila? - las interrogantes de Eliot solo hicieron reír a la chica.

- Eres demasiado ansioso Eliot, ten cuidado eso te podría matar.

El sonido de los vagones aproximándose no se comparaban en nada con caos que había en su hogar. De cierta forma estaba agradecido con Gorrión por haberle sacado de ahí.

Subieron sin decir una palabra. Ella se colocó sus audífonos, se sentó y se fue observando el paisaje todo el camino. Eliot por su parte, también aprecio el sonido de la música pero esta vez cerró los ojos y espero paciente a que los recuerdos le envolvieran nuevamente.

La mano helada de Gorrión lo despertó. Habían viajado casi 40 minutos hasta las afueras de la ciudad, donde caminaron por entre los matorrales hasta llegar a un lago escondido en medio de un bosque.

Ella sacó de su mochila una manta, la acomodo y tomo asiento. Dejo sobre el pedazo de tela un par de cervezas y un paquete de papas fritas para contrarrestar el alcohol que pudieran ingerir.

- Esta zona era mi preferida- dijo abriendo la lata de cerveza y pasándosela a Eliot- mi padre solía traerme con regularidad a este lago, pensaba que era mágico- sonrió- historias de niños ¿Sabes? al final cuando el murió, yo no pude volver. Tenía miedo de que la pena me consumiera, quien iba a pensar que terminaría ganando la batalla.

- ¿Cuántas veces? -pregunto mirándola- ¿Cuántas veces lo has intentado?

- No lo sé...ya he perdido la cuenta. -bebió un sorbo- mi madre me trata como una maldita lisiada. Piensa que soy tan miserable que no puedo mantenerme en pie y creo que de cierta forma tiene razón...supongo que ella debería sufrir mucho más que yo por la ausencia de mi padre, pero en su caso un clavo saca a otro clavo y la historia de Walt Disney se repite otra vez.

- Lo lamento...

- No, no, no- sonrió- no lo lamentes, soy yo la que debería estarse lamentando por toda esta situación de mierda ¿Qué piensas al final del día cuando nadie te ve en tu cuarto llorar? ¿Acaso he hecho las cosas bien? ¿Existiré? ¿Realmente estoy tan solo?....Yo no lo sé, por eso cuando mi padre decidió dispararse pretendí continuar con mi vida y busque maneras y formas de apaciguar el vació, pero nada funciono y me pregunte ¿Cómo podemos explicar que solo en los recuerdos de aquellos que de verdad nos amaron vivamos inalterables?- unas lágrimas brotaron de sus ojos- él significaba mi mundo, él era el príncipe de todos mis cuentos de hadas y cuando tomó la decisión de marchar yo me derrumbe...ya no quería seguir...Mi madre solo pretendió que no sucedió aquel episodio y busco todas las formas posibles de ocultar cada vestigio de mi padre, pero él seguía aquí- dijo señalando su cabeza- él siempre se quedó aquí. 

39 días: "Claraboya"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora