[1]

108 7 0
                                    

Karine

Hay veces que uno no sabe porque pasan las cosas, casi siempre tendemos a rendirnos antes de intentar algo nuevo y no nos damos cuenta que perdemos nuevas y seguramente maravillosas oportunidades. Nunca nos damos cuenta de nuestras faltas hasta después de causar el desastre que para mal costo de todos siempre conlleva heridas y algunas muy profundas. Un dato muy curioso del ser humano y no solo lo digo porque lo he vivido en carne propia; es chocar siempre con la misma piedra. Somos un poco paranoicos como si de esa manera llegásemos a solucionar algo y lo que rebasa cualquier límite de cordura es que lo revoloteamos todo sin tener la certeza de nada, nos dejamos influenciar de cualquiera que nos de la razón, perdemos la esencia de cualquier ser humano <nuestra gracia de ser independientes>; nuestra opinión personal, nuestras reflexiones, todo queda en segu do plano y por desgracia nos volvemos los títeres de los que por inseguridad o debilidad y que yo con el tiempo he catalogado como miserables nos manejan a su antojo. Para cuando llega ese día, ese momento en que dejamos de hacer nuestra voluntad, de hacer respetar nuestros derechos como seres humanos, de ser libres, de luchar, sí, luchar por nosotros pues lamentablemente nos convertimos en seres sin gracia e insignificantes. Podemos llegar a olvidar lo que somos, lo que queremos, nuestros sueños, nuestras metas, nuestros errores y lo que es más importante en esta vida; nuestra humanidad. Y todo porque a fin de cuentas terminamos tan podridos por dentro que no importa si hoy estamos y mañana no. Estamos tan obsesionados jugando a ser alguien ante los ojos de esas personas miserables que poco nos importan nuestras vidas y las vidas ajenas, mucho menos.

Triste pero lamentablemente una realidad. Nos convertimos en simples marionetas con un corazón podrido.

Hace tres años

- Karine ¿Puedes hacerme un favor?- grita mi madre ¿Por qué grita? Digo pues vivimos en la misma casa. En fin. Respiro hondo y cierro mis ojos apretando mis ya adoloridos párpados para no ser antipática.

- Claro mamá. Dime

- Necesito que me vayas a comprar unas cositas pues como sal, harina y un pollo por favor. - Asiento para mí misma y subo a mi habitación para ponerme los zapatos.

- ¿Ma necesitarás algo más? - Mamá niega sonriendo.

Salgo de casa derechita a la tienda del señor Marbyns, sólo han pasado cinco minutos y ya me arrepiento de no haber cogido un abrigo ¡Estamos en pleno invierno y hace demasiado frío, por lo general creo que en esta época del año la gente en lo primero que piensa es: « ¿Qué chaqueta me agarro? O ¿Dónde dejé el abrigo? ». Pues yo no, yo soy más de "¿Y mi celular? ¿Dónde está mi bebé?" Y luego volverme completamente loca, pero vamos, en pleno siglo XXI nosotras, las morras de esta generación solo vivimos pendientes de nuestro mundo; osea el cel. Aunque hay chicas que no, y esas son a mi parecer muy admirables. En lo personal, yo las prefiero.

Apuro mi paso para llegar rápido a la tienda y no congelarme en el camino.

- Buenos días señor Marbyns - digo nada más entrar a la tienda. - ¿Cómo va la pequeña Lisa? - Le sonrío.

- Buenos días Kari, Lisa está muy bien. Entusiasmada. - Me devuelve la sonrisa.

- Es verdad, ¿En septiembre empieza el colegio cierto? - dejo de mantener contacto visual para coger las cosas de mamá.

Sé que en cualquier momento se pondrá a hablar de mamá, es como si para él fuese algo inevitable. Antes solía venir muy seguido a casa para cerciorarse por él mismo el estado de salud de mi ma, pero con el tiempo fue obligado a pasar más tiempo en su propia casa por Lisa, para cuidarla pues yo ya no tenía tiempo para hacerle el favorcito.

- Así es. ¿Cómo va tu madre Karine? - puede que no se preocupe mucho en ocultarlo pues su voz lo delata bastante. Él es lo más cercano a un padre para mí. Siempre ha estado para nosotras con todos y cada uno de nuestros problemones, él es un amigo indispensable para mi ma. Siempre ha estado en todo momento, bueno o malo y eso lo vuelve una persona muy admirable y querida para mi y a mis ojos. Me conoce desde que tengo memoria y su hija es lo más parecido a una hermanita pequeña.

Pozo Sin FondoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora