[15]

27 3 0
                                    

Karine

¿De verdad me cree tan estúpida? Esa gran mentira no es más que un singular " feucha de mierda no te metas en mis asuntos" al estilo Teztkat Bangüar pero es que no son solo sus asuntos - obvio que no - ahora esta es mi casa y caray a todo esto pues a buenas o malas también somos familia, así que no. No son solo sus asuntos. Claro que no.

« Deja de poner la oreja donde nadie te llama» No soy ninguna chismosa y si no quiere que se entere nadie, que destroce su casa y que despierte a todos en tu casa no en la mía. Ni mi madre ni ninguna de las personas que viven bajo este techo tenemos la obligación de tolerar sus niñerias, él ya es bastante grandecito como para darse cuenta de las tonterías que hace.

Sin poder dejar de dar vueltas en la cama, me levanto y bajo a por un vaso de agua a la cocina.

Bajo las escaleras lo más cuidadosamente posible para no despertar a nadie, más que nada por respeto hacia ellos. No tengo prisa así que si, voy bajando lentamente. Al estilo cenicienta pero versión siglo veintiuno.

¿El muy tarado se fue dejando las luces encendidas? - no puede ser tan bruto - ¿Voces? ¿Ruido? ¡¿Pero qué carajo?! ¡¿Nos están robando?! - escucho las voces con atención, intentando ser muy cautelosa con mi respiración y no delatarme de algún modo.

¡¿Pero qué carajo?! ¿Karen? ¿Qué hace ella a las cuatro y media de la mañana en la cocina? ¿Estará regañando a Bangüar Junior? Reúno todo el valor del mundo y me planto enfrente de la puerta de la cocina. Esto es el colmo.

- ¿Qué hacen? - digo alzando la voz sorprendiendo a todos los presentes y ganándome casi una docena de pipas apuntando por todo mi cuerpo. Trago en seco. - ¿Qué es este hedor? - no puedo evitar hacer una mueca de asco y tapar mi nariz tremendamente sensibilizada por este olor tan fuerte y poco frecuente en mi día a día.

¿Que no quería sorprender a nadie? ¡La sorpresita me la estoy llevando yo! No solo me llevo el disgusto de ver a los Bangüar en mi cocina; que por cierto, ahora, todo encaja, si no que harían alrededor de siete hombres que no he conocido en mi vida, sin contar los dos de hace unas horas armados y apuntándome todavía. No tenía ningún interés en conocer a esos dos vatos pero tampoco quiero conocer a estos siete.

- ¿Qué hacen con esto? - digo cogiendo entre mis manos uno de los paquetes de marihuana que hay en mi cocina. Ni Mathèo, ni Teztkat y mucho menos mi hermana, sí Karen, la única hermana que tengo, pueden responderme. Verme fue como haber visto un fantasma.

Tan blancos y por poco se vuelven harina humana.

- ¿Qué haces qué no estás durmiendo? - dice cómo puede mi hermana, casi a duras penas, completamente sorprendida.

- El punto no es que fregados hago yo despierta, por lo menos no es el punto más importante, si no, lo que están haciendo ustedes - alzo un poco más mi voz mientras señalo con mi dedo índice a todos los enfermos mentales que hay en la cocina. - ¿O tu cinismo ve normal esto? - hablo más alto, claro eso si cabe aún - Porque sinceramente yo no. - me cruzo de brazos para dar peso a mis palabras y aumentar mi autoridad. No reconozco a mi hermana y mis manos están temblando señal de que estoy nerviosa, porque caray, estoy en pijama e intento sonar autoritaria delante de siete locos enfermos, musculosos, armados y mi hermana.

-¿¡Quieres callarte de una vez!?- brama Teztkat, el cual tiene un arma apuntándome y otra metida en la parte delantera de los pantalones - vete a tu habitación ahora y te prometo que no te mato aquí y ahora - me amenaza.

¿Se atreve a amenazarme?

- ¿Pero tú quién te crees? ¿Mi puto dueño o qué? - le reto. Estoy harta de que se tome tremenda autoridad y sobre todo cuando se trata de mí.

- No protestes y haz caso por una vez en tu vida - habla mi hermana autoritaria, bajando su pistola o revólver o lo que sea con lo que me estaba apuntando - arma de fuego de toda la vida - con un miedo que jamás he visto reflejado en sus hermosos ojos azules.

- Karen está a punto de llegar el último cliente. Llévatela ahora. ¡Ya! - ordena Mathèo y mi hermana asiente a las órdenes de su marido. Me mira disculpándose con la mirada y ya se lo que viene a continuación.

- Como me pongas un solo dedo encima te juro por Dios que no respondo Karen - hablo lento, despacio, sin apartar mi mirada de la suya.

- Pues a las malas será - sentencia Teztkat mandando a la fregada lo que le quedaba de paciencia. Sin más preámbulos, me coge de las piernas y me alza en su hombro, dejando mi cabeza boca abajo.

- Bájame ahora mismo Teztkat Bangüar - medio grito mientras me sacudo y doy patadas para librarme de semejante animal. El muy pendejo empieza a subir las escaleras de dos en dos haciendo que mi pobre rostro se golpee con su cuerpo - ¡Lo estás haciendo adrede! - vuelvo a bramar. Lo raro de todo esto es que mi madre no se haya levantado hace tiempo, ni Alice y menos mi mocoso y eso que estoy haciendo un gran escándalo. Llegamos al segundo piso, por fin mis pies tienen contacto con la fría madera bien pulida y me dispongo a golpearlo por idiota cuando me mira fijamente y se cruza de brazos.

- No puedes pasearte por esta casa cuando te de la real gana o simplemente porque no puedes dormir. ¿Hay reglas, sabes? No puedes llegar y romperlas. Más que nada porque están para protegernos. Es por vuestro propio bien y sobre todo por el bien de mi familia. - nunca había visto a Teztkat preocupado hasta tal punto. Debo aceptar que el animal este sabe encajarme un buen y merecido golpe bajo. Hay que pensar muy bien cómo responder ahora. Pero no sé qué decir o bueno sí. Tengo muchas cosas que decir la verdad.

- Hagamos algo Teztkat Bangüar - adopta mi misma postura y me mira - yo no haré preguntas y tampoco le contaré nada a la policía te doy mi palabra - me enderezo y lo miro mejor - pero a cambio tú debes prometerme que no permitirás que mi madre se vea involucrada en esta mierda y menos que salga perjudicada con lo más mínimo – me cruzo de brazos - dame tu palabra Bangüar.

- Yo - se pone una mano en el pecho, justo donde se encuentra el corazón - Teztkat Daniel Bangüar - alza su mano libre hecha un puño y a la vez alzando su meñique - te doy mi palabra de que tu madre no se enterará de nada y no le pasara absolutamente nada. - asiento con la cabeza.

- Una promesa es una promesa - entrelazo su meñique con el mío.

No se si me arrepentiré por confiar en él pero nadie jamás me había mostrado antes tanta seriedad y seguridad en sus palabras. No estoy en lo absoluto nerviosa pero si tengo miedo, no por mi sino a lo que me llevará toda esta locura y por las consecuencias que tendré que asumir después. Asiente y baja las escaleras al trote, dejándome sola y llena de dudas.

Tengo muchas cosas en las que pensar ahora mismo, no sé cómo debería ordenar mis ideas. Ya no sé diferenciar lo primordial de lo secundario, no sé qué hacer con este problema que se me viene encima. Mi cabeza me va a mil, incapaz de asimilar y digerir todo lo que ha pasado en menos de veinticuatro horas.

Ahora mismo no me importan los deberes de la profesora de literatura, ni el castigo que vendrá después por no hacerlos y mucho menos la cantaleta que me dará mi madre. En lo único que puedo pensar y lo único que me preocupa son mi madre, mi mocoso y sobre todo mi hermana.

No logro entender cómo es que Karen ha podido llegar tan lejos; sobre todo con la cantidad de cosas que puede perder por andar metida en semejante locura. El tráfico de drogas es algo muy fuerte - que ahora yo también me he implicado de lleno - es peligroso - y yo ya estoy salpicada - ¡Es ilegal por el amor de Dios! Lo peor de todo y lo que me parece más cínico de ella es habernos traído a nosotras y meternos en este lío que es jodidamente suyo y encima pretender fingir que nada loco pasa en esta casa y esta familia. No sé cómo logra conciliar el sueño por las noches sabiendo que pone en peligro todos los días a tres vidas inocentes.

Y para rematar hay que añadir la mala relación que hay entre mi madre y mi hermana, las cosas entre ellas no van nada bien y con esto lo único que va a conseguir la china es que mamá haga las maletas, le quite la custodia de mi bichito y la denuncie. Mamá no es de las que se anda con tapujos y tampoco es de las que deja que el sol se tape con un dedo.

Ese no es el estilo de mi mamá.

Pozo Sin FondoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora