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Karine

Después de una buena fiesta como lo fue la boda de mi china, nos quedamos recogiendo el local. El enorme local. Pareció que no acabaríamos nunca. Pero lo hicimos. Llegamos tarde a la casa y para colmo no pude dormir en lo que quedaba de madrugada.

-¡Karine apúrate que llegarás tarde el primer día de clases!- grita mamá desde la cocina

Con toda la pereza del mundo y con mil cosas en la cabeza salgo de mi cama al aseo para darme una buena y relajante ducha caliente.

Nadie puede juzgarme solo a mi hermana se le ocurre casarse el último día de vacaciones y como remate oficial cayendo domingo.

Ya duchada y cambiada bajo a la cocina donde mi mocoso, la china y mi mamá están desayunando.

- Buenos días tía Moicha - dice Tomás muy contento

- Buenos días bichito ¿Estás contento por algo en especial? - él como el niño bueno que es, se levanta, me abraza y sonríe. - ¿Y a qué se debe la alegría? - digo apachurrándolo contra mí.

- A que hoy no va a ir a la escuela - frunzo mi ceño y la miro - se ha levantado con fiebre - asiento y me levanto haciendo que mi negrito bello se siente en su silla otra vez. Me dirijo hacia mi madre y beso su frente. Me separo de ella y voy a la despensa donde alguien muy inteligente compró Donuts, cojo uno antes de salir y me despido de todos.

Cojo mi mochila, mi bebé y las llaves de mi segundo bebé.

Bien Kari ahora échale huevos.

Enciendo el carro, meto mi mochila y conecto mi móvil al auto. Con la dirección del instituto registrada en el GPS del móvil, conduzco hasta el establecimiento. Aparco y salgo dispuesta a entrar cuando noto que me falta mi mochila y mi bebé. - yo no pierdo mi cabezota porque la tengo pegada al cuello- cual pendeja vuelvo al coche y cojo todo lo necesario: móvil y mochila. Cierro y me encamino otra vez al instituto.

Esquivo miradas y muchos murmullos, camino directamente a jefatura - después de obviamente preguntarle al conserje - ya frente a la puerta del despacho de la directora empiezo a entender ruidos raros. Empiezo a dudar entre tocar e interrumpir o esperar y dar privacidad para que terminen lo que sea que anden haciendo por allá dentro.

Y como si el universo se burlara de mí una vez más, la puerta se abre. Mostrándome un Teztkat muy transpirado, con un uniforme muy desordenado mirándome entre sorprendido y asombrado siendo "escudado" por una mujer muy bonita, madura y.... ¡Oh Dios mío! ¡Casada! ¡Una mujer casada!

Los miro, no tienen pudor alguno, respeto por nadie ni nada, los miro acusándolos con mi mirada, tragando en seco y asqueándome mucho más si eso es posible.

- Puedo volver luego...- me apresuro a decir cuando el muy cerdo le come los morros en mi face.

- No - contesta él cuando deja de "besarla" - ya acabamos - me mira de Arriba a abajo con asco y se va. Tú sí que me das asco.

Indignada no, porque primero va la gente indignada y después, mucho más abajo de lo hondo de la pirámide quedo yo. Pero echándole huevos y con mi orgullo por los cielos, sonrío y le explico a la que supongo que es la directora de este centro quien soy. Poco después me entrega mi horario, unas llaves que son las de mi taquilla, un uniforme como el del perro desgraciado Bangüar y un justificante para la primera hora.

- Clase de bachillerato 1° A - dice la señora y se levanta, abre la puerta y prácticamente me echa de la oficina.

Voy al aseo para cambiarme de ropa y ponerme el uniforme, me doy prisa y salgo corriendo del aseo para guardar mi ropa en mi carro. Vuelvo a toda prisa volviendo a agradecerle inmensamente al conserje por dejarme salir y entrar y voy corriendo como loca a la clase que me corresponde.

- Perdón por llegar tarde - digo una vez que encuentro la clase y toco la puerta. El señor, bastante joven por cierto, me mira de arriba a abajo. ¿Por qué todo el mundo hace eso?

- ¿Quién es usted? - pregunta después de apoyar su cadera en la mesa y cruzar sus brazos.

- Soy Karine... - empiezo algo tímida pero me interrumpe él.

- La nueva - dice con desagrado. El profesor asiente y me hace un ademán con su cabeza para que entre y yo me siento en un lugar libre. ¿El típico lugar al lado de la ventana justo al fondo de la sala? Noup, ese no va en lo absoluto conmigo. Me siento en un pupitre justo en medio de la clase. Siendo el blanco de todas las miradas. Siendo el conejito de indias para todos.

Después de esa clase del asco, salgo corriendo a la segunda clase. No tan literal claro. Pero necesitaba un poco de espacio para mí y mis ideas. Esto es de locos, no me conocen y es como si ya hubiese cometido un pecado capital. Es que incluso la directora. La directora que está casada, que seguramente es madre de familia me ha rechazado. Y luego está él, ¿Que se cree? ¿La divina papaya? Ese personaje cada vez me irrita más. Y ahora para colmo, toda la preparatoria está en mi contra. No soy aceptada. Y solo es el primer día de clases. Vamos bien. Empezamos bien el año ¡Claro que sí!

- Oh. ¿Quién es usted? - pregunta una mujer.

- Buenas. Soy Karine Evans, la chica nueva... - yo misma me impresiono conmigo misma. ¿Cuándo perdí mi seguridad?

- Encantada Karine - me sonríe. - Yo soy la profesora de literatura y mujer, anímate. - dice mientras va subiendo las persianas. - El primer día de clases es duro para todos y más cuando no eres de por aquí. - me guiña un ojo.

- Sí. Estoy mejor. Gracias. - hablo, volviendo a recuperar mi compostura. Me levanto y voy a la tercera ventana y alzo la persiana. Camino de vuelta y me siento en el mismo sitio. Si creen que van a intimidarme, pueden seguir de largo.

Faltan unos cuantos minutos para que suene la campana. El aula se empieza a llenar de gente y cada vez entran más alumnos. Me mantengo firme en todo momento, con la cabeza en alto y pasando olímpicamente de todos los demás. Nadie llega tarde y tampoco hay otra escenita en la que quedo peor que por los suelos. La clase se dio normal. Nos presentamos todos, hablamos de que es lo que nos gusta y también de la literatura. La profesora explica cómo nos va a evaluar a partir de hoy, nos da una hoja donde ha apuntado todo lo que necesitará para la materia y nos pide encarecidamente que para mañana no nos olvidemos de nada.

El resto del día pasa igual. Normal. Nadie habla de mí, nadie se burla de mí. Es como si no existiera. Cómo si nunca hubiese llegado aquí.

La hora del almuerzo es una bomba de otra dimensión. La mayoría de las chicas de mi clase se sientan con sus grupos de amigas, los chicos salen afuera a comer y yo me quedo dentro. Calentita y aguantando las miradas fugaces de todos los presentes.

Ni siquiera puedo comer tranquila y por consecuencia acabo perdiendo por completo mi apetito.

La última clase, es algo diferente. No estamos todos. Faltan cinco personas, entre ellas Teztkat Bangüar. Ninguno delata a ninguno. Nadie sabe dónde están o eso intentan hacerle creer a la maestra.

Pero apuesto mi trasero a que si yo hubiese sido la que faltó la última hora hubiese hecho todas las barbaridades que hubiesen dicho y solo por eso hubiese llegado a mamarme un castigo horrible.

No soy estúpida, me doy cuenta de cómo me miran. Esa mirada es un, muy claro: muérete y desaparece de aquí.

Mensaje muy bien captado no me quieren en lo absoluto.

La clase acaba dentro de lo que cabe en buenos términos. Para ser un primer día pues creo que no ha podido ir peor, osea en los casos más extremistas capaz y me hubiesen quemado en el receso pero gracias a Dios y no ha pasado nada de eso. 

Pozo Sin FondoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora