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Puede que escapar con El Sombrero de Jabalí no fuera lo más brillante, pero aún así fue lo que hicieron.

Una mañana de esa misma semana Ban despertó con un deseo en mente. Robarse el bar. Y ya que el capitán no le estaba prestando mucha atención sería perfecto. Mientras todos desayunaban el zorro pidió disculpas y se levantó de la mesa, tomo el camino que iba a su cuarto pero apenas salió de la vista de todos salto por la primera ventana que vio.

Al caer Elaine lo intercepto.

—¿Qué haces ahora, Ban? —ladeo la cabeza.

—No hago naaada, Elaine.

—Cuando hablas así tramas algo grande. —cruzo los brazos —¡No puedes robarte el bar!

—¡No leas mi mente! ¡Es mala educación!

—¡Mira quien habla! ¡Robarte el bar es mala educación Ban! —estaba sonrojada del enojo.

—Si vas conmigo podemos beber.

La chica lo miro con extrañeza un segundo.

—Bien.

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Mientras Ban abandonaba el comedor Elaine se disculpó de igual forma pero no lo siguió, salió por otra puerta hacia el jardín. Meliodas, al ver eso ordenó a Gowther que le dijera que pensaba hacer el bandido. El muñeco al conocerlo, se lo informo a su capitán, quien suspiro bajando la cabeza. Con los ojos cerrados le dijo a los pecados que estaban.

—Vayan por Ban, y traiganlo, que no se vaya.

—Esto... —Elizabeth le hizo abrir los ojos.

Donde antes estaban los pecados reinaba la más grande ausencia. Los traidores corrían a ayudar al zorro. Meliodas golpeó fuerte su frente con la mano derecha.

—Podemos ir por ellos. —se ofreció Zeldris.

—No, no, no llegarán muy lejos, no pueden sacar a mamá Hawk tan fácilmente.

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De alguna extraña e inexplicable forma, los cuatro pecados con Elaine lograron que el cerdo verde gigante desapareciera del jardín del palacio. Elizabeth no sabía cómo decirle eso a Meliodas. Después de todo era su bar y hogar.

—Si quieres podemos hacerlo nosotros mamá, —Estarossa veía el hueco en el suelo con ganas de entrar. —ademas que nos debe un día de entrenamiento.

—No es que le sobre mucho el tiempo, chicos... —ella quería que fueran comprensibles, —yo puedo ayudar en eso si quieren...

—No es necesario, —sonreia un rubio que salía del castillo con ropas sueltas. —yo me encargo.

—¿Solucionaste todo? E-esto n-no sabemos donde está el bar... —la chica se puso nerviosa.

—Lo sé, Hawk me lo dijo. Mandé a unos guardias a buscarlos. No pasa nada. —tenia las manos en la nuca, de forma despreocupada —los papeles pueden esperarme, pero hoy es día de juego, ¿No?

Los hermanos asintieron contentos y fueron por sus espadas de madera.

—¿Meliodas-sama?

—¿Sí Ellie? —se aproximo a ella y masajeo su trasero con una mano. —esta falda me gusta.

—L-los niños —dijo roja señalando al frente, en efecto estaban por pasar la puerta.

—Esta bien, —salto y beso su mejilla. —cuando terminemos de jugar, vamos a jugar nosotros dos...

Un Verdadero Rey para Camelot (Meliodas x Elizabeth)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora