Cuando Elizabeth recobro la conciencia todo estaba oscuro, aún se podía ver a Meliodas, Zeldris y Estarossa en el cielo, no era de noche, esa era la oscuridad que había escapado del sello del capitán. Su desmayo había durado cuando mucho dos minutos, pero ese tiempo fue suficiente para que la verdadera naturaleza de Meliodas se hiciera presente.
Ya no había nada con que razonar allí dentro, el chico gritaba mientras su bondad era consumida. Los dos niños a su frente veían la escena con terror, aquel joven que los cuidaba, quería y protegía, estaba perdiendo el control y sufriendo por ello.
Los anillos en sus manos tintinearon. Tenían miedo, y eso, de alguna forma los ponía en la incómoda situación de sentir la necesidad de liberar su poder. No podían quitarse las joyas por el simple hecho de quererlo, miraron a Elizabeth para pedirle que las desactivara. Encontrándose con la dulce chica en el suelo.
—¡¡¡Mamá!!! —el grito del pequeño Estarossa fue tan agudo, lleno de tristeza y emoción que era capaz de cortar como una daga. —¡Mamá! ¡Mamá! ¡Despierta!
El chico se dejó caer en picada al lado de la joven de cabellos plata.
—Estoy bien... estoy bien, que la pulcera se haya roto me hizo mal... Solo es eso... —su voz era pesada, le costaba hablar.
—Mamá... —al borde del llanto el niño la abrazó.
Las alas de Elizabeth se hicieron presentes y junto a ellas su verdadero poder. Los ojos mostraban la marca de la diosa, recito unas palabras de su naturaleza y los anillos de los hermanos se apagaron levemente. La chica se sentó medio arrodillada sin dejar su forma, de lo contrario no soportaria.
Ya no estaban sellados.
—Traigan a Meliodas de vuelta... —susurro.
—Si...
En lo alto, el rubio miraba lo que sucedía abajo.
—¿Elizabeth? ¿Por qué sigue siendo una diosa? Creí haber roto la maldición. —miró a su hermano adelante, quien tenía los brazos extendidos, de alguna forma, impidiendo su paso. —¿Qué haces?
—No quiero que lástimes a mamá, por favor, regresa... —no quería pelear, no podía ganarle —Lamentamos haber roto la pulcera, tienes que calmarte.
—¿Calmarme? ¿Por qué debería hacer eso? —lo miraba con el seño fruncido y los ojos negros.
El demonio hizo desaparecer sus alas y cayó al piso de pie, comenzó a caminar hasta donde estaba la diosa y el chico.
—¿Estarossa? ¿Por qué volvió a su forma original? —estaba muy confundido.
El nombrado volteo encontrandose con que su hermano estaba a unos pocos metros de él. Se paró de inmediato y puso su cuerpo como barrera entre el demonio y Elizabeth.
Al ver eso, Meliodas se impresionó, sin dudarlo un segundo ordenó que se corra, el de pelo gris se negó. Meliodas lo golpeó, el puñetazo que le dió fue suficiente para mandarlo a volar. Zeldris corrió tras su hermano.
Estarossa se paró y voló hasta el rubio. Nuevamente frente a él. Quien quiso propinarle otro golpe. Pero la respuesta fue diferente. El chico cayó al piso. Estaba golpeado y le dolía.
—Papá, por favor regresa en ti... —Estarossa lloraba a los pies de Meliodas.
—¿Papá? Yo no soy su padre, nuestro padre es el rey demonio.
Zeldris tenía las mejillas mojadas, sus lagrimas caían sin control, el se había hundido... Tenía que salvarlo.
—Meliodas... Por favor... Vuelve a ser el padre que necesitamos... —el de pelo negro se acercó y puso un poco más atrás de su hermano menor.
—Ustedes son mis hermanos y son demonios como yo, ¿qué les pasó? —había desprecio en su voz
Zeldris desenfundó su espada. Y con lágrimas en los ojos atacó a su hermano mayor. Estarossa se levantó del suelo con coraje, miedo y tristeza. Por primera vez su objetivo al luchar no era diversión, entrenamiento o conquista. Era protección.
Sus siete dagas se hicieron presentes y junto a Zeldris comenzaron una lucha que seguramente perderían.
Chocaban espadas constantemente, el pecado de la ira estaba más débil que la última vez que había humillado a sus hermanos menores. Y cada vez perdía más fuerza, no sin causarle daño a los chicos.
Los dos golpeaban sin descanso al mismo tiempo intentando encontrar un punto ciego, pero no había nada. Menos en el aire donde el primogénito se movía con destreza.
Elizabeth desde su lugar en el suelo recitaba en lengua antigua un conjuro de sello con la joya rota en las manos. La pulcera no tenía reparo, pero si podía aumentar el de su anillo, la argolla en su dedo brillaba, era más fuerte.
El chico de pelo negro aún pensaba lo que había dicho Meliodas, tenía que contestarle. En un momento, el y Estarossa coordinaron movimientos y con una fuerte estocada golpearon a su hermano mayor.
—¿Qué nos pasó? ¡Conocimos el amor! —le gritó Zeldris.
En ese momento Meliodas cayó al suelo con la fuerza del impacto. Elizabeth termino el conjuro y el rubio quedó inconsciente. Antes que los dos niños perdieran el control por como se habían elevado sus poderes los sello. La oscuridad que rodeaba el castillo desapareció.
—Mamá... —Estarossa volteo a donde la diosa estaba arrodillada. —¡Mamá!
La chica extendió sus alas y atravesó la distancia en un momento, y al otro estaba a un lado de Meliodas sosteniendo su cabeza.
—Meliodas... Perdón... Es mi culpa que estes así... Debería haber hecho más fuerte el sello. —lloraba la diosa.
Los demonios bajaron de los cielos hasta su madre sustituta... Zeldris cayó de rodillas. Estaba destruido sentimentalmente. De alguna forma, eso era su culpa. Estarossa rompió en llanto tirandose sobre Elizabeth y Meliodas. Ser más chico tenía sus más que obvias ventajas, como no tener ningún freno en expresar sus sentimientos.
De un momento a otro Merlin se hizo presente. Su cara fue de sorpresa realmente, ya no podía ocultarlo, todo estaba destruido y frente a ella se encontraba Meliodas desmayado, Elizabeth y Estarossa abrazandolo mientras lloraba y un metro más lejos Zeldris arrodillado con la cabeza agachada...
—Necesito saber qué pasó aquí...
Uso su magia para recontruir por completo el enorme jardín y transportarlos a todos bajo el castillo. A un sótano oscuro que se iluminó de un segundo a otro.
—Muy bien... ¿Quien me cuenta?
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Ellie no murió, ¡No me maten!
¿Giró inesperado?
70★ ya nos empezamos a acercar al final~... Y no me odien está vez no hay vuelta atrás...
Espero les haya gustado como a mi me gustó escribirlo! Este es uno de los capítulos que más disfrute hacer, y de los que más se me dificulto, leer y publicar.
Sate sate sate...
Con cariño...
Siku Kuromi ☯
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Un Verdadero Rey para Camelot (Meliodas x Elizabeth)
FanfictionArthur ya no puede continuar con el labor que le encomendó Merlin. Por lo que súplica a Meliodas tomar su lugar como monarca, mientras él goza unas "ligeras vacaciones". Y claro está que el capitán necesita a su Reina. Contenido +18 #1 the seven dea...