♥18♥

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El reino no se había enterado de lo sucedido. En el castillo, Ban luchaba contra la nada por recuperar el aliento. Estarossa quería frenarlo o su mandamiento no dejaría de actuar sobre él. King los rodeaba con chastiefol en modo aumento. Diane cerró las salidas con su control sobre la tierra.

Gowther leía y veía lo sucedido en sus mentes. Al ver que el capitan y Elizabeth estaban abajo a salvo. Dirijo tres rayos a las cabezas de sus compañeros. Allí explicaba lo sucedido con el capitán y toda la batalla. Diane avergonzada bajo las rocas.

King regreso a chastiefol a su forma de almohada y se acostó. Ban se calmó y el mandamiento dejo de actuar.

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Bajo el castillo los dos monarcas se recuperaban finalmente de lo que había pasado horas atrás. Estaban ahí desde que Elizabeth despertó tras recuperar nuevamente la cantidad de sangre necesaria.

Meliodas sintió llegar a los pecados que se robaron la taberna y decidió que ya era hora de subir. La chica a su lado se había dormido nuevamente. Por lo que la tuvo que alzar para salir.

No pesaba nada, y además podría aprovechar para tocarla.

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—¿Por qué no se defendieron cuando los ataque? —Ban miraba a los dos chicos sentados frente a él. —Y no quiero que Gowther me responda está vez.

—Porque nos lo mereciamos. Fue nuestra culpa que mamá este así y que mi hermano allá perdido el control —Estarossa respondió con la frente en alto.

—Fue un accidente. Y ya está todo arreglado. ¿Donde está el capitán?

—Estoy aquí, Ban. —respondió una voz por detrás.

Al girar vieron a un Meliodas vestido con una remera suelta blanca mangas cortas que contrasta con el pantalón negro corto y las botas. Su cabello estaba igual de despeinado que siempre y su frente estaba libre de marca, aún así, en su muñeca había una pulcera nueva.

—¿Qué es eso capitán? —preguntó el bandido señalando el brazalete. —Es lindo...

—No puedes robarlo, Ban, lo siento, si lo haces perderé el control nuevamente y ahi sí que no quedará Britania por defender. —dijo acercándose a la mesa donde estaban todos sentados. Hablaba de un tema serio, pero lo hacia con el mismo ánimo de siempre.

Era admirable la capacidad del chico por calmar a quienes los rodeaban. Aunque fuera un enviado de los infiernos traía la paz que ni los ángeles podían.

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Merlin apareció frente a un preocupado Arthur. La maga no le contó nada de lo sucedido en Camelot, tal y como había quedado con su capitán, se excuso frente al chico con que había olvidado un asunto importante con el Rey de Liones.

El chico creyó que era mentira, pero si lo hacía era por algo, no iba a indagar  donde no debía.

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King aún tenía miedo del poder de su superior. Pero de alguna manera, que él bromeara de esa forma lo tranquilizaba, y que sus hermanos hubieran hecho lo necesario para traerlo de vuelta lo hacía confiar en esos chicos.

Los dos demonios menores se habían retirado a su cuarto tal y como el capitán había ordenado, aún así los jóvenes no dormían. King lo sabía muy bien, llamó a Oslo con su singular silbido. El sabueso negro apareció segundos después. Ban y Meliodas lo miraron intrigados.

—¿Vas a algún lado, gordinflon?

—Ya te dije que no me digas así, Ban, y no, no me voy.

—¿Y que hace Oslo aquí? —pregunto Meliodas viendo cómo King le hacía cariños al perro.

—Ve con Zeldris y Estarossa, amigo... Hazle compañía para que duerman. —el hada estaba arrodillado al lado de su amigo de cuatro patas. Acariciando su cabeza.

—BAFOO BAFOO —contesto en ese idioma que solo el rey del bosque entendía.

—Descuida, no te harán nada, no los ataques y dales cariño como lo haces conmigo.

El sabueso lamió la cara de quién lo había llamado y desapareció nuevamente en un portal, para luego sentir su energía unos cuantos metros más allá, en la habitación de los hermanos.

—Oh... Gracias King, iba a ir con ellos cuando terminara la conversación con ustedes. —dijo el rubio tras darse cuenta. —Eso me ayuda.

—Ser un padre ejemplar es difícil, ¿No capi? —el zorro preguntaba de forma melodiosa, ya estaba ebrio.

—Supongo que si... Pero me gusta... —sonreía con nostalgia Meliodas. —Yo no tuve nunca amor fraternal, mi única verdadera familia son ellos y Elizabeth.

—Capitan... —King se sentía angustiado, había dudado de su amigo en el pasado y no podía perdonarselo.

—Por eso quiero, que de alguna forma ellos conozcan el cariño, ahora tienen humanidad y saben lo que es sufrir y lo que es amar. —Meliodas miró a sus amigos allí al frente. —Hace más de tres mil años yo era como ellos, pero Elizabeth me enseñó lo que era ser humano. Y en el mismo momento que tuve humanidad la perdí.

El hada y el muerto vivo lo escuchaban atentamente, la sala estaba vacía y en silencio, Diane y Elaine se habían retirado tiempo atrás para ir con la diosa que descansaba en su habitación. Ya era tarde y el personal del castillo dormía, nadie los interrumpió.

—Ellos, desde que reaparecieron mataron a cientos o miles, pero estaban marcados, —Meliodas señaló su frente mientras aparecía su distintivo demoniaco —por eso no saben realmente lo mal que se siente quitar una vida. Cuando fueron sellados y perdieron la marca constante, y obtuvieron la capacidad de usarla a su voluntad. —las líneas negras se desvanecieron —Mis hermanos conocieron la humanidad, aquello que los hace sentir...

—Algo con lo que los demonios no nacen... —lo interrumpió King— P-perdon capitán —se disculpo al ver qué capaz eso era un insulto a su raza.

—Esta bien, King, es la verdad. —le resto importancia el rubio. —Los chicos aún tienen esa humanidad con ellos, sus nuevas almas aún son puras, no asesinaron.

Ban no se atrevía a hablar, esa conversación de aquel ser con tantos años, tanta sabiduría, lo estaba descolocando, él se había dedicado a robar y matar más de lo que recordaba, y por primera vez, no estaba orgulloso de eso.

—Por eso quiero darles un estilo de vida diferente. Además la maldición que llevo seguramente ya está sobre ellos. No podría hacer que ese tiempo se vuelva sanguinario. —terminó el capitán con una sonrisa.

Pero el bandido no había oído la última parte, aún estaba estático en que su humanidad desapareció hacia mucho tiempo ya...

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Oslo miraba con la cabeza ladeada a los dos demonios acostados en sus camas, la luz estaba apagada por lo que nada era visible, Hawk desde fuera lo observaba a él.

—¿Vas a quedarte ahí o que? —la voz chillona del cerdo hizo que los chicos se levantarán.

Eso les costaría una noche de juego con los hermanos de Meliodas quienes los agarrarian de mascotas.

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¡Mas cerca del final!

Los amo mis queridos lectores, adore cada momento con ustedes y escribirles con todo mi corazón, cada ves estamos mas cerca del final de nuestro camino, y sera una dura despedida, así que espero volvamos a encontrarnos para disfrutar juntos una nueva aventura.

Siku Kuromi

Un Verdadero Rey para Camelot (Meliodas x Elizabeth)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora