Un reencuentro un tanto confuso.

169 7 0
                                    

No reaccionaba, mi cuerpo estaba paralizado. Ni si quiera podía escuchar lo que me estaba diciendo, estaba inmersa en el movimiento de todas u0y cada una de sus facciones. Había pasado mucho tiempo, ¿Qué estaba haciendo aquí? Él debía estar en Nueva York, no en Londres. Desgraciadamente, no era capaz de dejar de pensar en todas las veces que se me habían puesto los ojos vidriosos al recordar todos los momentos que habíamos pasado juntos. Para mi pesar, seguía sintiendo algo por él en lo más profundo de mi estúpido corazón.  Todavía quedaba algo bueno dentro de mi cabeza. Desafortunadamente, las jodidas mariposas habían vuelto.

-Angy, pequeña,  vuelve. -Dijo poniendo sus ojos a la altura de los míos. Verde y marrón,  contrastaban. Sonreía, no había dejado de hacerlo desde que lo vi. Le devolví la sonrisa y me aparté un poco, tenerle a tan poca distancia me resultaba desconcertante.

-Bueno, ¿no nos vas a presentar?-dijeron Nat y Alice examinando a Ed de arriba a abajo.

-Claro. Él es... un antiguo amigo.-dije intentando parecer lo más tranquila posible.- Es Ed.

Después de las presentaciones, decidimos desayunar todos. Él y yo en un lado y ellas en otro.

Al rato, noto Cómo me pone la mano en la rodilla y pego un pequeño respingo al notar el contacto de su mano. Noto como el calor se empieza a acumular en mis mejillas y rápidamente bajo la vista. Dejo caer mi mano sobre la suya y veo por el rabillo del ojo que sonríe. ¿Por qué me pasa esto a mí?

-Ed, ¿qué haces aquí,  en Londres?

-Pues, han trasladado a mi padre cerca de aquí. Iba a darte una sorpresa,-hizo una pausa para soltar un suspiro mientras sonreía y prosiguió- pero tú siempre consigues adelantarte, aun sin quererlo. Me miró directamente a los ojos, como había hecho cientos de veces. Podía derretirme cuando me miraba de esa manera.

El desayuno transcurrió entre bromas y temas de conversación que no venían a cuento. Mis amigas parecían disfrutar con él. Las amenazas pasanpor mi cabeza y un retortijón en el estómago hace que me curve un poco hacia delante.

-Creo que debería irme a casa. Estoy cansada y me duele un poco el estómago. Alice y Nat me miraron sabiendco que mentía. Ed, lo supo también,  pero por la forma en la que lo miré, le dejé bastante claro que quería estar sola en ese momento.

Me despedí de él con un abrazo y salí a paso rápido de la cafetería. Respiré hondo y cerré los ojos. Por favor, Angy, no llores; tú no eras así.

-Mis padres no están en casa,-dijo Alice- podemos ir allí.

Asentí y nos pusimos en camino. Me iba a explotar la cabeza: Kevin, Ed, la misteriosa chica de las amenazas... ¿Por qué no podría llevar una vida mediocre? A veces me encantaría ser una piedra, sin sentimientos, sin dolor, sin vida. Simplemente desaparecer y hacer que el tiempo pusiese las cosas en su sitio.

La casa de Alice no estaba muy lejos de donde nos encontrabamos, aunque el camino se me hizo eterno, no podía dejar de pensar en todo lo que me rodeaba. Me estaba agobiando, demasiado.

Estaba encerrada en mi cabeza hasta que Nat se paró en seco. Hizo el ademán de vomitar, y de hecho lo hizo.

-Estoy... mareada.-dijo mientras Al y yo la sujetabamos para evitar que se desplomara. Habría sido el desayuno. Nos sentamos en un banco de por allí cerca, para que se recuperase un poco y poder seguir con nuestro camino. Me tenía preocupada también, estaba ausente. Tenía que sonsacarle lo que le pasaba, si no, me acabaría muriendo de curiosidad y de pena por verla tan... apagada.

(...)

Son las 7 de la tarde. Ya he vuelto a casa. Mis padres están trabajando hasta tarde hoy, así que sólo estamos Tate y yo.

Tocaban al timbre cuando encendí la tele del salón. "Abre tú." fue mi respuesta para Tate, que, resoplando, abrió la puerta.

-Hey, hola. ¿Está Angy? -dijo una voz ronca que me sonaba demasiado. Abrí los ojos como platos ¿por qué viene a mi casa?...

Amor A Base De Odio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora