El timbre de las 13:00 anunció el final de las clases por fin. Tenía ganas de llegar a casa. Encima tenía hambre y se me había olvidado coger dinero. No localizé a Tate en todo el día, ¿Dónde se habría metido? Salí del aula, me dirigí a las escaleras de la entrada y me senté. Finalmente, apareció Tate detrás de mí y se sentó también.
-¿Dónde te has metido todo el día? Te he estado buscando...
-Es que, he estado con una amiga. Te va a caer genial, ya lo verás. Se llama Nataly. Bueno, ¿Vamos a casa?
-Tengo que quedarme media hora más. Me han requisado el móvil y no me lo darán hasta dentro de un rato. Vete a casa, yo iré ahora. No quiero que papá y mamá se preocupen.
-Bien. -Me besó en la mejilla y se despidió de mí.
Sólo habían pasado 10 minutos, la entrada del instituto empezaba a vaciarse hasta que en 5 minutos sólo quedaban 3 o 4 personas alrededor. Maldito Kevin... Si no hubiese sido por él ahora estaría de camino a mi casa. Me puse de pie y apoyé el hombro y la cabeza en la pared. Suspiré e intenté pensar en otra cosa para intentar disipar mi hambre, me rugían las tripas.
Alguien me tapó los ojos. Me asusté y le pegué un codazo en la zona baja a quien quiera que lo hubiese hecho. Entonces escuché un gemido de dolor y me di la vuelta preocupada. Había ido a karate durante 3 años cuando era pequeña, había sido un acto reflejo. La culpabilidad se esfumó cuando vi a quién le había propinado tal golpe.
-Uy, perdona. Un actoreflejo.-Dije con voz inocente fingiendo una sonrisa.
-¿Esta es tu venganza, pequeño mapache?
-Vuelve a llamarme así y te daré otro más.
-Qué agresiva, me gusta.
Resoplé y volví a entrar al edificio con paso rápido, dejándolo medio dolorido en la puerta. Me dirigí a secretaría y hablé con Mr. Brown, después de disculparme y prometer que no pasaría más, recuperé mi móvil. Lo encendí y salí del recinto haciendo caso omiso de Kevin, que me seguía un par de pasos más atrás. Se había recuperado del golpe, pero yo me estaba planteando seriamente soltarle otro. Abrí Whatsapp y vi que Ray me había contestado. La cosa es que no me había dado cuenta de que el idiota de mi vecino estaba mirando por encima de mi hombro mi conversación.
-¿Quién es Ray, tu novio?
Me paré en seco, haciendo que se chocase conmigo y bloqueé la pantalla del móvil. Me estaba conteniendo más de lo que podía.
-¿Qué te crees que estás haciendo? Déjame en paz de una jodida vez, tío.
Me agarró la mano e intentó entrelazar mis dedos con los suyos pero fui más rápida y aparté la mano.
-Te he dicho que me dejes.
-Es que vengo por aquí siempre, pequeño mapache.
Resoplé y apreté el paso. Él iba a mi lado, callado. De vez en cuando me miraba de reojo y dejaba ver sus blancos dientes. Era de ese tipo de 'chulos' que no podía soportar. O eso dejaba ver. Estaba a punto de entrar en el jardín de mi casa cuando se puso delante de mí y me obligó a pararme en seco.
-No me gusta que estés así conmigo, Angy. -Por primera vez me había llamado por mi nombre, me estaba mirando directamente a los ojos. Estaba segura de que era lo que hacía con todas las chicas que acababan cayendo en sus redes y las utilizaba. Tenía claro que yo no sería una de ellas.
-Puede que poner ojitos te sirva con las demás. A mí, básicamente, me dan ganas de vomitar.-Entré y le grité sin darme si quiera la vuelta- Si no quieres estar así, no seas tan imbécil.
Cuando entré, eché un último vistazo y vi cómo me miraba sonriendo y entraba a su casa. No había empezado precisamente bien mi primer día, aunque mentí sobre ello a mis padres y a Tate. No quería que empezasen a preguntar. Tenía hambre. Me inventé una escusa para disculpar el haber llegado más tarde, comí y entré a mi habitación. Hablé con Ray y le conté todo lo que me había pasado con el capullo de mi vecino. Abrí Twitter y me encontré que me estaban siguiendo compañeros de clase, entre ellos Kevin, les di follow a todos, incluso a él, después de pensarlo varias veces.
Llamada entrante de número oculto. ¿Quién podría ser?
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Amor A Base De Odio.
Fiksi Remaja-Eres un idiota, te odio. Me miró con una sonrisa pícara sabiendo que eso me ponía aún más de mal humor. -En el fondo sabes que no es cierto, pequeño mapache. -Te he dicho que no me llames así. -¿Y por qué tengo que hacerte caso? -Dijo dando un paso...