-¡BASTA YA!-Dije antes de que Nash diese el siguiente puñetazo. Me metí entre ambos y los miré hacia arriba, ya que comparada con ellos, era bastante bajita.
-Tú.-Señalé a Kevin- ¿Quién te has creído que eres? ¡Asqueroso!-Hizo lo último que me esperaba, se echó a reír.
-¿No se te ocurre un insulto mejor?
Abrí la boca y la cerré varias veces y como no supe qué decir, le pegué un tortazo. Su cabeza quedó girada en la dirección de la hostia, me había sorprendido a mí misma.
-Y tú- señalé a mi novio. -Vamos dentro, tu ceja...-Me di la vuelta para seguir insultando a mi vecino, pero ya no estaba.
Cogí a Nash de la mano y lo metí en mi casa. Estabamos solos.
Me hallaba sentada entre sus piernas, con un algodón empapado de alcohol entre los dedos. Daba pequeños toquecitos a su ceja izquierda en repetidas ocasiones lo que hacía que su mueca se transformase en una de dolor, me resultaba tierno porque no se quejaba. Me senté sobre él y lo abracé.
-Lo siento. -Dije sintiéndome culpable por todo lo que había pasado.
-Vamos,-sonríe mientras me acaricia la espalda y levanta mi barbilla con su otra mano.-no ha sido tu culpa.
Me acerco a él, lo suficiente para que mi estómago parezca un Harlem Shake. Me acomodo sentándome a horcajadas sobre él. Mi nariz roza la suya y él sigue trazando lineas y dibujos imaginarios en mi espalda, bajo la camiseta.
-¿Puedo... Preguntarte algo? -Dijo susurrando sobre mis labios. Asentí - ¿eres virgen?
Cerré los ojos, porque sabía que me haría esta pregunta algún día. Había pensado en la respuesta, y había tomado una decisión. Quería a Nash, muchísimo, pero no podía contarle la verdad. -La perdí con mi ex de Nueva York.-me acordé de Ed. -el que está...
-Sí.-gracias a Dios, me interrumpió. No quería decirlo en voz alta.
Me apretó con suavidad, intentando acercarme más a él, si eso era posible. Se aproximó a mi oído y me susurró-Estamos solos.
Sabía muy bien que la elección era mía. Y por primera vez en mi vida, me dejé llevar de verdad.
Se puede decir que me abalancé sobre él y respondió como esperaba. Segundos después me elevó, enroscada en su cintura, mientras me sujetaba por el trasero. No sé cómo, pero subió las escaleras y no nos caímos. Entramos en mi habitación y cerré la puerta con pestillo.
***
El despertador sonó a las 7. Y yo había prometido volver al instituto. Nat pasaría a por mí. Me giré para comprobar que seguía ahí. Y no me equivocaba. La espalda descubierta de Nash subía y bajaba lentamente, al ritmo de su respiración. Estaba tan distraída que cuando aporrearon la puerta de mi habitación pegué un salto.
-Angy, abre la puerta de una vez. -Mi padre.
-Mierda mierda mierda mierda. PERO COMO NO LO HABÍAS PENSADO PEDAZO DE IMBÉCIL.- Dijo mi conciencia.
Moví a mi novio, y no se despertaba. Así que recurrí a lo que mejor se me daba.
Un tortazo resonó por la habitación haciendo que se levantase de un salto.
-¿Pero qué haces? -Dijo. Yo señalé la puerta mientras mi padre me seguía pidiendo que abriese la puerta.
-VOY PAPÁ, ES QUE ESTOY... DESNUDA.
Nash recogió toda su ropa, y se dispuso a saltar por la ventana. Para completar el cliché, me besó y me le contesté que le quería.
Recibí a mi padre tras ponerme el pijama. Nada más dijo que Nat había llegado, a lo que le contesté que la dejase pasar a mi habitación.
***
-¡¿Lo hicisteis?!- Dijo gritando en susurros. Media clase se giró para mirar a la chica embarazada.
-Natalie, por qué no nos cuentas a todos la teoría de Thompson. -Soltó el profesor.
-Claro, a ver... Thompson decía que el átomo era como un pastel de pasas. -Todos rieron.-Joder, que es en serio. -Respondió ella. La salvó el timbre.
Su estómago había crecido bastante. Casi 6 meses. Era impresionante lo rápido que había pasado el tiempo.
Entré al baño de chicas y alguien entró conmigo. Me giré y lo miré incrédula. Kevin.
-Como no salgas, grito.
-Dame 5 minutos, por favor...
Me crucé de brazos y respondí -5 minutos.
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Amor A Base De Odio.
Ficção Adolescente-Eres un idiota, te odio. Me miró con una sonrisa pícara sabiendo que eso me ponía aún más de mal humor. -En el fondo sabes que no es cierto, pequeño mapache. -Te he dicho que no me llames así. -¿Y por qué tengo que hacerte caso? -Dijo dando un paso...