El día había pasado bastante rápido, quería que el día acabase de una maldita vez. No quería imaginar el desastre si alguno de los dos decía algo que no cuadrara a la perfección. Eran las 5, tenía 2 horas para arreglarme, era una cena formal, y si me vestía acorde, daría la impresión de que esto me importaba; no negaré que me lo estaba pasando bien con esto.
El reloj daba las 5.15 cuando entré a la ducha, y las 6 cuando salí de ella. Me anudé la toalla y con cuidado de no pisar el trozo de suelo mojado y abrirme la cabeza, salí del baño; lo último que me esperaba era ver a Kevin al final del pasillo, con su cuerpo mirandome, pero sus ojos miraban la pantalla del móvil.
Abrí la boca e intenté ir de puntillas para que, 1. No me viese y 2. No me escuchase. Estaba tan concentrada que no vi el pliegue que hay en mi moqueta. Puto, puto pliegue. Caí comiendome básicamente el suelo. Fueros 3 segundos de silencio absoluto hasta que oí su estúpida aunque sexy risa. No quería levantar la cabeza, porque quería que el suelo me absorbiese. Como no me movía, me cogió de los hombros y me sentó con cuidado, sorprendentemente la toalla seguía en su sitio.
-¿Estás bien?- Cuando me miró la cara, se puso muy blanco, tanto que me asustó. ¿Tan fea era?
-T-tienes... en la c-cara. -oh, joder. Por favor que no fuese un moco.
-¿El qué? ¿Qué pasa?
-Sa-sangre...
Me toqué la nariz y me di cuenta de que, efectivamente, me estaba sangrando.
-N-no me g-gusta la s-sangre. -Dijo aún tartamudeando.
-Eh, venga, tranquilo. Sólo es un poco, ¿vale? Venga, ve con Tate.
Esperé a que doblase la esquina para levantarme del suelo. Con que fobia a la sangre. Interesante. Lo tendría en cuenta. Regresé al servicio para limpiarme el resto de sangre que quedaba en mi nariz y me dirigí hasta mi habitación, cerrando la puerta detrás de mí.
***
A las 6.52 salí de ella. Había optado por un vestido negro, palabra de honor, de vuelo, junto con unos tacones no muy altos del mismo color con los bordes dorados, igual que mi colgante. Mi pelo estaba totalmente planchado y mis ojos perfectamente maquillados. Me había esmerado bastante.
Tocaron al timbre poco después, y cuando bajé a abrir, ya estaban todos esperando en la esquina de la cocina haciendome señas desde abajo para que abriese. Tras poner los ojos en blanco, bajé las escaleras con ayuda de la barandilla. Eché una mirada rápida a mi vecino, que me miraba con un brillo especial en sus ojos. Qué asco. Iba con una camisa blanca y unos pantalones azul marino que combinaban con sus mocasines. Tate y Nat estaban cogidos de la mano, y mis padres, no hacían otra cosa que mirar hacia la puerta ansiosos.
Respiré y conté hasta cinco antes de abrir la puerta y encontrarme primero, con un calzado marrón oscuro, casi negro, unos pantalones oscuros, y una camisa azul cielo con una americana del mismo color que la parte de abajo.
Me quedé boquiabierta, estaba guapísimo, y llevaba una rosa en la mano. OH VENGA YA, LLEVABA UNA JODIDA ROSA PARA MÍ. Se me olvidaba, era fake. Todo era fake.
Me saludó con un corto beso en los labios que me dejó algo confundida. Aunque hasta ese momento, lo que más me extrañó fue ver a Chris detrás, justo en el momento en el que Arya bajaba las escaleras con su vestido favorito, de color azul.
-¿Vamos, Arya? -Mi cabeza giraba de un lado a otro, como en un partido de tenis. La miraba, lo miraba y pude repetir ese gesto unas 10 veces. Mi prima me abrazó a la vez que me susurró" 'Luego te lo explico, ahora encargate del tuyo, que se lo van a comer.' MIERDA.
Me di la vuelta y todos estaban en corrillo acorralando al novio falso. Me abrí paso y cogí a Nashdel brazo, sonriendole. Conseguí convencerlos de que nos sentaramos a cenar después de prometerles que contestaríamos a lo que nos preguntasen.
Mi madre había hecho pesto. Todo muy italiano. Fue mi padre el que se lanzó e hizo la primera pregunta.
-Bueno, Nash. ¿Cuántos años tienes?
- 18.
-Y qué estudias? Dónde vives?
Ya empezabamos con las dobles preguntas.
-¿Papá me pasas la sal?
Ni me miró. Alcanzó la sal y me la dio. Murmuré un 'gracias' y miré mi plato. Él, tenía la mirada fija en mi 'acompañante' que sorprendentemente estaba tranquilo y sonreía.
-Ahora mismo resido en un barrio cerca de la universidad de Londres. Estoy estudiando psiquiatría.
-Ajá. -Contestó mirando su plato de pasta y comenzando a comer.
-Bueno, ¿Y cómo os conocisteis?
Decidí hablar porque había perfeccionado un poco la historia.
-Fue precioso, mamá. Salí de una cafetería después de tomarme un café y me choqué con él. Mi bebida acabó en su camisa y bueno, estuvimos hablando.
-¿Cuando fue eso? -Siguió preguntando.
-Tres semanas. -Dijo él.
-Dos semanas. -Dije... yo.
Todos pararon de comer. Lo habíamos dicho a la vez. MIERDA, PIENSA PEQUEÑA ESTÚPIDA.
-¿Ah sí? Ay que ver, cómo tengo la cabeza. -Ambos nos reímos nerviosos. Aparentemente nos habían creído.
-El amor, que te vuelve así. -Dijo mi madre mirando a mi padrw y depositando su mano encima de la de este.
El primer plato transcurrió entre preguntas simples, como si había vivido en Londres toda su vida, o qué planes tenía para el futuro.
El problema llego cuando casi me muero con el filete del segundo plato cuando escuché lo que acababa de soltar mi padre. Sin. Venir. A. Cuento.
-Yo hice un curso sobre pistolas. Sé utilizarlas.
Comencé a toser y todos me miraron. Mi padre entendió que debía callarse.
Lo siguiente que sucedió me dejó impresionada. Mi vecino, que había sido el que no comentó nada en toda la noche, habló.
-¿Y qué hacías en su casa?
-La llevé a cenar.
-Y se hizo tarde. -continué yo mirandolo con una sonrisa de lo más falsa en la cara.
-¿Y qué pasó? -Contraatacó de nuevo.
-Dormí en su habitación, y él durmió en el sofá. -Dije intentando parecer segura, aunque no estaba muy segura de lo que estaba diciendo.
Entonces Tate ahogó una carcajada y cuando lo amenacé con la mirada se puso serio, levantó la mano y dijo: perdón, perdón.
Sin embargo mis padres nos miraban sonriendo, y me relajé un poco cuando mi progenitor soltó: 'Este chico me cae bien.'
La cena transcurrió un poco más tranquila hasta que los que se tenían que ir, decidieron hacerlo. Kevin se despidió de todos, menos de Nash y yo. Ni si quiera me miró. Que le den.
Sólo quedábamos nosotros, 'la parejita' como nos había llamado mi madre hace un rato. Salí al porche y dejé la puerta entornada.
-Gracias por esta noche, de verdad. -Le dije siendo honesta.
-Gracias a ti, me lo he pasado muy bien, de verdad. Deberíamos vernos más. -Dijo mirándome con serenidad a los ojos.
Me apetecía, así que me puse de puntillas y lo besé. Y no se apartó. Y me gustó.
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Amor A Base De Odio.
Roman pour Adolescents-Eres un idiota, te odio. Me miró con una sonrisa pícara sabiendo que eso me ponía aún más de mal humor. -En el fondo sabes que no es cierto, pequeño mapache. -Te he dicho que no me llames así. -¿Y por qué tengo que hacerte caso? -Dijo dando un paso...